Hacía tiempo que no le sucedía, pero esa noche volvió a ocurrir. Andrea estaba desvelada mirando el cielo por la ventana de su habitación y revivió esa sensación que tanto gusto le daba recordar. Era una sensación de anhelo, añoranza y bienestar que le recorría el cuerpo y poco a poco se iba colando en sus pensamientos hasta que llegaba a visualizarlo y se quedaba casi sin aliento, su cuerpo respondía a esa imagen inmediatamente. Se tocaba los brazos y sentía que era él quien lo hacía y eso aumentaba la nitidez de la imagen mental. Cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo rápidamente les dio la espalda a las estrellas y se rió de ella misma. ¿Cómo es posible añorar algo que nunca tuvo? ¿Cómo es posible sentir algo que nunca existió en la realidad? ¿Cómo es posible soñar despierta con alguien que no veía hace 15 años y que ni siquiera sabía cómo era actualmente?
Notaba que esa experiencia le sucedía cuando tenía tiempo libre (lo cual no era muy seguido) o cuando las cosas no iban del todo bien con Maxi, su novio de hace 6 años. Nunca le dio mayor relevancia y nunca le buscó una explicación, después de todo dicen que de los primeros amores uno nunca se olvida a pesar del tiempo… Aunque éstos no se hayan concretado.
Esta vez no pudo conciliar el sueño de espalda a las estrellas. Se volvió a dar vuelta y tiempo después se durmió. Sin embargo, al otro día sentía una extraña sensación, que no era sueño, era como si tuviera algo pendiente que hacer, como si algo pujara por aparecer. Es así que se encontró en el tiempo de almuerzo de su trabajo mirando su feed de Instagram, como buscando algo, hasta que apareció una foto que le hizo recordar lo que le había ocurrido la noche anterior. Entre las fotos de recomendaciones estaba Santiago devolviéndole la mirada a través de una foto en un mar, vaya uno a saber dónde… Y se le hizo un vacío en el estómago y un nudo en la cabeza. ¿Cómo era posible que encontrar el perfil de un amigo de él la nublara tanto? Cerró la aplicación y continuó con su trabajo. Aunque no pudo dejar de pensar el resto de la tarde en la sensación que le había generado ver a Santi. Que boba era, ya no estaba para esas cosas ella. A la noche Maxi la había citado en el restaurant de la esquina de su casa, seguro tenía algo que contarle, se focalizó en eso, en pensar qué sería lo que tenía por contarle y en el trabajo que tenía pendiente, trabajar como secretaria en el hospital de la zona era un trabajo que requería mucha concentración “Mejor que sea así” pensó.
A las 18 en punto ya estaba fuera del hospital camino a su casa ¿En qué iba a pensar ahora que no tenía trabajo y que la cena de esa noche ya era un tema agotado? Música, esa era la respuesta. Revolvió su cartera, sacó los auriculares y eligió su playlist. Mientras esperaba el único colectivo que tenía que tomar para llegar a su casa en 15 minutos, sonó esa canción, ¿Cómo era posible? ¿Qué estaba pasando en este día? Era una canción de hace 15 años, que ella escuchaba cuando solía frecuentar ese grupo de amigos en el que tan cómoda se sintió. Nunca más volvió a sentirse tan cómoda en un grupo tan numeroso y variado como en ese. Y, además, estaba él. Se resignó en la lucha por contener la emoción y dejó que la inunden los recuerdos, acompañada de la voz de Jay Kay que cantaba “Seven days in sunny June” siguió esperando el colectivo, media ida, lo suficiente como para perder el colectivo cuando éste llegó.
Llegó a su casa más tarde de lo esperado por culpa de su imaginación y las emociones que se le venían presentando “No voy a permitir que me vuelva a pasar esto, que horror, 45 minutos tarde” se prometió. La cita con Maxi era a las 20, pero haber llegado a las 19 la exasperó lo suficiente como para pensar en cancelar el encuentro, pero paró, respiró profundo e hizo el esfuerzo de no exagerar la urgencia (algo muy difícil en ella) y llegar a la cita en hora sin preocupación, al fin y al cabo, por algo la había llamado para verse en medio de la semana.
Llegó al restaurant antes de lo planeado, fue directo a la mesa favorita de ambos, esa que está en la esquina de la vidriera lo suficientemente escondida como para que no los vea tanta gente, pero lo suficientemente expuesta como para husmear lo que sucede afuera y que tiene sillones almohadonados bastante decentes. Decidió esperar a Maxi, así que sacó su teléfono y se puso a mirar el feed de Instagram, otra vez el perfil de Santi en recomendados primero en la lista. Se frenó para evaluar lo que iba a hacer y sin pensarlo más lo siguió. Quizás así se enteraría que sería de la vida de Federico… O no… Antes de que pudiera entrar en su hilo de pensamiento llegó Maxi.
- Hola hermosa, ¿cómo estás? - Le dijo mientras la saludó con un beso- Pareces tensa, ¿pasó algo en el trabajo? Lo dijo al pasar, pero a Andrea le sorprendió la observación.
- No, nada, sólo estoy un poco cansada, nada grave, lo de siempre… ¡Contame lo que tenés para contar!
Maxi sonrió amplio inmediatamente al escuchar esta última arenga.
- ¡¡Me voy en dos meses a Uruguay a presentar mi trabajo al Congreso Internacional de Empresas!! ¿Y sabés lo que significa eso?
- ¿Otra posible empresa, otro ingreso, chau alquiler, chau departamento, hola proyecto de casa en planta bajaaaaaa con un patio de verdad?!- Lo completó Andrea
- ¡¡Así essss!! ¡Siiiii! Me lo confirmaron ayer, pero quería darte la noticia cara a cara…
- Sin dudas esto amerita festejar, ¡Menos mal que me llamaste! ¡Me hiciste el día! ¡Samy! - Llamó a la mesera multitatuada del restaurant- ¿Nos traes el menú?