No puede ser, no puede ser... voy a llegar tarde a la entrevista -pensé al ver la hora.
-¿A quién se le ocurre llegar tarde a su primera entrevista de trabajo? -exclamé con la voz agitada mientras avanzaba rápidamente buscando transporte.
-Todo porque la señorita no pudo dormir, ya que es su primera entrevista de trabajo -murmuré, quejándome para mí misma, como si eso fuera la solución a mi problema.
[.....]
La entrevista me dejó en espera, con la intriga de si me aceptarían o no. Estuve nerviosa desde el momento en que me dieron la fecha.
Al llegar a mi apartamento y, antes de entrar, saludé a mis vecinos: una pareja de viejitos que se había mudado hace poco.
-Oh, muy buenas tardes, vecina. Pensé que volvería más tarde de su entrevista -dijo la mujer al verme intentar abrir torpemente la puerta.
-Buenas tardes, vecinita. Por fortuna, casi no había nadie más en la entrevista; supongo que fue por eso -respondí.
Entonces noté que estaban entrando una botella de gas. No tuve más opción que ayudar. Sin cuestionarme por qué no habían pedido ayuda a otros vecinos, solo pensé en si me darían el trabajo; mis ahorros se estaban acabando.
Ya dentro del departamento, no pude evitar sentirme extraña. El lugar se veía descuidado: telarañas en los muebles, flores marchitas, polvo por todas partes... incluso huesos de un pequeño roedor cerca de la cocina.
Pero lo que más me llamó la atención fueron unas fotos: ellos dos, junto a otras personas, abrazados. Las caras estaban rayadas, como si se tratara de enemistades.
Cuando intenté preguntar por aquellas fotos, me interrumpieron para que dejara el tanque en cierto lugar.
-Pero... estamos en medio de la sala -protesté amablemente, a pesar de estar agotada.
-Eres muy amable, pero por ahora solo déjalo aquí. Recuerda que tienes que ir a la reunión de inquilinos de hoy -dijo el viejito, tomándome la muñeca con una mano temblorosa, fria, pero firme.
Al notar su agarre, entendí que quería que me fuera. Sin más, salí del departamento.
Me apresuré a ir a la reunión, pero tuve que regresar al darme cuenta de que llevaba la ropa sucia.
-¿Por qué no me di cuenta antes? -me quejé, estando ya a pocos pasos de entrar.
Tuve que regresar rápidamente ~¿Quién quería a una vecina que use ropa sucia en momentos así?~ Pensé al empezar a irme.
Al pasar frente a la puerta de mis vecinos, percibí un leve pero característico olor a gas. Por el apuro, no le presté atención.
Llegué a la puerta de mi apartamento.
Abrí.
Todo se volvió blanco.
Un estruendo lo inundó todo.
Mis músculos se tensaron.
Mis oídos se aturdieron.
Un pitido....
Sin darme cuenta, caí.
El dolor invadió mi cuerpo casi al instante.
¿Eh? ¿Qué pasó? ¿Mis vecinos? ¿Por qué estoy en el suelo? ¿Y este pitido? ¿Esa luz... son llamas?
No podía moverme. Seguía luchando.
Todo se volvió difuso...
pesado...
lejano...
oscuro...
¿Moriré?
Fue lo último que pensé.