¿lo prometes?

Capítulo 6

Char

Las voces de los estudiantes en la cafetería hace imposible que se pueda escuchar la pequeña música de fondo. La larga fila para la comida parece crecer más y más, la comida que espera al final ni siquiera vale la pena.

Cuento mentalmente cuanto podré dejarme gastar si camino hacia la hamburguesería que esta adelante.

Llevo bastante tiempo sin comer algo fuera de la cafetería o de la comida enlatada de casa.

Me salgo de la cafetería, ignorando disimuladamente el llamado de Jora al otro lado de esta, esperando que coma con ellos

Camino por los pasillos lo más rápido posible, evitando pensar mucho en la decisión impulsiva de comprar comida, evitando que en el futuro pueda comprar algo que tal vez si necesite más que eso.

La entrada del colegio esta a tan solo unos pasos.

Mi celular suena, sobresaltándome, como una alarma que me dice que mi decisión no es la correcta.

Tomo el celular, enojada con el pequeño aparato, pero me quedo quieta, al ver el nombre en la pantalla.

—¿Huyendo de clases frente a mí?—la voz de Alex suena cerca, pero lejana, volteo a todos lados y veo una mano que me saluda.

Su carro está parqueado delante del colegio, justo al lado de la hamburguesería.

Cuelgo el teléfono y me acerco a su ventana.

—¿Qué haces aquí? Es miércoles.—digo y el frunce el ceño.

—¿Hay alguna regla que no conozco que dicta que solo podemos vernos los viernes?—pregunta y ahora soy yo la que frunce el ceño.

—¿Saldremos hoy?—pregunto y ahora es una mirada de incredulidad que llena sus oscuros ojos.

—Char, realmente solo me ves como una persona para los fines de semanas y fiestas ¿verdad?—dice y yo me sobresalto ante sus palabras.— Voy a tratar de no ofenderme por ello. Ven sube, tengo algo para ti.

Alex aparta la mirada, su mandíbula se ha tensado, una leve culpa empieza a formarse en mi pecho.

¿Realmente solo lo veo como tal?

Me subo al auto y Alex sube su ventana, dejando que el aire circule libremente.

—Ten.—dice mostrándome su puño, frunzo el ceño viéndolo, él asiente así que pongo mi palma debajo, sintiendo como un pequeño objeto de metal helado cae.

Me quedo quieta.

—Es la llave de casa, bueno, una copia. No es para que entres a cualquier momento, pero si en dado caso necesitas un lugar donde huir, sabes que mis puertas siempre estarán abiertas para ti.

El chico parece dejar de respirar, mi boca se abre con asombro, mis ojos chocan con los suyos que me mira expectante, nervioso. Mi sonrisa hace que el sonría.

—No tenías por qué.—digo, completamente asombrada ante el gesto.

—Tengo miedo que mis vecinos crean que tengo una hija perdida que viene a buscarme.—dice y mi carcajada resuena en el carro.

Alex muerde su labio, impidiendo que la carcajada que quiere soltar salga.

—No me veo tan pequeña aunque definitivamente tú te ves así de viejo.—su sonrisa desaparece, su boca se abre ofendido.

 




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