¿lo prometes?

Capítulo 15

Char

La foto que Alex me ha mandado con la lápida de sus papas, con el comentario que ellos me mandan saludos me hace sonreír.

Mi mano va a mi pecho, queriendo aliviar el pequeño dolor que aparece.

Le escribo rápidamente que amaría ir a verlos, que cuando él se sienta listo, que encantada iría con él.

Miro la hora, programándome mentalmente con el tiempo que tengo disponible para llegar a casa de Alex para poder darle la sorpresa que he estado preparando.

Un trueno a la lejanía me hace ver la ventana, frunzo el ceño al ver una gran nube negra acercándose.

Vuelvo a ver la hora en mi celular.

—Será mejor que me apresure si no quiero que la lluvia venga por mí.—entro al baño corriendo, me pongo lo primero que encuentro.

Bajo las gradas para dirigirme a la cocina, donde he dejado la plancha. He encontrado un vestido olvidado en mi armario, luego de lavarlo no me quedaba nada mal. Solo necesitaba plancharlo.

El sonido de la puerta me hace detenerme a media cocina.

Mis ojos miran el reloj arriba de la cocina.

—No puede haber venido tan temprano.—susurro, paralizada, analizando los pasos.

Mi cerebro piensa más rápido de mi cuerpo, porque aunque pensé que podría desconectar la plancha y llevarme el vestido arriba sin ser detectada, una fuerte mano es la que me agarra de la muñeca.

El brusco jalón me hace perder el equilibrio, me caigo de la mitad de las escaleras hacia abajo. Mi cabeza tan cerca de la plancha que estaba calentándose.

—¡¿Adónde crees que vas sin saludar a tu padre?!—cierro los ojos tratando de agarrar aire, el golpe me lo ha sacado casi por completo, mis ojos se nublan un instante.

Me levanto con cuidado, ocultando el vestido detrás de mi cuerpo.

—Buenas tardes, padre, no te escuché llegar.—mi voz sale como un susurro, tan bajo que creo que solo fue en mi mente.— Estaré en mi cuarto estudiando.

Mi cuerpo se gira hacia las escaleras, suplicándole a mis piernas correr lo más rápido que puedan.

Pero mi padre agarra el vestido que trataba de ocultar, el jalón hace que se desgarre una manga.

Mi boca se abre con asombro, viendo la parte del vestido aun en mi mano.

—¡¿Acaso crees que soy imbécil?! ¡¿Acaso no crees que sé que eres una maldita puta que sale todas las noches?!—mi cuerpo se sobresalta ante esas palabras que he escuchado ya muchas veces.

Mis ojos están fijos en el suelo, sin poder encontrar el valor de levantarlos.

—¡¿No me responderás?!—mi cuerpo empieza a temblar, mis nudillos se ponen blancos ante la presión que hacen en la manga del vestido aun en mis manos.

—No iba a salir de fiesta hoy, yo...

—¡Mentirosa!—la presión de su dedo me daña la frente, me hace agacharme un poco.—¡Eres una maldita mentirosa como tu madre! ¡Me tienes trabajando día y noche como un puto cerdo para consentir tu vida de puta! ¿Siquiera ganas algo? ¡Dime! ¿Ganas algo abriendo las putas piernas como tu madre lo hacía?—una solitaria lágrima rueda por mi mejilla.

Mi padre agarra mi cara por el mentón, obligándome a ver sus furiosos ojos inyectados de sangre.

—Yo no...—mi voz suena apagada, sin vida.

—¡Pero eso es lo que te gusta ¿no?! ¡Ver como trabajo y trabajo y trabajo para ti! ¡Mientras tú te cojes a mi mejor amigo! ¡Maldita sea Astrid! ¡Maldita sea!—su padre suelta su cara con fuerza, haciendome caer al piso.

Me quejo al sentir el golpe en mis raspones aun sin sanar completamente.

Mi padre sigue gritando, palabras y más palabras, tirando algunas cosas a su paso, algunas cosas que aún no ha destrozado.

—Yo no soy mi madre.

—¡¿Qué dijiste?!—la cólera de mi padre se dirige a mí nuevamente.

Lo miro, con los ojos llenos de rabia, de dolor y de mucha tristeza.

—¡Yo no soy mi madre!—grito.

Oculto mi cabeza con mis manos cuando veo que mi padre levanta una mesa y la deja caer tan fuertemente al piso que algunos pedazos caen encima de mí.

—¡Es suficiente! ¡Largo de aquí! ¡Vete de una puta vez!—es el miedo que se refleja en mis ojos, miedo de sus palabras.

Mi padre empieza a caminar rápido escaleras arriba, corro tras de él, asustada al ver lo que hace.

 

 

 

Me quedo quieta, viendo como mi padre tira fuera de la casa el último montón de ropa. Veo como este queda completamente empapado en segundos bajo la tormenta.

Veo mis zapatos, mis audífonos de segunda mano, veo mis almohadas y también algunos libros de texto.

Veo como todo, rápidamente, empiezan a llenarse de agua.

Mi padre grita unas palabras que ya no entiendo, que ya no tienen sentido para mí, antes de cerrar fuertemente la puerta.

A pesar del fuerte sonido de la lluvia, del destrozado sonido de mi corazón, a pesar de la distancia, puedo escuchar perfectamente cuando cierra la puerta con llave.

Como una daga en el corazón, justo en el corazón.

Pero el dolor y el miedo no se compara para nada a la mirada que Alex me dirige.

No lo había escuchado llegar, no había visto su carro para nada.

Pero él esta ahí, parado frente a mí, con su ropa empapada, ropa que estaba perfectamente arreglada hace un par de horas cuando fue a visitar a sus padres.

Mi cuerpo colapsa completamente, veo como mis muros se derriban uno a uno, como esa protección que tanto me había costado crear, vuela con el viento de la lluvia.

 

 

 

 

 

Alex

Mi cerebro va a mil por hora, tratando de entender una situación que parece mucho más compleja que una disputa entre padre e hija.

Mi cuerpo se tensa al ver el dolor en el rostro de Char, el miedo y la desesperación.

Mi cuerpo reacciona ante ello, camino hacia ella y me agacho frente a ella, mi mano se alarga para tomar su mano, pero ella la aparta bruscamente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.