Char
Alex entra al baño, se escucha el sonido de agua corriendo. Unos minutos después sale.
—El agua se calentará en poco tiempo. Toma un baño, ponte la ropa que he puesto en la mesa y ven a comer algo.—su voz es delicada, cariñosa.
Pero en mi pecho hay un vacío. No logro verlo a los ojos.
Alex deja salir aire de su nariz delicadamente, sale de la habitación dejando la puerta cerrada detrás de sí.
Obligo a mi cuerpo a moverse cuando un escalofrío me recorre hasta los huesos.
Entro a la bañera y me quedo ahí, lo que parece ser mucho tiempo.
Unos pequeños golpes en la puerta me sobresaltan, mi cuerpo entero se pone alerta, pero recordar adonde me encuentro mis hombres caen cansados.
—¿Char? ¿Todo bien?—la voz de Alex suena preocupada. Podía sentir sus ganas de entrar al baño solo para cerciorarse que no me he ahogado en la bañera.
—Salgo en un momento.—digo, con una voz que parece extranjera, una voz extraña después de llorar tanto.
Se tarda uno segundos antes de alejarse de la puerta.
Salgo de la bañera, secándome con la enorme toalla que ha dejado para mí, me pongo la misma pijama que me dio unos cuantos meses atrás.
Me pongo el gran hoodie sobre mi cabello, secando lo mejor que puedo antes de salir de la habitación.
Bajo las escaleras para encontrar dos platos sobre la mesa.
Mi cuerpo se tensa cuando veo al chico delante de mi sentado en la mesa, con sus manos sobre su cabeza.
El también se ha bañado y cambiado, estando igual de mojado que yo por la lluvia.
Cuando escucha mis pasos levanta su cabeza e intenta regalarme una pequeña sonrisa.
Pero la preocupación baila en su rostro.
—Calentaré rápido la comida.—dice levantándose, pero yo tomo su brazo, niego con la cabeza y me siento a su lado.
Miro el delicioso plato frente a mí, pero no encuentro por ningún lado apetito para siquiera fingir comerlo.
Mis ojos empiezan a cerrarse después de un rato observando la comida.
—Char... Come al menos un poco por favor.—la mano de Alex se pone en la parte de atrás de mi cuello, aparto su mano.
Veo dolor en su mirada, él nota el alejamiento que he tomado desde mi casa.
—Basta.—mis labios tiemblan al ver su rostro. Su bello rostro lleno de preocupación por mí.— Por favor detente.
—No he hecho nada.—su mandíbula se tensa, como si sus palabras tuvieran otro sentido. Él no sabía nada, no podría haber hecho nada, no quería que él hiciera nada.— ¿Por qué no me dijiste lo que pasaba en casa?
Mis piernas se levantan tan rápido que la silla cae hacia atrás.
Alex mira la silla en el suelo y suspira.
—Basta.—mi voz se corta, mi cuerpo empieza a temblar otra vez.
—No puedes esperar que no haga nada o no diga nada después de lo que vi.—su respuesta es dura, me dice con la mirada que él no se alejara por mucho que yo intente.
—No tiene nada que ver contigo.
—Todo de ti tiene que ver conmigo.—ruge levantándose. Suspira, tratando de calmarse.—Todo lo que te pasa me afecta, porque tú me importas Char.—mis labios se abre, mis ojos empiezan a nublarse por las lágrimas que me rehúso a derramar.
—Nunca te pedí que sintieras eso. Solo quería salir de fiesta. Solo quería un escape de casa. Solo...
—¿Solo eso?—sus labios hace una línea. Sus ojos llenos de dolor, pero de alguna manera comprensivos, como si entendiera que mis palabras no son lo que realmente quiero que sean.
—Solo eso.
Es mentira, mira en mis ojos, es mentira. Eres lo único real que tengo, eres lo único que no esta en roto, cuando todo en mi vida lo esta. Por favor no te mezcles con ese desastre.
Sus ojos se mueven de lado a lado, miran mis ojos llenos de lágrimas.
—Entiendo.
Mis hombros caen, mi pecho duele y mis mejillas se llenan de lágrimas cuando mi cuerpo cae al piso, escuchando como Alex sube las escaleras y cierra una puerta.
Alex
Toco la puerta, una vez, dos veces. No hay respuesta.
—¿Char?—abro la puerta con cuidado, tratando de ajustar mis ojos con el oscuro cuarto.
Me quedo sin aire al ver que no hay nadie.
Ni en la cama, ni en el baño.
—Está bien, muchas gracias, pasaré por ahí en un momento.—la voz del otro lado de la línea me agradece, antes de colgar.
Dejo mi celular en la mesa de la cocina.
Las cosas de Char han sido trasladadas a una bodega, bueno, lo que queda de las cosas de ella.
Cuando me di cuenta de que no estaba en casa manejé hacia su casa, no había nadie más que los señores de la mudanza que estaban tratando de agarrar lo que podían.
Toque el timbre, toque la puerta pero nadie respondió.
Un sentimiento agridulce me invadió, aliviado que no haya contestado su padre, porque no sabría que podría hacerle, pero asustado al no saber nada de Char.
Llamarle o escribirle iba a ser por gusto. Ella no respondería.
Suspiro tocándome las sienes.
Miro el calendario, esperando que no le tome otro mes volver a mí.
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Editado: 06.03.2024