Lo que algún día pudo suceder

La caja debajo de las escaleras

Habían pasado 7 años desde que había dejado Flora. Me estoy mudando de departamento, había entrado en una limpieza exhaustiva, mientras María me ayudaba, encontró una caja en el almacén debajo de las escaleras.

—¡Carajo Edric! —dijo entre voz entrecortada, tosía fuertemente, pero al bajar la mirada vi aquella caja

—¿Qué es? —dije y me acerqué a ella.

—Una caja, ¿no es obvio? —Rodeé los ojos y bufé. Tome con delicadeza la caja, era una ya muy vieja y llena de polvo, que ni siquiera se veía las palabras que tenía marcadas por fuera, era un poco pesada y no tenía ni idea de lo que tenía dentro.

—¿La tiro? —Negué de inmediato, y se la quité completamente de sus manos.

—Yo me encargaré.

Estuvo 3 semanas alado de la escalera. Pensaba llevarlas en el auto cuando me cambiara al nuevo departamento. Y así, pasaron tres semanas en el olvido. Había cosas ahí dentro que nadie sabía que contenía. Era la única caja que no portaba con etiqueta, solo con una dirección borrosa y un sello indistinguible. Me pregunté si abrirla era lo correcto, pero muy dentro de mí sabía que no debería. Así que deje de pensar en eso y olvidarlo, porque eso era lo mejor.

Quise dejar mi vida atrás. Que todo lo que había pasado, no fuera real. Pero dejar de recordar no implica borrar lo que ya sucedió.

Así que, una noche antes de todo. Tome la caja y subí a mi habitación, me senté sobre la cama y puse la pequeña caja en mi regazo, en frente de mí había un espejo y me miré en él. Observé mi rostro lleno de miedo.

Abrí la caja y mire las cartas manchadas por encima de polvo.

Lo supe cuando tuve esa caja en mis manos.

Las cosas no habían cambiado, solo eran diferentes.




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