Habían pasado un poco más de seis años desde que dejé Flora. Me estaba mudando de departamento y entre una limpieza exhaustiva. Marí encontró una caja en el almacén debajo de las escaleras. Me pregunto qué debería hacer con ellas, le dije que yo me encargaría.
Estuvo 3 semanas alado de la escalera. Había cosas ahí dentro que nadie sabía que contenía. Era la única caja que no portaba con etiqueta. Me pregunté si podría abrirla, pero muy dentro de mí sabía que no debería. Así que deje de pensar en eso, ya que olvidarlo era lo mejor.
Pero había algo que me atraía cada vez hacia esa pequeña, pero pesada caja. Así que sin pensarlo mucho la tome sin aviso alguno.
Así que, decidida, subí a la habitación ya vacía.
Quise dejar mi vida atrás. Que todo lo que había pasado, no fuera real. Pero dejar de recordar no implica borrar lo que ya sucedió. Lo supe cuando tuve esa caja en mis manos; las cosas no habían cambiado, solo eran diferentes.