Lo que callamos para no rompernos

Salvaje

Me llaman salvaje cuando no mido lo que digo, cuando mis palabras cortan y exponen lo que otros prefieren ocultar. Salvaje, porque no sé fingir. Mi verdad pesa más que cualquier apariencia. Lo demás… ruido que el viento arrastra. No tolero opiniones disfrazadas de interés, esas que envenenan lento y destruyen sin ruido. Y sí, lo admito: prefiero ser salvaje antes que convertirme en quien juzga desde su pedestal mientras desprecia los miedos ajenos. Nací así. Camino desapercibida, pero siendo fiel a lo que me sostiene. Soy salvaje. Porque ser dócil me rompía. Porque callar me borraba. Porque si no grito, nadie escucha.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.