Lo que callamos para no rompernos

La costumbre del vacío

Fingir se volvió costumbre. Decir “estoy bien”, un acto reflejo. Y lo que antes era verdad… ahora es solo parte del guion. Ser honesta incomoda. Mostrarme tal como soy... no está permitido. Entonces me escondo. Como hacen muchos. Nos volvemos expertos en callar, en fingir, en guardar lo que duele. Aprendí a mentir. No porque quiera, sino porque parece lo normal. Fingir se acepta. La verdad, en cambio, incomoda. El engaño siempre termina cayendo. Y cuando eso pasa, deja un vacío que no se llena. Rostros que ya no saben quiénes son, después de tanto tiempo detrás de máscaras.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.