¿Quién se detiene alguna vez a mirar el cielo? De día, el sol domina la tierra; de noche, lo hacen la luna y las estrellas. La noche cálida llega y me abraza; el día frío me aleja. ¿Por qué son tan diferentes? Me lo pregunto a mí misma, pero no hallo respuesta alguna. Solo hay destellos de oscuridad, dudas sombrías y un vacío profundo. Nada importa cuando miro el cielo: solo hay belleza, calma y paz. Un paraíso de sueños, un infierno de pecadores. Hablarle es en vano; su única respuesta es el silencio, mi propio eco. Entonces miro el suelo. Suspiro, queriendo dejar de mirar, pero acabo vencida y vuelvo a contemplar el infinito azul que causa mi desvelo.
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