Lo que callamos para no rompernos

Donde habita la ausencia

La vida no avisa, solo pone pruebas. Algunas duelen, otras rompen, y no siempre se puede cambiar lo que pasó, pero sí aprender a vivir con las marcas. Cada cicatriz guarda la memoria de la fuerza que sostuvo el dolor. Las pérdidas no se superan, se habitan; la ausencia enseña a cuidar lo que aún respira. Se aprende que no todo es alegría: también hay soledad, derrotas, silencios, pero hay batallas que valen la pena y sueños que no se rinden. No basta con existir: hay que hacerlo con conciencia, sin dañar, porque todo vuelve, y cuando vuelve, revela quién fuiste. Cada día es una prueba, y la vida solo desafía a quienes saben resistir desde el alma.




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