Lo que callamos para no rompernos

Lo que el viento no borra

A veces lo que duele no se olvida, solo se esconde. Recuerdo lo que quise conservar y lo que nunca debí permitir. Sigo queriendo amar, aunque aún no sé cómo perdonar. Decidir se ha vuelto rutina, como lanzar una moneda sin saber si perderé otra parte de mí. Todos sonríen, pero pocos admiten que están rotos por dentro. Las emociones reprimidas y los miedos silenciosos gobiernan más de lo que creemos. Sentir no es debilidad, es lo que me recuerda que sigo viva. Al final del día, los recuerdos se acomodan: algunos duelen, otros reconfortan, pero todos siguen ahí, como palabras que el viento aún no ha logrado borrar.




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