Lo que callamos para no rompernos

Demasiado rota para fingir

¿Felicidad? Qué palabra tan lejana. Se promete como destino, pero se comporta como espejismo. Cuanto más la buscas, más se aleja, llevándose consigo hasta el último rastro de esperanza. Te carcome por dentro, sin pausa. Las penas se acumulan, la sonrisa se desgasta, el cuerpo se vuelve trinchera. El día pesa, la noche duele. La soledad no pregunta: invade, y deja vacío en cada rincón. Los recuerdos se desvanecen, los sentimientos se evaporan como agua en tierra rota. No hay paz. No hay silencio. Solo tormenta y una urgencia de gritar. Estás ahí, sin salida, sin tregua. Demasiado rota para fingir.




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