Silencio, no hagas ruido, soy una bomba que si quitas el seguro explota. El ruido no existe porque si fuera así ya me hubieras escuchado, la bomba explotó muchas veces dentro de mí, dejando miles de grietas en mi piel que intento cubrir con bellas mariposas de colores.
Al principio es aterrador, pero luego te acostumbras a que tu cuerpo diga lo que tu boca no. Yo soy el silencio y tú el ruido, si hubieras sido un tanto prudente no estaría en este cuarto lleno de luces que aturden mi mente.
No es mi culpa, esto es lo que creaste con tu ruido incesante, miles de palabras entrando en mi mente dando vueltas y vueltas desatando un nudo sin remedio alguno. Te pedí tantas veces que me escucharas que me quede sin voz de tanto gritar, ¿por qué siempre fui yo la que tuvo que respirar y callar?
La venda en tus ojos no te deja escuchar, minimizando y comparando mis problemas que piensas que con una curita puedes arreglar. No soy fría, es mi caparazón evitando tus palabras, no soy callada, solo no quiero crear el mismo trauma y que utilicen las pastillas regadas debajo de mi cama.
Dichoso silencio, torturas mi mente sin piedad, señales claras como el agua, pero tan espesas como el barro, trágico final para alguien que solo quería ser escuchada y comprendida.
Perdón por no gritar lo suficientemente fuerte es que intentaba recoger las piezas de mi alma creando un hermoso cuadro tan vacío como mi mente. No grites que no te escucharé, estaré en un campo lleno de flores y ruido que me harán más feliz de lo que fui ayer.
Silencio, no hagas ruido, que la bomba ya explotó.