Lo que dejamos al rompernos

Capítulo 9

Coincidencia

Después de la pizza, Briana recibió una llamada. Su rostro se iluminó en cuanto vio el nombre en la pantalla.
—¡Paulo! —dijo con entusiasmo, y se levantó un poco de la mesa para contestar.

Yo aproveché para beber el último sorbo de soda. Había escuchado mucho sobre él, pero nunca me había tocado pasar tiempo con él más allá de un par de saludos. Y aun así, podía reconocer por la manera en que Briana hablaba de Paulo que él no era un mal chico.

Diez minutos después, Paulo estaba con nosotras en el centro comercial, saludándome con una cordialidad que no parecía forzada.
—Por fin conozco a la famosa Amelia. —Sonrió, dándome la mano—. Briana habla tanto de ti que empiezo a sentir que ya eras parte de mi familia.

—Espero que solo diga cosas buenas —respondí, arqueando una ceja.

—Depende del día —intervino Briana, entre risas, colgándose de su brazo.

Terminamos caminando juntos por los pasillos. Briana había insistido en que quería “solo mirar” ropa, pero todos sabíamos lo que eso significaba: mínimo tres bolsas de compras al final del recorrido.

—No entiendo cómo caí en esto —murmuré, resignada, mientras la seguíamos hacia una tienda.

—Porque me quieres —contestó Briana sin volverse, con un tono cantarín que me hizo rodar los ojos.

En cuestión de minutos, ya estaba entrando y saliendo del probador con distintos conjuntos, como si estuviera en un desfile improvisado. Paulo y yo, cómplices en nuestra paciencia, decidimos calificar sus elecciones con el celular: un simple número que levantábamos cada vez que ella se giraba frente a nosotros.

—¿Un ocho? ¡Esto es un diez! —se quejó Briana al ver nuestras puntuaciones.

—Siete, en realidad —rectifiqué con calma.

—¡Traidora! —exclamó, volviendo al probador entre risas.

Paulo me miró divertido.
—Tienes agallas para bajarle la nota. Yo ya aprendí que a veces es mejor darle la razón.

—Alguien tiene que ser honesto —respondí.

La fila en la caja avanzaba despacio. Yo me entretenía mirando la torre de accesorios mal acomodados cerca del mostrador mientras Briana discutía con Paulo sobre si aquella falda “realmente merecía” un nueve.

Y entonces lo vi.

Adriel.

Estaba unos pasos adelante, acompañando a una chica que parecía tener quince años a lo mucho. Ella sostenía un par de blusas y un vestido, claramente emocionada, mientras él cargaba con paciencia una chaqueta y un bolso. Tenía el gesto relajado, casi protector, escuchando cada palabra de la adolescente como si fuera lo más importante del mundo.

Me sorprendió esa imagen: tan distinto al hombre directo y casi insolente de los mensajes nocturnos.

De pronto, levantó la vista. Y nuestros ojos se encontraron.

El aire pareció espesarse por un instante.

Yo apenas logré disimular mi sorpresa, pero Briana fue la primera en reaccionar.
—¿Lo conoces? —preguntó, con la naturalidad de quien está lista para juntar piezas de un rompecabezas.

Yo dudé, pero al final asentí.
—Sí… más o menos.

Adriel dio un paso hacia nosotros con una sonrisa discreta, la típica de alguien que se alegra de un encuentro inesperado.
—Vaya, Amelia —dijo, como si el resto desapareciera—. Qué coincidencia.

Briana arqueó una ceja, curiosa.
—¿Ustedes se conocen?

—Nos cruzamos hace poco —respondí rápido, quizás demasiado.

La sobrina, que hasta ese momento no había entendido nada, intervino con inocencia.
—¿Ella es amiga tuya, tío?

Él solo sonrió, sin quitarme los ojos de encima.
—Podría decirse que sí.

El cajero nos interrumpió llamando al siguiente, y esa pausa me dio la excusa perfecta para desviar la mirada. Mientras él pagaba la ropa de su sobrina, yo fingí revisar mi celular, aunque en realidad mi atención seguía en cada uno de sus gestos.

Había algo en su presencia que removía mis defensas, incluso en una escena tan simple.

----- Se viene la perspectiva de Adriel ! estuve esperando este cap. -----

Espero que lo disfruten al igual que yo <3




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