ADRIEL
La música estaba baja, lo suficiente como para no molestar pero mantener el ambiente encendido. El living de la casa de Rodrigo siempre había sido el punto de encuentro: botellas de cerveza regadas por la mesa, un par de vasos de whisky y las risas que subían y bajaban como una ola.
Éramos seis en total: Rodrigo, el anfitrión; Diego, siempre el más bocón; Marco, que intentaba ser el más racional del grupo; Esteban, un bromista insoportable; y Javier, el callado que solo hablaba cuando tenía algo certero que soltar. Y yo, me acomodaba en el sillón, observando más de lo que participaba.
—Hermano, ¿y qué onda con la de la fiesta? —preguntó Diego, dándome un codazo mientras servía más cerveza en su vaso—. Esa morena que no te dejaba en paz, ¿te la levantaste o qué?
Le di un trago largo al vaso antes de responder.
—Nada. Fue solo un baile —dije, con un tono seco que cortó el entusiasmo del grupo.
—¿Nada más? —Esteban soltó una carcajada incrédula—. Vamos, Adriel, si esa chica prácticamente te estaba siguiendo como sombra.
Me encogí de hombros.
—No me interesaba.
Rodrigo arqueó las cejas, apoyándose en el respaldo del sillón.
—Otra vez el gran Adriel indiferente. Siempre lo mismo: una noche, un par de risas y chao. Nunca nadie te engancha más allá del rato.
—¿Y para qué complicarse? —replicó Marco, levantando su vaso—. El tipo disfruta y listo. No lo culpen.
—Sí, pero últimamente ni eso —saltó Javier, que hasta ese momento no había abierto la boca. Su mirada se clavó en mí como un dardo tranquilo—. De hecho… ¿dónde has estado estas dos semanas?
Todos se giraron hacia mí. La mesa se quedó en un silencio extraño, interrumpido solo por el ruido de las botellas chocando al fondo.
—Eso —añadió Diego, riéndose pero con malicia—. Desapareciste, hermano. Ni un mensaje, ni una salida. ¿Qué pasa? ¿O es que por fin alguien te quitó el papel de "hombre libre"?
El comentario arrancó carcajadas de los demás, pero yo me limité a forzar una sonrisa. La verdad es que no tenía respuesta preparada. No iba a decir que había pasado las últimas dos semanas esperando a una chica en una cafetería. Sonaba ridículo incluso en mi propia cabeza.
Rodrigo me miró con ojos entrecerrados, divertido.
—Mírenlo, hasta parece nervioso. ¿Quién te trae así, Adriel? Porque no es normal en ti.
—Sí, confiesa —dijo Esteban, golpeando la mesa con la palma de la mano—. Si no, te sacamos la verdad a punta de tragos.
Todos rieron. Yo solo bebí en silencio, sin darles más explicación. Pero por dentro… sabía que si alguien me tenía ausente, distraído y enganchado, era la chica del libro. Amelia.
------Hola! hoy no duermo por que ando inspirada! Además les debo muchos capítulos por mi ausencia :c
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