DEREK
6:45
Por fin logro salir de toda esa inmensa trancadera, voy a toda velocidad para recoger a Marcela, no tenía idea de cuánto podía correr este coche.
Por fin llego me bajo del auto, voy hacia la puerta impaciente por el retraso que llevo, no obstante me sorprendo por que esta abierta. Vuelven a mi algunos recuerdos de el primer día que acompañe a Marcela a su casa, la puerta también se encontraba abierta en esa ocasión, me sobresaltó y decido entrar rápidamente.
Mientras me acercaba cautelosamente pude oír esa "conversación", vi cómo se alteraba la expresión de Diego con las últimas palabras, podía jurar que estaba decidido a matarla, retrocedió unos pasos para impulsarse y abrir la puerta de un solo empujón, y lo logró.
El susodicho estaba desprevenido así que se tambaleó y de un tropiezo terminó en el pizo, Diego se levantó pero inmediatamente Marcela rompe en su cabeza un florero pequeño que tenía, Diego sin salir afectado aprovecha su cercanía y sorprendentemente la abraza.
Marcela por un momento queda sin palabras, suelta una pequeña lágrima que inmediatamente la borra con su mano y se aleja de él.
Asenti con la cabeza y la seguí, Marcela me condujo hasta la salida sin ver atrás, no obstante podía sentir la tristeza que le invadía.
Ella asiente con la cabeza.
MARCELA
Subimos al auto, y no podía evitar estar triste, después de todo había vivido amando muchos años a ese tipo de mal corazón, fue muy doloroso dejarlo de lado para siempre, pero yo no merecía quedarme ahí, con un hombre que no sabe amarme de verdad.
No me cabe duda de que Derek se percató de mi tristeza así que me dio mi espacio para pensar y poder tranquilizarme durante el camino a la casa de su familia, cuando por fin el auto se detuvo, me miró con tristeza.
Mientras íbamos hacia la entrada, sentí como poco a poco se me hacía un nudo en la garganta, después de todo iba a conocer a una suegra que no era mía, pero que de todos modos es suegra y eso me ponía nerviosa, rayos en que me metí, el corazón no paraba de anunciarme algo.
Entramos a un bella sala, ahí se encuentran sentadas dos mujeres muy finas, una mucho más joven que la otra.
Ambas se paran para saludar y se acercan a mi.
Me sentí culpable por pensar que ellas podrían llegar a ser las típicas mamá e hijas celosas y posesivas de su único hijo, por que realmente parecen muy sinceras con ese recibimiento caluroso.
Olivia, una Señora que aparenta ser cautelosa, y muy segura de lo que hace, con un porte muy fino, se nota que es de las que siempre está bien vestida y Lisseth, una jovencita muy bonita con un rostro que muestra mucha inocencia, y nada de maldad en la mirada.
De pronto entra a la sala un joven apuesto.