Lo Que Dicen Tus Ojos

Capítulo 7

CAPITULO 7

Kaira pasaba cada día entrenando sin descanso al ejército de su padre; desde su regreso era muy poco lo que hablaba, se reunía con los otros generales reorganizaba las defensas, establecía nuevas estrategias, ayudaba al ejército a mejorar sus técnicas de combate usando todo lo que aprendiera de Dalfon y Carix en Aoxtduzz; aprovisionó el reino con ayuda de su padre y las buenas relaciones de este con otros reinos; todo se hacía, en la más absoluta discreción.

Estaba revisando un cargamento de harina, carne y pescado seco, cuando el rey Salum la mandó a buscar; se reunió con él en el salón del trono

- hija, últimamente no te dejas ver; dedicas mucho tiempo al ejército

- lo siento mucho padre, pero así debe ser

- ¿estás segura de que Duma nos atacará a nosotros?

- lo estoy padre, no sé cuándo, pero estoy segura de que lo hará; con un nuevo sol o con una nueva luna, vendrá

- está bien hija. Por otro lado, han pasado treinta y cinco soles desde que regresaste, no le has escrito a tu esposo y por lo visto no piensas volver a él

- padre, no puedo dejarte en este momento; cuando pase todo esto vuelvo a Aoxtduzz

- no creo que tu esposo esté conforme con tu prolongada ausencia

- el me dio su venia para venir a ti padre mío; tampoco ha enviado por mí, puede estar ocupado defendiendo su territorio; estoy segura que el agradece que esté contigo, así no se preocupa mucho por mi seguridad

- no estoy muy convencido de tus argumentos, pero en fin, tú sabrás lo que haces. ¿Has visto a tu hermano?

- ¿Kaelen? – Salum asintió, aun sentía un gran dolor por la suerte acaecida a su hijo mayor el que sería el heredero al trono – apenas ayer estuve en la noche en sus aposentos, sus ojos se abren muy poco, su frente estaba cubierta de sudor. Padre, el sufre mucho

- solo el Alto Señor lo puede ayudar hija, nosotros no podemos hacer nada

- así sea; – respondió ella con tristeza – tengo que dejarte padre, debo encargarme de las provisiones

- hay suficientes alimentos para soportar muchos nuevos soles, has hecho un muy buen trabajo, descansa un poco.

- el tiempo de descansar llegará, padre – le dijo alejándose.

Ese día mientras el sol estuvo vivo, trabajó sin descanso, cuando este murió en el horizonte, se encaminó una vez más a los aposentos de su hermano Kaelen, en el camino se encontró con Fabri, su otro hermano que ya había vivido diez otoños

- ¡Kaira!

- hola Fabri, ¿no deberías estar en tu cama?

- Maraya me ha permitido venir a buscarte

- bien, si es eso cierto debe ser que me necesitas; dime hermano menor, ¿Qué puedo hacer por ti?

- muchos soles han pasado y tú no has vuelto a llevarme a dar un paseo en Saeta, pensaba que tal vez cuando nazca de nuevo el sol, me puedas llevar

- vamos a hacer algo, cuando el nuevo sol aparezca, me buscarás en los establos y te llevaré en un corto paseo alrededor del castillo; después que pasen los malos tiempos, te llevaré a cabalgar, eso voy a hacer

- ¿me llevaras a Aoxtduzz?

- no lo sé, pequeño príncipe; ahora vete  a la cama

El pequeño se fue y ella soltó un suspiro, pensaba en su esposo y en que faltaban muy pocos soles para completar 90, desde el día de su boda; al llegar esa fecha sin haber consumado su matrimonio, según las leyes y el pacto matrimonial, su matrimonio quedaría disuelto; sacudió su cabeza para sacarse esas ideas de la cabeza. Retomó el camino a la habitación de Kaelen con la mirada sombría por los recuerdos.

Esa noche, sin que Kaira se diera cuenta, cobijado por las sombras, el rey Salum, abandonó el castillo, solo iban con el 3 de sus hombres de confianza; tomaron rumbo al sur oeste, hacia la frontera. Salum se había enterado de la presencia de su yerno en aquel lugar y también que este no quería que por ahora Kaira se enterara; por esta causa solicitaba comedidamente que el rey Salum se sirviera presentarse en el punto donde se unían los dos reinos. El lugar estaba realmente cerca, Salum contaba con ir y regresar antes de que el nuevo sol naciera.

Fue recibido al llegar por el primer general del reino de Aoxtduzz, quien lo saludó con amabilidad y luego lo condujo a la tienda de Vardem, allí a su vez fue recibido con agrado, y atendido con generosidad.

- excelentísimo rey Salum, es un grato honor verle, aunque sea en estas condiciones – le dijo Vardem

- también es un honor, rey Vardem, aunque debo confesarle que estoy un poco intrigado, pudo haber ido hasta el castillo, que es también su casa



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En el texto hay: guerreros, romance, amor

Editado: 13.04.2019

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