Lo que dicta el Corazón: El Origen [1]

5:

Aiden Clark.

El día de la boda.

Ella se iría y ha sido incapaz en decírmelo, tuve que enterarme por mi mejor amigo que se irían a Massachusetts a qué ella pueda cumplir su sueño y me emociona por ella, se que siempre quiso estudiar en Harvard y que lo cumpla me da felicidad. Quizás y allá conozca a alguien de su misma edad que pueda darle lo que Mikael no pudo y lo que yo no siento.

Supe por Faith que Alesk y Mikael terminaron su relación la noche de su fiesta de graduación y que quedaron en buenos términos y son buenos amigos aunque eso último no lo creo, mi cuñado se despidió de nosotros está mañana temprano y nos deseó mucha suerte porque se iría a Londres a iniciar su especialidad.

Quizás y no quiera verla hoy.

Yo estaba en mi departamento de soltero bebiendo una copa de vino tinto disfrutando de mis últimas horas como un hombre soltero. Erick desistió en una fiesta de despedida de soltero y lo comprendo, mi historial no es que sea muy pulcro tampoco. Él junto con Chase vendrían a eso de las cinco por mi para ir a la iglesia.

La verdad no sé cómo sentirme al respecto y es complicado, me alegro mucho que vaya a cumplir sus sueños pero le da también nostalgia saber que más nunca la volveré a ver y también que en estos últimos meses solo hemos estado distanciados enojados. Es raro ya que nunca nos hemos enojado, jamás nos hemos evitado tanto como ahora y se que todo en la vida cambia pero es que no le adapto a no verla más seguido.

—¿Estás ebrio?

La pelinegra ingresa a mi departamento como si fuera la dueña y sin importarle que en este momento lo único que deseo es soledad.

—Carisea.

Ella me ve con esos penetrantes ojos azules y pude notar que viene con intenciones de hablar.

—¿Ella lo sabe? —. Al menos fue directo al grano y no le da vueltas al asunto.

—Si es sobre ese tema no, ella no tiene idea y tú no puedes decir nada. —. El vino estaba demasiado bueno como para detenerme así que me sirvo otra copa.

—¿Y en qué momento Erick y tu piensan decirle? —. Ella me ve enojada y está demente, no decido sobre la hija y las decisiones de Erick.

—¿Nunca tal vez? Ella se enojará mucho con su padre si se entera, Carisea, y lo hemos hablado está prohibido hablar de este tema.

—Bien…—. Ella ve la argolla de matrimonio que tenía sobre la isla y junto a mi copa y a la cual no he parado de mirar. Se que hago lo correcto al casarme con Faith.—, no te veo muy emocionado por tu boda.

—Estás mal, claro que lo estoy. Cuento las horas para casarme con mi Faith.

Probablemente no sea el hombre más expresivo de todo el mundo pero me emociona la idea de casarme con mi amada Faith, es lo que quiero y lo haré.

—¿Lo juras, Aiden? —. Ella me hace mirarla y simplemente asiento.

—¿Por qué no te quedaste en Murcia? Acá solo descompones las cosas.

Ella entorno sus ojos quizás obstinada de que le reclame su regreso a Madrid.

—Vine por Erick, me necesita.

Se de sus segundas intenciones con mi mejor amigo y no me agrada en lo absoluto, eso es faltarle a Elizabeth.

A continuación estaba entrando a la iglesia con mis padrinos caminando detrás de mi. Todos me veían durante mi recorrido al altar pero en mi mente había una sola persona y es la que está con un vestido lila y pegado a su delgado cuerpo en la primera fila. Su cabello estaba suelto y liso hasta la altura de sus hombros, su delicado rostro estaba levemente maquillado pero sin ser exagerado.

Ella estaba hermosa quizás más que otros días y lo lamenté gravemente ya que después de verla entre las personas no pude despejar mi ojo de ella y de cada movimiento que hacía. Pero de inmediato pasa a un segundo plano cuando se anuncia la entrada de mi amada Faith.

Ella venía tomada del brazo de Arturo y con un hermoso pero sencillo vestido blanco, su delicado rostro estaba cubierto con un velo y su cabello rubio caía en ondas sobre su espalda. Faith es la mujer más hermosa de todo el mundo y nadie puede decir lo contrario.

—Es mi tesoro, Aiden, cuida de ella. —. Arturo me entrega la mano de su hija en medio de suspiros por parte de los invitados.

—Te juro por mi vida que ella será feliz —. Él da dos pasos atrás soltando finalmente a su hija.

Ella me toma a mi de las manos y vamos al altar juntos.

Nuevamente a las espaldas de Faith estaba ella viéndome, había pesar y melancolía en su mirada y aunque quise decirle algo ya nada importa y ahora yo debo casarme con quién de verdad amo y quiero.

¿Y entonces por qué siento culpa al casarme con Faith?

¿Por qué siento que de algún modo estoy engañando a alguien?

Era una red extraña de pensamientos contradictorios en dónde no sabía a cual perseguir y les juro, por un segundo quise correr al lado de Alesk y decirle tantas cosas pero lo curioso, no se que cosas quiero decirle. Ella me veía y solo con su mirada me gritaba y suplicaba: “Haz algo, me estás perdiendo” y yo solamente desvié toda mi atención a los invitados.

Entre las personas estaba mi madre alentando a mi matrimonio y lo supe, hacía esto porque ella siempre quiso verme con Faith y no podía fallarle. Ella está enferma, fue diagnosticada con Leucemia y se que su último deseo es verme al lado de una buena mujer.

Y mi Faith lo es.

—Aiden.

Volví al presente desviando está vez mi atención a mi esposa quien con sus ojos señalaba al sacerdote.

—Si, continúe.

Me sentía mal y muy extraño, quizás algo haya cambiado pero no sé con exactitud que es.

—¿Aceptas como esposa a Faith Elizabeth De León para amarla, respetarla hasta que la muerte los separe?

¿De verdad hacía bien en casarme con ella y ser no tan feliz el resto de mis días? Y la respuesta fue eminente, mi madre sollozó de la felicidad y supe que si me niego le rompería el corazón.

Oh vamos, Aiden, no es tan malo si nuestra esposa es la hermosa de Faith” es el consuelo que me vengo dando desde que anuncié el compromiso.




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