Lo Que Dios Tiene Preparado Para Ti

IV

A Josh, le iba cada vez mejor con, Susana, e incluso ya estaba pensando en pedirle que fuese su novia, estaba casi seguro que la chica le daría el sí, después de tres meses de amistad sería suficiente, además por su carácter suponía que el tiempo no sería problema. Así pensando le pidió que salieran un viernes después de la escuela, caminaron juntos uno al lado del otro, no irían lejos, sino a la cafetería que estaba a tres cuadras del colegio.

Se sentaron a una mesa, la camarera se acercó a tomar la orden, ambos pidieron un par de capuchinos y tortas de chocolate, mientras les traían lo solicitado un silencio se formó entre ellos, en tanto, Josh, pensaba la forma adecuada de hacerle la proposición. La joven llegó con el pedido, cuando esta se retiró, Josh, se armó de valor.

- Susana, desde hace un rato quería decirte algo –al decirlo la muchacha se le quedó viendo directamente– más bien preguntarte algo… desde hace rato tú me gustas mucho y eso se ha ido reafirmando más a medida que te voy tratando… así que pienso que es momento de preguntarte ¿Quieres ser mi novia?

- Pensé que nunca me lo pedirías –soltó– si quiero.

El chico sonrió ante la respuesta, se sentía muy feliz, la chica que tanto le gustaba ya era su novia, iba bien en la escuela, en esos momentos la vida le sonreía.

****

Kelling Gadea, se encontraba frente al espejo cepillando su cabello con cierta ligereza, se hizo un chongo (moño) medio hecho, iba de prisa ya que tenía que llegar a la iglesia para limpiarla y decorarla, ese día tendrían vigilia así que todo debía estar en orden. Vestía una falda azulona con una sudadera, corrió hacia la salida donde, Virginia (su mamá), la esperaba.

Salieron ambas mujeres poniendo candado a la entrada, caminaron tan solo tres cuadras para llegar al templo donde otras mujeres ya estaban o llegaban, todas en su totalidad se pusieron manos a la obra, organizándose, donde la esposa del pastor era la líder, pidiendo ayuda tanto al líder de jóvenes como a las diaconisas, así las mujeres se organizaron en tres grupos, unas se fueron al mercado por lo que utilizarían en el refrigerio, otras esperaban acomodando la cocina en la espera de las compradoras, mientras el grupo restante donde Kelling y su madre se encontraban, se dedicaba a limpiar y decorar la iglesia.

- Hermana Ingrid, yo sugiero que las cortinas que utilicemos sean color morado, en opinión, preferentemente aquellas donde el fondo es en morado opaco con flores en morado intenso –consultaba, Kelling– ¿Le parece bien?

- La verdad que si me agrada la idea. Llamaré a las hermanas que andan de compras, para que renovemos las letras con el nombre de la iglesia, les diré que traigan fomi morado.

- Me parece genial.

Mediante la idea acordaron el grupo de mujeres que el tema sería el morado, es decir, trataron que casi todos los decorados y adornos que se colocaran fueran de color morado sin importar tanto los tonos.

****

Martha, se encontraba reunida con unos amigos de la escuela, como eran las tres la chiquilla principió a tener algo de hambre, lo que le indicaba que ya era momento de ir a su casa a tomar su tardo almuerzo. Sin embargo, la estaba pensando mucho ya que la estaba pasando divertido platicando con sus compañeros.

- Oigan chicos –soltó, Julio– salimos esta noche, es viernes así que mañana no hay clases… –dijo con una risa traviesa– ¿estaría de lujo no lo creen?

El grupo asintió, una salida les sentaría muy bien, la cosa es, que debido a su edad convencieran a sus padres para que les dejasen ir, sin embargo, esta joya de generación gozaba de múltiples artimañas para salirse con la suya.

- ¿A dónde iríamos? –preguntó, María.

- Mmm… no lo sé… den ideas.

Así los chicos entraron en debate a qué lugar irían, hicieron muchas sugerencias, las cuales con cada una se emocionaron, por lo que decidieron que lo mejor sería un recorrido de aquellos lugares sobre todo los cercanos del uno del otro y para una próxima los más alejados.

- Nos vemos a las seis entonces –musitó, Felipe.

Pronto, Martha, llegó a su casa, calentó lo que encontró en la cocina, comió ella y le sirvió a Sergio (su hermanito menor). Pronto acabó para hacer los quehaceres a la ligera, la chiquilla estaba eléctrica haciendo los deberes.

- ¿Por qué pareces una loca haciendo las cosas? –preguntó, Sergio.

- Porque hoy en la tarde va a estar muy bueno.

- ¿Vas a salir?

- Si. Pero anda no te me andes bailando, no me atrases, ve a jugar a otro lado.




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