Lo Que Dios Tiene Preparado Para Ti

IX

Un miércoles a medio día, Vanessa, no espero a sus amigas para salir de clase se adelantó ya que seguía molestas con ellas, salió de clases pensando en Dylan, ese día no llegó a clases, avanzaba con ligereza quería llegar pronto a casa puesto que tenía hambre y quería tomar su almuerzo, al dar vuelta a la esquina pasó por la cercanías al parque, ahí a lo lejos visualizó a Dylan que estaba con una compañera de clases de nombre Nubia, ahora que se acordaba ella también había faltado a clases. Los ojos de Vanessa se abrieron grandemente al ver a la pareja que hablaba cariñosamente, ella se escondió tras unos arbustos para observar mejor. Después de unos minutos ambos se pusieron de pie, en eso él la trajo hacia sí plantándole un apasionado beso. Vanessa, abrió más los ojos que parecían que se le iban a romper, empuñó sus manos sintiéndose estúpida. Al ver que la pareja se encaminaba fuera del parque, ella avanzó, sabía que se encontrarían; pero que sorpresa para la chica, Dylan, ni se inmutó al verla, simplemente la ignoró pasando de largo.

Aquella acción hizo que la joven se enfureciera, aligeró el paso, al llegar a casa no saludó a nadie, pasó directo a su habitación donde se arrojó a su cama, apretó su rostro contra las almohadas, sentía vergüenza de sí misma por haber sido tan estúpida, sus amigas se lo quisieron decir, pero ella las ignoró. Se giró en la cama quedando boca arriba y se tapó la cara con las manos, tenía el rostro encendido por lo fúrica que estaba.

- Pero ya verás pendejo –habló alto para sí misma y tranquilizarse un poco – ahora ve a buscarla a ella o a cualquier otro/a estúpido/a que te ayude en clase.

****

Kelling y Charlotte arribaban a casa con una cara de cansancio, el trayecto era bastante amplió, el de la parada de autobuses hasta la casa, el sol estaba en su punto más alto, sentían un hambre y una sed.

- ¡Qué hambre tengo! –exclamó, Kelling.

- Yo igual, soy capaz de comerme una vaca –indicó la tía.

- Bendito Dios, que llegamos –dijo al llegar a la entrada.

- Si…

Las dos jóvenes se echaron a correr hasta llegar a la mesa donde estaban su respectivo almuerzo los cuales devoraron. Al acabar Kelling se puso a realizar sus deberes de la escuela.

Al día siguiente ya en clase a la hora de física estaban viendo los MRUV, en cuando la profesora asignó trabajo en clase, Kelling y Kimberly ni siquiera se molestaron en llamar a Vanessa, adujeron que la chica estaría con Dylan, la sorpresa fue cuando ya estaba ubicadas junto a ellas; las otras dos jóvenes se vieron las caras. Al notar el comportamiento se dignaron a preguntarle, pero Dylan se acercó.

- ¿Esta vez nos haremos con ellas? –preguntó el joven de lo más natural.

- No –contestó en tono seco Vanessa– yo estaré en su equipo.

- ¿Cómo?

- Si, y tú no puedes… disculpa es que el equipo está completo.

El muchacho se la quedó reparando, el rostro de Vanessa estaba cerio, por lo que se limitó a asentir y alejarse. La chica se sentía enojada por la desfachatez, no lo soportaba.

- ¿Qué paso? –interrogó, Kelling, curiosa.

- Que tenían razón… ya me cansé de ser una babosa.

- ¿A qué se debe eso? –preguntó, Kimberly, queriendo saber los detalles.

- ¿Podemos hablar eso después?

- Claro.

- Empecemos a resolver los ejercicios –dijo, Kell.

****

Kelling Hernán, volvió a llegar tarde como de costumbre, pero esta vez, Mario, cantó una canción infantil que estando en el primer grado la cantaban para aquellos alumnos tarderos.

- “Llegas tarde tortuga otra vez, otra vez… llegas tarde tortuga otra vez…

- No seas absurdo –lo interrumpió la joven con tono serio.

- ¿Por qué te enojas? Es la verdad, siempre llegas tarde, deberías mejorar tus hábitos.

- Eso no es problema tuyo.

- Jajajaja… sabes…

- Silencio –soltó el profesor.

Aquel joven era un pesado, a Kelling le empezaba a fastidiar, era tan necio, llegaría el momento en que la iba a sacar de sus casillas. Las clases pasaron rápido, pronto llegó la hora del recreo.

- Ahs que fastidia ese Mario –expresó con cansancio Kelling. en tanto se sentaba en una banca que estaba en el patio del lado este del colegio, bajo las sombras de varios árboles de nancite (fruta pequeña de color amarillo). Sus amigas se sentaron junto a ella.




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