John, iba para su casa, pero sentía que iba entre nubes, estaba tan feliz que tanta felicidad no le cabía en sí, sino que se le desbordaba, así llegó a su casa, al entrar su madre le visualizó observándole la cara que traía su hijo.
- Y esa cara de pendejo que traes –soltó la madre.
- Nada.
- ¿Así? Por qué no vas hacer algo más productivo y ve a ayudarme a lavar los platos.
- Lo que usted diga mamá –el joven se fue a lavar, sin ningún, pero, se puso manos a la obra.
La mujer no creía lo que veía, no chisto ni nada. En seguida la señora sabía que su hijo lo había embelesado alguna mujer –ya te echaste a perder– pensó la mujer en tanto observa a su hijo lavando los trastes.
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Josh, pensaba en Susana, últimamente le demanda muchas cosas, él por más que quería no alcanzaba su ritmo de vida, ella era de las personas que le gustaba la diversión a la que últimamente los jóvenes se han sumergido: fiestas, salidas en grupo, andar de arriba para bajo, en donde la mejor hora es la nocturna. Además, de demandarle que poco quería estar con ella (refiriéndose a lo íntimo). Pero, Josh, no sabía cómo actuar, no es que no gozara de pasar con ella en todos los ámbitos, pero ¿qué pasó con todo aquello con que sus padres le educaron? Tenía la cabeza hecha un colocho, si actuaba de forma calmaba los constantes reclamos de su novia, si era de manera más libertina eran sus padres. Últimamente no sabía que estaba bien o mal, desde su relación con, Susana, su mundo cambió. Desde luego él se sentía feliz con la joven a la cual quería, pero también le dolía ver que su familia se decepcionaba de él por su comportamiento, si trataba de ser como antes al menos un poco sabía de los disgustos de su novia.
En definitiva, que vida más complicada, se tendió en su cuarto a recordar un incidente pasado con la muchacha.
Estaban en un Bar-Restaurante, en otros tiempos el joven no hubiera entrado a ese lugar, ya que en estos llegaban en ocasiones a exceder en la bebida provocando ciertos incomodos. Después de haber comido algo, Susana se le acercó a la oreja.
- Y… ¿Si nos vamos a otra parte? –susurró. El joven sabía a qué se refería.
- ¿A dónde quieres ir?
- ¿Qué tal a tu casa?
El joven se la quedó viendo, eso no era posible, conocía en que se basaba su familia. Eso no era posible, la fornicación no era algo en que ellos lo tomaran como un gran comportamiento, suficiente era saber el nuevo ritmo de vida de su hijo. Pero que el acto se llevara en su hogar, sabía bien, Josh, que eso sería grave.
- No se puede, Susana, ahí no. Tú sabes el por qué.
- No se lo vamos a decir –dijo con expresión coqueta.
- No puedo, traicionar su confianza hasta ese punto no puedo.
- Pero amor.
- No.
Ante la negación firme del joven la cara a la chica le cambió por completo, su rostro se volvió fúrico. Los motivos del joven le parecían absurdo y anticuados.
- Basta con esa tontería, Josh. Estamos en pleno siglo XXI eso ya es arcaico, esa mentalidad.
- No, es así.
- No me vengas con tus absurdos.
- Mejor dejémoslo así.
Por un buen rato ella estuvo haciéndole caras, el final terminaron yendo a su casa (casa de Susana), pero siempre ella catalogaba la creencia de su familia y la de él como un absurdo, aun que hacía un tiempo no la vivía; él prefería dejar la discusión de lado, puesto no le parecía nada bien que ella se expresara así.
Se acurrucó en su cama, trató de vaciar su mente para no pensar más, por varias horas le costó conciliar el sueño.
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Eran las dos de la madrugada y como de costumbre, Martha, pegada al celular, ese bendito celular con paquetes de mensaje era su adicción, ella a la hora del recreo no se comía nada para mantener siempre recargado el móvil y estar en contacto con sus amigos. Ya casi todos habían arrojado la toalla, el último era Julio.
Julio: - Ahora sí, Martha, ya me dio sueño, hay que descansar, son más de las dos de la madrugada.
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amor y desamor, sufrimiento y lucha, amor incondicional y felicidad
Editado: 02.10.2020