Josh estaba en la ferretería tomando un listado de los productos, revisando el inventario para acabar su jornada laboral, ya eran casi las seis de la tarde, se notaba muy concentrado en su oficio. En eso, por las cercanías pasaba Víctor que tampoco se había ido, se acercó al muchacho.
- ¿Todavía ocupado? –inquirió este.
- Ya casi acabo –refirió Gonzales.
- ¿Tienes planes para esta noche?
- No, solo iré a casa.
- Yo te diría que no descuides a tu novia mucho… con lo que me has contado.
- Sí, pero me siento cansado y pues siempre lo solucionamos.
- Ya veo… bueno me retiro, buenas noches, hasta mañana.
- Buenas noches, hasta mañana si Dios quiere.
El hombre se lo quedó un rato, asintió y se retiró, mientras Josh seguía en lo suyo.
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Las carcajadas resonaban por todo el cuarto, Celeste apenas podía respirar y sus fuerzas desvanecían, ya no podía atacar a su oponente, John reía al ver a su chica tan roja a causa de sus cosquillas, desde hacía un rato se había puesto a jugar.
- John, por fis no más, no más –decía ahogada en risa.
Pero él no paraba, si no que le provocaba más risa, con desespero buscaba rehuir de las manos que le hacía cosquillas en la pansa y sus costillas, pero se le hacía muy difícil.
- Por favor, no más –pidió con desespero, la respiración cada vez le costaba más en llegar, pero como no lo hacía, buscó otra escapatoria, como pudo se inclinó hasta besarle los labios – ya estuvo bueno –susurró fatigada.
Se sentaron en la cama, en tanto Celeste se componía el cabello que lo tenía revuelto, su respiración empezaba a controlarse.
- ¿Y ahora qué hacemos? –preguntó John.
- ¿Cómo? ¿Qué hacemos? Dormir.
- ¿Dormir?
- Sí –él negó– ¿entonces?
- Yo tengo una mejor idea –le susurró empezando a besarla.
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Al día siguiente Josh iba a prisa, el día anterior le había pedido permiso a Rafael de poder llegar un par de horas tarde para poder realizar una gestión, entró al banco, donde a guardó en una silla, por suerte la fila no estaba grande, solo había cuatro personas antes que él. Después de un tiempo ya estaba ante la mujer del banco.
- Buenos días –lo saludó la mujer con una sonrisa– ¿en qué podemos servirle?
- Bueno días, mi nombre es Josh Gonzales y pues hice un depósito a plazos y hoy se cumple el tiempo.
- Ya, espéreme un momento –pidió la chica en tanto revisaba en el computador– así es, su tasa de interés es de un 2%. Su depósito inicial fue de cinco mil dólares –la mujer le mostró la pantalla, ahora eran más de seis mil– ¿quiere retirarlos? O… Puede volver a tenerlos un tiempo, tenemos para este tiempo una buena oferta para nuestros cuentahabientes.
El muchacho se quedó pensativo, viendo a la mujer que tenía enfrente, no estaba mal la idea, además traía más dinero consigo.
- ¿Cuál es esa oferta? –preguntó él.
- Bien, nuestra tasa creció, ahora le estamos danto un 3% en su favor y si hace un depósito en córdobas le ofrecemos el mantenimiento de valor en paridad con el dólar además de un 2%, sabrá que en el pasado estaba en 1.5%.
- Eso me interesa, soltó el joven. ¿Cuál es el mínimo?
- Especial por esta semana tenemos un mínimo de quinientos dólares, normalmente es de mil.
El joven hacía varios meses atrás estuvo ahorrando a parte de lo que ya había depositado en el banco, así que alegró sabiendo que llevaba en córdobas el equivalente a quinientos dólares.
- Me interesa bastante, además traigo conmigo U$ 200.00 más, también me gustaría hacer un deposito a plazo en córdobas con el mínimo equivalente de quinientos dólares.
- Claro, solo hay que llenar algunos papeles.
El chico asintió.
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Kelling estaba organizando documentos, viendo sus certificados de notas de cuarto y quinto año –son notas satisfactorias– pensó, pues todas eran superiores a noventa. Aunque nunca pensó ser buena, ni que sus notas lo fuesen, siempre y cuando no alcanzasen el 100, siempre era alguien insegura de sí misma, nunca pensó hacer las cosas bien. Eso la retraía durante todo el tiempo que llevaba existiendo, acrecentado por las charlas que tenía con su padre, pues desde que iba en el quinto grado de primaria, el hombre le hacía preguntas y nunca estuvo satisfecho con sus respuestas, le decía que no sabía contestar, le faltaba fluidez y desarrollo, peor aun fue cuando llegó a secundaria, pues decía que contestaba como primariona, quizá puede que aquellos comentarios con el vocabulario y forma adecuada, fuesen de mucho provecho, es decir, constructivo, pero Estéfano siempre era brusco.
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amor y desamor, sufrimiento y lucha, amor incondicional y felicidad
Editado: 02.10.2020