Lo Que Dios Tiene Preparado Para Ti

XIX

Susana estaba a la entrada de su casa, con una enorme sonrisa viendo a Víctor después de haberse besado, se miraba tan feliz y coqueta. Pues ella sentía que ese era el tipo de hombre que deseaba a su lado, compaginaban tan bien que resultaba increíble, además de lo seguro y experimentado que era aquel joven que denotaba todo lo que ella exigía.

- Entonces ¿vamos a una discoteca? –le preguntó Víctor.

- Claro, eso me encanta –soltó graciosa– pero quiero otro de tus besos, eres único.

- De eso se trata muñeca, tú también ere increíble. Fue un deleite pasar contigo –correspondió el joven, pues hacía una hora que habían intimado.

- ¿Entonces?

- ¿Qué?

- Mi beso, quiero mi beso.

El hombre sonrió de lado, para luego atraerla bruscamente como a ella le gustaba y le plantó un apasionado beso, el que ella correspondió con tanta vehemencia, pues saltó ágilmente para treparse sobre él, en tanto, Víctor la rodeó con sus fuertes brazos para sostenerla, mientras las piernas de la joven se enredaban en su cintura.

 

Josh se sintió con el corazón agitado golpeándole violentamente contra su pecho, no podía ser posible lo que miraba, debía de ser una broma de lo peor. No sabía qué hacer, pues, a primera instancia quería reaccionar tan violentamente, pero recordó de golpe las palabras de su padre: “Las cosas pensada con la cabeza caliente nunca salen bien, solo terminan en desgracia.” Por lo que él joven se quedó allí ocultó apretando los puños, deseando ir a golpear como loco a aquel que fingió ser su amigo.

Con desesperación cerró los ojos para encontrar un poco de calma, su respiración rápida intentó controlarla, cuando sintió que su mente se despejó al menos un poco, volvió a ver a la pareja que aún se besaba, pero la chica ya estaba abajo deteniéndose del cuello del joven. Josh pensó que aquello no ameritaba una estupidez, pero sí estaba seguro que ellos se enterasen que los había descubierto. Así que se encaminó hasta quedar a dos metros de la pareja; esperó paciente a que se separasen y se fijaran en él –aunque estoy segura que no se esperaba semejante reacción.

Víctor y Susi se separaron, no pudieron no percibir sentir una mirada sobre ellos, así que se volvieron al joven que los observaba, Víctor no pude evitar tensarse al encontrarse con aquel joven que tanto aborrecía y envidiaba. Sin embargo, Susana lo miró con cansancio, estaba harta de esa relación, de su comportamiento que ella consideraba infantil, a decir verdad, ya no lo toleraba. Por lo que estando feliz con aquel hombre no le dio nada de importancia verlo allí y que se haya enterado, solo alzó la ceja viéndole indiferente, volviéndose para sonreírle a Víctor.

- Cariño, nos vamos a la disco –sugirió, ignorando por completo a Gonzales.

Víctor se asombró por aquella actitud de la joven, de reojo también vio la sorpresa revuelta con dolor en el rostro de su oponente, ese que aparentaba disimular y se sintió satisfecho por ello. Así que como si nada, el joven le acomodó el cabello por la espalda asintiendo con movimientos de cabeza.

- Sí, muñeca… vámonos.

Dieron media vuelta caminando en dirección opuesta al joven que se quedó perplejo, caminaron unos pasos, detuvieron un taxi, abordaron. El vehículo que los llevaba no tardó en perderse al dar vuelta en la esquina, en tanto Josh se sintió horrorizado por aquel comportamiento tan insensible mostrado para él, como si nada importara, como que todo el amor que había dado lo tomaron para echarlo a la basura como un despojo inservible y sin ningún valor.

Esa realidad que impactaba al mucho era tan feo que pensó que todo lo que vivía era una terrible pesadilla.

****

Kelling Gadea se sentía tan triste que sirvió el alimento y se disculpó con sus padres diciendo que estaba cansada, pero lo que en verdad quería era refugiarse en su habitación. Al estar allí se acurrucó en su cama, se sentía tan desesperada, con una ansiedad loca de gritar cualquier cosa para ver si así podía liberarse, no sabía qué hacer con su vida, por más que luchaba nada le salía, todo eso que planeó que haría desde muy pequeña, se sentía tan frustrada.

- Soy un caso perdido –murmuró.

“Ojalá y en verdad pueda ir a la universidad, necesito hacerlo para tener más oportunidad, lo bueno es que puedo buscar que hacer algo, necesito conseguir dinero para costear mis gastos, no puedo seguir atenida a mis padres. Soy un estorbo y una carga –pensaba sumamente triste y acongojada– no sé qué puedo hacer para cambiar eso.




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