Lo Que Dios Tiene Preparado Para Ti

XXI

Josh seguía con su trabajo regular y aunque tenía un sinfín de problemas personales, eso nunca influyó en su trabajo, pues entendía a la perfección la división de hogar y trabajo, su eficiencia y eficacia era igual, más aún con el tiempo se acentuaba mejor. Eso molestaba a Víctor, pues pensó que cuando le quitó a la novia cometería una plétora de errores que lo llevarían al despido, pero para su mala suerte eso no pasó en todos esos meses, ya estaban en marzo y el seguía con su puesto de supervisor.

Claro, lo que su oponente no sabía era que evidentemente la presencia suya fastidiaba a Gonzales, pues eso le dificultaba superar su fracaso amoroso, pues para Josh verle tan campante, después de haber fingido ser su amigo, sacarle a la novia. Sin embargo, Josh tenía muy presente que por muy afectado que estuviese, eso no podía afectar su desempeño y se concentraba total en su trabajo que también le servía como una forma de escape.

Víctor acomodaba unas cajas que había bajado para extraer producto de una venta que había realizado, cuando en eso se acercó, Rafael.

- Víctor ve y dile a Josh que lo quiero en mi oficina, por favor –ante la orden el empleado no pudo evitar que su rostro se tensara, pues desde lo sucedido no quería rosar muchas palabras con el individuo, aunque disimulaba el asunto como si fuese un actor profesional. Pero claro, del conflicto, Rafael no estaba enterado, aunque los rumores de la separación de amistad de los hombres corrían por toda la ferretería, ya que para todos lo de ahí, no era un secreto que al inicio ambos eran muy buenos amigos– es rápido, el mensaje –dijo, por último, Rafael antes de meterse al hueco que él llamaba oficina.

Con paso rápido, el hombre se movió por la estancia hasta donde el joven supervisor se encontraba trabajando muy concentrado, pues con cautela se cercioraba que sus anotaciones coincidiesen con el inventario existente.

- Josh –soltó Víctor– Josh.

Ante la voz, Gonzales endureció el rostro y apretó con fuerza el lapicero y tabla que sostenía en sus manos, no podía impedir sentir grima por el tipo que le hablaba con tal descaro, pero hizo de tripas corazón para tranquilizarse y actuar con normalidad.

- Dime –dijo seco.

- Rafael te pide en la oficina con urgencia –informó, las palabras de su jefe y dueño del lugar.

- Ok, gracias.

Víctor lo observó por un momento, en ningún momento el muchacho que tenía a unos pasos le dirigió una mirada, le podía notar la tensión, lo que le provocó cierta gracia de satisfacción, pues sin saber por qué, desde el inicio nunca lo toleró, le fastidiaba el hecho que llegara ahí por preferencia, que era lo que él pensaba, que Peter al ser amigo del jefe fuese hablado y por eso ascendió tan rápido, sin comprender que era cero que ver, pues solito, Josh llegó allí, sin ninguna recomendación, y su competencia y capacidad para su labor lo llevaron hasta allí. Aunque no era algo de impresionarse, pues era una ferretería no muy grande que constaba con tres sucursales.

Después de un rato, Gonzales se movió de su lugar para dirigirse a la oficina de su jefe, Víctor lo observó sin evitar la satisfacción que le provocaba la incomodidad del joven ante su presencia. Josh entró a la oficina quedando ante el hombre sentado tras el rustico escritorio.

- ¿Me necesitaba?

- Sí, Josh. Necesito que vayas, urgente a la distribuidora de hierro y traigas de media trefilado, de 4.8 mm liso y alambre de amarra que ya tenemos poco.

- Sí, claro, el informe lo pasé yo.

El hombre posó su vista en su contador el cual le aprobó lo que su joven supervisor decía, Rafael no pudo evitar sonreír por la eficiencia de su empleado, eso hacía que le tomase mayor cariño.

- Siéntate muchacho –le sugirió, a lo que Gonzales aceptó– entonces pide una proforma de lo que necesitaremos y…

- Él ya lo hizo – intervino el contable– son los documentos que tiene pendiente por firmar, ya está todo listo. Sabía que era urgente, así que agilicé mi parte, así como el muchacho hizo con la suya.

- Excelente hijo –soltó Rafael, luego firmó el cheque y se lo entregó al joven– entonces ya sabes que hacer.

- Claro.

Se levantó de su posición para cumplir con su encomienda, salió firme de la oficina, no tuvo necesidad de buscar al chofer de la camioneta para hacer la gestión, pues el propietario le había facilitado una llave para que el decidiese si quería ir con chofer o hacer la gestión solo. Pero precisamente en los últimos días el joven se mantenía distante, adoptando una postura más seria y alerta.

****

Celeste estaba en su trabajo como era de esperarse al ser jueves, estaba contenta de saber que estaba en la universidad, aunque cada vez que miraba el pensum pensaban que a saber cuándo terminaría tantas clases, las primeras clases le gustaron, aunque estaba un poco dudosa del profesor que impartiría matemáticas.

Pero bueno, siempre en esos casos era así, como había profesores buenazos, había enojones y aquellos que te hacían dormir. Pero bueno, el de matemática era de esos que se las lanzaban de buenísimos e inequivocables, además como contaba alrededor de los treinta y algo se creía jovenzuelo, pero, en fin.

Trabajaba muy apurada, para sacar la meta e incluso más, Milena estaba muy concentrada también en recibir las piezas, cuando el timbre del almuerzo resonó.




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