Lo Que Dios Tiene Preparado Para Ti

XXVII

El retorno a clases se hizo una vez presente, luego de haber pasado las inscripciones del tercer y último cuatrimestre de primer año de la carrera de contabilidad. Todos los estudiantes en la universidad se desplazaban de un lugar a otro observando los horarios y tratando de localizar las secciones donde llevarían su cuatro nuevas clases. Kelling Gadea se hizo espacio para visualizar el horario del turno dominical y observó sus clases…

- Computación I segunda hora laboratorio 3 –decía en voz alta en tanto apuntaba en su cuaderno – Teoría de la administración I cuarta hora aula 22, Matemática II tercera hora aula 23… hay Dios no encuentro la de primera hora, la más importante… ya van a ser la ocho –sus ojos se paseaban en la extensa fila de clases que se disgregaban según carrera y año de estudio– Derecho laboral primera hora aula 23… mmmm… repetiremos aulas.

Se quitó del lugar y empezó a ascender por la escalera para llegar al tercer piso, pronto localizó el aula y entró solo una joven que no conocía visualizó, saludó cortésmente y se sentó en una de las filas laterales junto a la pared.

Al poco rato empezaron a entrar los alumnos llenando así el lugar, divisó a Lety y Stephany entrar juntas riendo, luego a Antonio con José, para al ratito John con Celeste, el grupo se había reducido un poco, pues Lilliam y Víctor se retiraron, ellos todos ellos estaban al extremo contrario de donde Gadea estaba, le pareció un poco curioso no ver a la otra joven que se mentía con John y Celeste, esa joven que tenía su mismo nombre, claro es que al no tener estreches, Gadea ignoraba la mala costumbre de la joven de llegar casi siempre tarde. Había varios rostros nuevos, claro era que esta vez se había juntado con otras carreras, mercadeo y administración.

El profesor que llegó para impartir era uno que ya les había dado con anterioridad en el primer cuatrimestre, era el loquillo que les había impartido Filosofía de nombre Raúl. El docente al ver a varias caras conocidas ya sonrió.

- Buenos días jóvenes –saludó– según veo ya la mayoría me conocen, mi nombre es Raúl López y le estaré impartiendo la clase de Derecho laboral, clase sumamente fundamental que todos sin excepciones deben tener conocimiento para conocer sus obligaciones y derechos como trabajador y empleador, sumamente importante. Esta clase espero que sea participativa, porque ya que me conocen, la mayoría. Soy del tipo de profesor de que no me gusta hablar solo a mí, sino que exista la retroalimentación, como introducción haremos como tipo de bate sobre lo que ustedes ya conocen sobre esta clase, pero, antes de todo, como esta clase me la van a trabajar en grupos, porque haremos bastantes exposiciones, formasen en grupos de cuatro a tres.

Hay Dios –pensó Kelling Gadea al escuchar aquellas palabras, en tanto sus ojos se paseaban en el salón viendo a casi todos ya conformando su grupo, vio al grupo de Antonio fraccionarse en dos grupos de cuatro, pues el grupo se había reducido a ocho, o era lo que a Kelling le pareció, la pobre chica con problemas de socialización se notaba con semblante afligido. Se volvió a su derecha y observó a una joven de cabellos bastantes crespos, más colochones que los propios; se notaba un poco desubicada, eso hizo agarrar al vuelo la oportunidad a Gadea que, con un suspiro, pues no era buena, claro eso ya se mencionó antes.

- Ho… hola, no tienes grupo ¿verdad? –la colochona pelirroja asintió– ¿te quieres hacer conmigo?

- Sí.

Gadea sonrió nerviosa, así ambas movieron sus sillas para ubicarse en el medio semicírculo que estaban haciendo para después hacer el debate o mejor dicho plenario. Kelling sabía que solo ellas no podían, así que su vista siguió buscando esperanzada, pero todo mundo ya estaba ubicado en su lugar, pero como algo fugaz cuando su vista se posó en la puerta de cristal, vio pasar a la joven a Kelling Hernán que se notaba algo perdida, en un gesto un poco desesperado pero recatado para conseguir aunque sea un integrante que completara su grupo se quedó fija en la puerta, cuando la joven volvió a pasar y su vista medio se desvió con agilidad Gadea le movió la mano indicándole que ahí era la clase y al mismo tiempo que se acercase.

Hernán apareció en el marco de la puerta con una sonrisa apenada para pedir el pase.

- Buenos días profesor, disculpe la tardanza ¿puedo pasar?

- Bueno, por ser primer día, pasa.

La joven atendiendo al llamado de Gadea se empezó a desplazar hacia ella, no sin antes saludar con un la mano a Celeste, John y el resto. Antonio percibió que ya estaba fraccionados en el numero indicado, lo que se puso a pensar en qué hacer por Kelling.

- Ala se y ahora que haremos con Monse –soltó Antonio.

- No te preocupes, se hará conmigo… ¿verdad? –preguntó Gadea viendo esperanzada a Hernán, la que no entendía muy bien.

- La verdad es que no entiendo, acabo de llegar.

- Sí, lo sé disculpa. Es que el profesor indicó que nos fumáramos en equipos de trabajo para todo el cuatrimestre, entonces yo pensé si quisieras quedarte aquí.

Kelling se volvió hacia el grupo que estaba John y Celeste observando que el grupo ya estaba debidamente fraccionado, así que se volvió a Kelling Gadea para sonreírle y asentir al mismo tiempo.

- Sí, aquí me quedo –respondió, por lo que Gadea sintió alivio, ya no tenía que seguir pensando en que solo era dos, claro, aunque eso no lo dijo.

- Dale quédate con la otra Kelling para que no esté sola.

La joven se ubicó junto a ella, para luego dirigir su vista a la otra muchacha la que le sonrió amistosa.

- ¿Cómo te llamas? –preguntó Hernán.

- Me llamo Rut –dijo la pelirroja– ¿y ustedes al parecer tienen el mismo nombre según entendí.

- Sí, mi nombre es Kelling Monserrat Hernán… por eso a veces me dicen Monse.

- ¡¡¡Ah!!! ¿Y tú?

- Yo soy Kelling Virginia Gadea Aisa, bueno si gustas puedes decirme mi apellido, a veces en el colegio me llamaban por mi segundo apellido según porque les gustaba y me acostumbré, así que no hay problema por ello si quieres para diferenciar.




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