El reloj marcaba las ocho con cuarenta y cinco minutos, Marcos y Josh se aseguraron que quedase todo cerrado en el taller, el Mustang, había quedado listo, caminaban despacio, el aire de la noche era bastante fresco, pero ninguno se sentía con frio.
- Los chicos dicen que ya casi no te ven –musitó Josh.
- Esas palabras son de Alfonso –dijo Marcos– ese Poncho –rascándose la cabeza– me desespera, fastidia peor que una novia obsesiva.
- ¿Por qué lo dices?
- Mmmm… si supieras, me manda mensajes a diestra y siniestra y como mil llamadas –dijo frunciendo sus labios– algunas se las contesto igual que los mensajes, pero se pasa. La otra vez le dije: “apacíguate man, no me gustan los hombres, me encantan, me fascinan las mujeres, déjame de estar jodiendo, que no eres mi mujer”. Se pasa, ya me tenía desesperado, se enojó por un rato, pero a la semana ya se le había olvidado.
Josh se soltó en carcajadas por lo que su amigo le estaba contando, en tanto, López negaba con la cabeza.
- Alfonso siempre ha sido más pegado a ti.
- Cómo lo es, René contigo. No creas que no me he dado cuenta, eso de preferencia no va conmigo, yo soy parejo.
- No es eso, al menos yo los quiero a los tres por igual, doy un riñón por cualquiera de ustedes –exponía Gonzales– pero eso no quita que en nuestras formas de pensar atinamos más con otros, es decir, mi carácter es más asimilado con el de René, seguro igual le pasa a Alfonso, él siente que sus pensamientos y opiniones concuerdan con los tuyos, debe ser por eso, además, él siempre fue apegado, con nosotros no tanto, porque nos vemos en la universidad, pero contigo ya no mucho, siempre estás ocupado.
- Lo sé, mi tiempo se ha reducido mucho y el domingo me la paso haciendo tareas y durmiendo, es que me siento mega cansado –ya estaban frente a la casa de Marcos, por lo que ambos se detuvieron– por eso le dije que este feriado sin falla nos reunimos, no creas, también me hace falta verlos para estar chiliando y toda la cosa, pero se me complica, vamos a ver como trabajamos eso.
- No te ofusques, Marcos, sabemos que tienes muchos compromisos, mírame a mí, dos carreras, mi trabajo, la iglesia… Dios, enserio a veces, siento que no descanso, porque hasta dormido, siento que estoy trabajando o estudiando. Si no fuera por lo de la universidad no los viera.
- Uy sí, yo ya de ti me hubiese vuelto loco –empezó a asentir con la cabeza– mis respetos amigo, eres bien dedicado, porque valla, mantener las dos carreras y el trabajo y enserio eres bueno, al menos en mecánica le has hecho suin.
- Gracias, pero claro tu me has ayudado mucho en mecánica y créeme te lo agradezco muchísimo.
- Dale brother, ya es tarde… ve a dormir… cuídate.
- Gracias, buenas noches.
Josh agitó la mano para emprender el recorrido que le faltaba para llegar a su casa, siguió con su caminar lento, pues no tenía prisa, además lo fresco de la noche le agradaba. Alzó la vista al cielo un momento admirando lo lindas que lucían las estrella, Josh y siguió su camino.
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El tiempo corrió con su andar imparable cuando se vieron ya diciembre había empezado, gracias a Dios, Celeste no se vio afectada en ese recorte de personal y se alegró mucho por ello. Por otro lado, Kelling Gadea seguía con sus problemas familiares, pues Antonella no se observaba mejorar, pero solo esperaba que eso cambiara.
Estaban a siete de diciembre un día de celebración en el país para todas las personas católicas celebrando la conocida gritería, por lo que el ocho de diciembre era feriado, a Kelling y a Virginia se les ocurrió que sería un buen día para ir a visitar a unos amigos, lo que les pareció adecuado. Cuando el día llegó ambas se despertaron temprano, Estéfano ya estaba en su trabajo, se empezaron a alistar, luego, cuando ya estaban lista empezaron a perseguir la mascota que hacía más de un año que Estéfano le había regalado a Virginia, era un tucán, cuando lo agarraron enseñándole un tomate, que era lo que más le gustaba comer al animalito lo metieron a su jaula que pocas veces ocupaba, pues siempre se la pasaba libre.
Ambas pusieron cerrojo a su hogar para emprender la salida, iban caminando en el adoquinado, esperando encontrar un taxi que las sacara a la carretera, cuando unos motorizados pasaron, uno de ellos descendió arrebatando el bolso de Virginia que, por la brusquedad, Virginia calló al suelo, dejando a Kelling en shock, la primera reacción de la joven fue tomar el bolso y forcejear con el hombre con la cartera rebatada, pero la voz trémula y asustadiza de Virginia la detuvo.
- Suéltala, deja que se la lleven –lo dijo, pues la mujer previó las intenciones del maleante de propinarle un fuerte golpe a su hija.
La joven obediente a la voz de su madre soltó la bolsa y el hombre corrió hacia la motocicleta que al momento el otro arrancó, la chica estaba sin procesar nada, era la primera vez que era asaltada, sin poder evitarlo las lagrimas salieron de sus mejillas, era fuerte la impresión que se había llevado.
- Cálmate –dijo su madre.
- Mamá ahí iba nuestro dinero… el celular que mi papá me acaba de obsequiar.
- Son cosas materiales Kelling, déjalo estar… vamos regresemos a casa.
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Editado: 02.10.2020