Lo Que Dios Tiene Preparado Para Ti

XXXIV

Los días empezaron a correr, Kelling Gadea a la hora del almuerzo acudía al comisariato por algún refresco o alguna galleta, la joven le atendía con una sonrisa, parecía ser una persona amable. El fin de semana llegó, era increíble como el tiempo avanzaba, atrás había quedado segundo año, hacía poco había iniciado el primer cuatrimestre de tercer año, pero lo suficiente para que el primer parcial estuviera llevándose acabo.

Gadea llegó temprano a la universidad como era su costumbre, además de haber acordado llegar antes para poder conversar, con su mejor amiga Hernán, pero claro para su amiga llegar tarde era una costumbre, lo que consternaba en ocasiones a Gadea. Veinte minutos después la vio llegar sonriendo, era su típica sonrisa de “lo siento”; pero de nada valía enojarse ella era así.

- Hola amiga –saludó Kelling Hernán.

- Hola.

- Lo siento por llegar tarde, es que bueno salí tarde porque tuve que esperar a mi hermano.

- No te preocupes, ya me lo esperaba.

- Grosera.

- ¿Por qué? ¿Por decir la verdad? –sin evitarlo Hernán se puso a reír.

- Tómalo por el lado amable.

- Sí, claro... solo espero que ese comportamiento no lo uses en tu trabajo, de lo contrario vas a recibir una reprimenda.

- Sí, lo sé. Pero el trabajo es diferente.

- Ya veo.

Otra risilla se le escapó a Hernán que le hacía gracia observar el rostro indignado de Gadea, luego se relajó, para quitarse la chaqueta, pues hacía calor.

- ¿Qué me cuentas? –cuestionó Hernán.

- Nada fuera de lo convencional, mi periodo de practicante le falta poco, menos de un mes y bueno en la empresa disque abrieron un comisariato.

- Qué bueno –se quedó pensativa– ¿Crees que te contraten?

Ante la pregunta Kelling Gadea clavó la vista en su amiga, ella le huía de alguna forma a esa pregunta, pues al inicio era su esperanza, pero dado lo anterior se le había esfumado esa posibilidad, al menos era lo que ella creía.

- No lo sé –respondió al fin– no lo creo.

- Pero ¿por qué piensas así? Tú eres muy inteligente.

- Para nada.

- Siempre eres modesta.

- No es tal cosa, solo digo la verdad.

Hernán tornó los ojos ante la actitud de su amiga. En eso llegaban John y Celeste, era increíble que fuesen esposos ante la actitud tan distinta, ella tranquila y él imperativo, pero bueno eso confirma la teoría que polos opuesto se atraen. Se aproximaron a las jóvenes sentándose en la misma banca.

- ¿Cómo están chicas? –saludaron ambos.

- Bien y ¿ustedes? –respondieron igual.

- ¿Vinieron preparados para los exámenes? –inquirió KellingGadea.

- Más o menos –contestó John.

- Ojalá salgamos bien –refirió Celeste.

- Eso espero –respondió Hernán.

****

Josh salía de la clase de Marketing Digital, hacía poco el semestre de apretura de cuarto año empezó. Hacía falta más de dos horas para que el almuerzo llegara, René estaría aun en clases al igual que Alfonso. No tenía nada que hacer en los diez minutos de intermedio, salvo seguir pensando en qué hacer para tener una excelente venta en su nuevo trabajo.

Era un poco más complicado, pues era todo un reto estar en la busca de clientes para atraerlo en hacer la compra, claro vender un auto no era como vender dulces. Caminó hasta estar cerca del aula donde recibiría la clase para sentarse en unas gradas y seguir ojeando una revista de empresas.

****

La hora de almuerzo llegó, los jóvenes estaban en las bancas comiendo enchiladas junto a un fresco de melón, hacía un rato que habían terminado el primer examen.

- ¿Sienten que salieron bien? –preguntó John.

- Más o menos –coreo el resto.

- Estoy pensando en retirarme quizás –dijo Stephany.

- Yo he estado pensando igual –soltó Lety.

- ¿Eso por qué? –cuestionó Hernán.

- Falta de plata, las cosas se complican –decía Stephany– sobre todo para una que tiene hijos, ustedes están tranquilos porque no tienen carga.

- ¿Qué hay de mí? –preguntó John– yo tengo a Celeste.

- Las responsabilidades son diferentes, no es comparable con los hijos.

- Creo que tienes razón.

- ¿Cómo se sienten para el siguiente examen? –inquirió Gadea.

- Igual que el anterior –soltó Celeste.

- No me dejen morir –refirió Lety– me pasan la copia.

- Oí esta, que fuerte.

****

René estaba con unos documentos en sus manos, se notaba muy pensativo, estaba sentado en el muro de una jardinera, hacía poco empezó sus prácticas en el famoso bufete de abogados, se sentía muy contento, pero aun tiempo nervioso, era algo totalmente nuevo y como también era de esperarse era el joven que hacía de todo, desde algo tonto a algo un poquito más serio, pues era un novato. Estaba concentrado en sus folletos cuando una mano se posó sobre su hombro, él se volvió encontrándose con el rostro sonriente de Josh.




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