Lo que el destino unió

Capítulo 1

Chelsy

 

Si me hubieran dicho hace trece años que todo lo que tenía se iba a ir. Que perdería a mis padres por culpa de aquel accidente, y que desde dicho hecho  me irá a vivir con mis tíos, a la Jolla, San Diego; no les hubiera creído.

Han pasado mucho tiempo desde aquel evento. Ahora me encuentro a tan solo una semana de graduarme, siento nostalgia y, sobretodo, la necesidad de que ellos pudieran estar en ese día tan importante para mi. «Si no les hubiera insistido tanto, en ir aquella competición, ellos estarían a mi lado».

Si ahora el destino me concediera un deseo, le pediría; que nada de eso hubiera pasado y que pudieran contemplar en la chica que me he llegado a convertir. Solo con el apoyo de mis tíos y primos —quienes se convirtieron en mi segunda familia—.

En un par de semanas cumpliré los dieciocho, cabe decir que mis cumpleaños no fueron los mismos desde aquel día, mi vida cambió  en un abrir y cerrar de ojos. Pero al menos he podido estar rodeada de personas que me quieren y que son fundamentales en mi vida. En los dos últimos años, nunca imaginé que viviría todo lo que he pasado; algunas experiencias lindas, otras dolorosas, algunas que me han marcado y han dejado lindas huellas.

 

Me observe en el espejo. Estaba vestida con un top deportivo violeta, un short negro y mi pelo rubio se encontraba recogido por una coleta alta. El reflejo del espejo me permitía ver el lindo tatuaje que me hice hace unos años atrás —claro está que por ser menor de edad, mis tíos tuvieron que acompañarme para que me lo pudieran hacer— , la función que tienen es cubrir una de mis múltiples cicatrices que adquirí en aquel accidente. El tatuaje consiste en dos rosas adheridas a una media luna.

Nadie a excepción de mi prima, Emma, saben de mis pesadillas. Todos creen que se quedaron en el pasado y que con la ayuda que recibí de niña, por parte de un profesional, habían logrado que se fueran y fue así hasta que un día de la nada volvieron y actualmente no me permiten conciliar el sueño.

 

Antes de salir de la habitación cogí el móvil y los auriculares que están sobre la mesita de noche y salí de mi habitación para encontrarme en la planta de abajo con mi prima.

Desde hace un año —más o menos— ambas salimos a correr por la playa. En un principio iba a salir a correr sola, para al menos intentar recuperar mi figura y volver a tener el mismo peso que antes, pero luego Emma decidió que ella quería mantenerse en forma y decidió acompañarme a correr. Ambas somos uña y carne, es mi hermana con la cual siempre soñé, pero por las cosas del destino y sus malas jugadas  no pude tener más hermanos, pero estoy orgullosa de tener a mis dos primos mejor dicho; hermanos.

Cuando llegué al final de las escalera, encontré a mi prima estirada en el amplio sofá del living mirando su Iphone.

—¿Nos podemos ir? —pregunté desde la puerta. Desde que pasé por el living Emma ni cuenta se dio, así que ahora ella miró asustada hacia el lugar donde me encontraba.

—Claro…

 

Ya llevábamos un buen tiempo corriendo cerca de la playa, al darme cuenta de que Emma estaba estirada en uno de los bancos que ya había pasa, volví tratando hacía donde ella estaba y la miré con incredulidad.

«No entiendo cómo es que hay veces en las que Emma siempre hace lo mismo, ya llevamos un buen tiempo con esta rutina.»

—¿Que haces acostada en el banco? —le pregunté aún sin poder creerlo.

—Me estoy muriendo de hambre —dijo haciendo un mohín de lo más gracioso.

—¿Te apetece que desayunamos en Nancy’s? —la mueca que hizo al no saber de qué cafetería le estaba hablando, era una de las facetas que más me gustan de mi adorada prima-hermana—. Ya sabes, la cafetería en la que trabaja tu crush…

Como si de un resorte se tratase Emma se levantó del banco y empezó a correr hacía la cafetería, de una de las amigas de mi madre. La señora Nancy es una mujer muy agradable y alguna que otra vez nos ha invitado a desayunar por el simple hecho de que soy la hija de su mejor amiga.

Emprendía la marcha hasta la cafetería, a tan solo pocos metros de ella se encontraba Emma —algo nerviosa por ver si estaba su crush y se intentaba arreglar un poco su pelo—. Al final se deshizo de la cola alta y dejó que su melena castaña, la cual le llega hasta la cintura, quedará suelta.

Nada más pasar la puerta de la entrada,  un delicioso olor invadió mis fosas nasales, era una de las cafeterías más famosas de San Diego. Había abierto distintas cafeterías en los lugares claves y eso había hecho que sus locales sean populares, y además sus precios son bastante aceptables y baratos para el buen servicio que brinda.

En la cafetería había poca gente —es lo más normal sabiendo que son las 7 a.m—, nos sentamos en nuestra mesa habitual. No pasaron ni varios minutos cuando el camarero se nos acercó, cabe recalcar que era un chico muy lindo.

«Tengo que venir más a esta cafetería, sobre todo para intentar ser de cupido».

El chico era de tez pálida, con unos lindos ojos color miel, de cabello negro e iba con el uniforme de la cafetería; unas bermudas marrones y una camiseta verde lima con su nombre en el gafete que estaba colgado al lado izquierdo, en el cual se podía leer perfectamente “Rodrigo”.

—Buenos días —nos saludó— ¿qué les apetece?

—Me podría dar un batido de fresa, con unos waffles —le pidió mi prima, al camarero. Un leve color escarlata asomaba por sus mejillas, haciéndola ver muy adorable.

El chico apuntó el pedido en su libreta y luego me miró a mi.

—Yo quiero un batido de frutos rojos con un croissant —le pedí, él asintió y segundos después se marchó.

—Está muy bien el chico —afirmó mi prima.

Le tendí una servilleta, de las que había encima de la mesa, ella pareció no entender el mensaje así que se lo explique.



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En el texto hay: destino, romance, carrerasilegales

Editado: 14.02.2023

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