Lo que el destino unió

Capítulo 9: +18

Antes que nada quiero advertir que este capítulo tiene +18, es muy poco pero de igual manera queria advertirles.

¡Ahora si, empecemos! 🙈

 

Chelsy

Ann, una de las encargadas de organizar la graduación, se había encargado de alquilar el club de un hotel y una planta entera para nosotros. Ella al ser la sobrina del dueño, logro que nos lo dejarán a un buen precio, también había obtenido barra libre con dos barmans.

La música resonaba por todo el club, no eran ni las doce y casi todos los estudiantes ya estaban borrachos. Hacía un buen rato había perdido a las chicas, pero lo bueno era que tenía a Erick a mi lado, y sentía una inmensa tranquilidad por eso. 

«Deja que todo fluya, después de todo la vida solo se vive una vez.»

Me había negado a probar algo de alcohol por la última experiencia que tuve, pero al final decidí que por una vez —desde aquel incidente— no podría pasar nada; además tenía a Erick a mi lado, él no permitiría que hiciera ninguna estupidez.

 

—Chel, ya es suficiente —la voz sería de Erick evitó que me llevara el trago de Vodka a mi boca.

—Cariño, aún estoy cuerda —afirme con seguridad—. Sabes que no me afecta mucho el alcohol.

Pero para que no insistiera tanto con que estaba ebria —cosa que no estaba porque normalmente no se me sube con tanta facilidad, lo único que logra hacerme es perder la vergüenza— agarré a Erick del brazo y lo lleve a la pista. 

 

—¡Eres mala! —exclamó con un falso enojo.

—¿Por qué? —pregunté— De lejos se notaba que ya no querías estar ahí, así que invente una pequeña excusa.

—Lo que pasa es que estabas celosa de Britney y de lo que podía pasar.

—Claro que no —desvíe la mirada, sabiendo que si lo miraba podría notar que le mentí—, nunca estaría celosa de ella.

«¡Mentira, mentira! Estabas más que celosa de verlos a ambos junto y hacerte mil películas.» Mi subconsciente repetía esas palabras y por más que las quiciera negra eran la pura verdad. 

Me senté en el borde de la cama y empecé a quitarme los tacones, Erick se encontraba a unos pocos pasó lejos de mí; pero aún así sentía su aroma por la habitación.

—Entonces... si me voy de la habitación y te dejo aquí sola, ¿no pasara nada? —susurro con voz coqueta.

Juro que por un momento mi respiración se cortó y a mis pulmones les empezaba a faltar el aire.

—Claro que no me importaría —me levanté de la cama con las intenciones de entrar al baño de la recamara y deshacerme del vestido, pero mis intenciones se fueron al caño cuando sus manos atraparon mi cintura y me apoyo contra la pared más cercana.

—Por nada del mundo estaría con otra persona teniéndote a tí a mi lado—susurró en mi oreja. Ante dichas palabras mi corazón dejo de funcionar y por poco me llega a dar algo.

—Deja de decir estupideces —aún con la respiración entrecortada y con mis piernas algo débiles por la cercanía de él, intente apartarme.

—¡No es una jodida estupidez! —exclamó alterado— ¡No ves que en realidad me importas! Desde hace mucho me tienes rendido a tus pies. ¡Joder he hecho mil cosas para que te des cuenta de eso y me has ignorado!

—¿Qué estás insinuando?

—Joder, me gustas desde hace mucho —confesó. Sus palabras seguían en mi cabeza por más que lo intentara asimilarlo, era imposible que pasara eso, bueno en realidad no tan imposible; porque nos conocemos desde que éramos unos críos. No tardó mucho en juntar su labios sobre los míos, se movían al son como si de una danza se tratase.

La temperatura poco a poco iba subiendo, y yo no sabía era el climatizador o era la situación del momento. Nos separamos con lentitud, como si nuestros labios no quisieran dejar de besar al otro, apoyó su frente contra la mía y en un tenue susurro pude decir:

—¿Lo dices en serio? —mi incredulidad de seguro se podía notar desde lejos, pero era normal después de todas las bromas que nos habíamos gastado en los últimos años.

Su respuesta no tardó mucho porque sus labios se volvieron unir con los míos.

—¿Eso responde a tu pregunta? 

—No

Hacía varios minutos que nuestras prendas se habían volatilizado, sus manos que anteriormente se encontraban en mi cintura fueron bajando hasta llegar a mi trasero, me levantó del piso y como por acto reflejo enrolle mis piernas en su cadera y mis manos se aferraron a su cuello. Sus pasos eran cortos, pero no había tanta distancia entre la pared donde estábamos hace unos segundo y la cama. 

Con mucha lentitud y suavidad me dejó en la cama, mis últimas prendas —y las suyas— acabaron desapareciendo de nuestro cuerpo para acabar en algún lugar de la recamara. Sus labios iban dejando besos por toda mi piel, lo hacía con tanta lentitud que parecía una tortura. Sus suaves labios fueron bajando hasta que se topó con el elástico de mis bragas las fue sacando sin prisa, haciendo que ese momento fuera eterno —no iba a ser mi primera vez, pero aún así estaba nerviosa. Iba a compartir un momento muy íntimo con mi mejor amigo, quién me vio crecer y conoce casi todas mis facetas y ahora también conoce cada parte de mi anatomía― .

 «Mentira, él no conoce todas tus facetas, nunca te vio desesperada por aquella noticia, tampoco supo lo que pasó ni de la existencia de Liam»—. Intenté alejar los pensamientos que tenía en ese instante, solo quería disfrutar del momento y olvidarme de todo por unos minutos.

No sé en qué momento mis bragas ya habían desaparecido, pero Erick había vuelto a su posición inicial; con las únicas diferencia de que ahora se encontraba besando mis labios y sentía su miembro, erecto, rozar mi vientre. De algo sí estaba segura, esta noche iba a ser única y especial para ambos. 

—¿Estás segura de que quieres continuar con esto?— habló con inseguridad.

En sus mejillas predominaba el color carmesí, haciendo que  Erick luciera más sexy de lo que ya era. 



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En el texto hay: destino, romance, carrerasilegales

Editado: 14.02.2023

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