Chelsy
Me desperté porque la puerta de la recamara se abrió, dejando ver a una de las camareras de piso.
—Siento haberla despertado señorita, creí que la habitación estaba libre —la chica se disculpó, se notaba que estaba apenada.
—No pasa nada.
Ya me encontraba mejor. Al ser una chica muy activa, no me gusta estar en la cama mucho tiempo, salí de la recamara no sin antes coger la tarjeta y el móvil.
A penas eran las 12:48, fui a la piscina y me senté en una tumbona. Aprovechando que estaba sola llamé a mi abuela y le sugerí, mejor dicho, les supliqué para que vinieran al hotel para ver a Liam. No se hizo de rogar, aceptó al instante, el problema era mi abuelo; no sabíamos si él aceptaría la loca idea de su nieta.
Con él me costó más tiempo convencerlo, pero después de estar un buen rato insistiendo y dando argumentos válidos acepto. Lo único que me dijo fue “Llevaré a Liam al hotel, pero nosotros no podremos estar porque tenemos que arreglar unos asuntos.”
No me negué, podía compartir algo tiempo con la cosita más linda del mundo.
A la una y algo mi abuela me avisó de que estaba en la entrada del hotel, me levanté de la tumbona y salí corriendo en dirección al hall. Los abracé con mucha alegría, el interrogatorio por parte de mi abuela no tardó en hacerse presente, le tuve que explicar que de mañana me sentía indispuesta y que lo mejor era quedarme en hotel, pero que ahora ya estaba mejor.
Me despedí de ellos, antes de marcharse me informaron de que pasarían a buscar a Liam a las cinco de la tarde y me dejaron un bolso con todo lo que podía necesitar.
Mi bebé estaba muy contento, yo también lo había extrañado.
«Nadie pensaría lo que lo he extrañado, solo he pasado cuatro meses separada de él, pero me han parecido una eternidad »
Subí por el ascensor. «Si ya me cansaba subiendo sola las escaleras, hasta el tercer piso, ahora con el peque entre mis brazo seguro y no llegaba ni al segundo piso.»
Estuve toda la tarde en la habitación , el pequeño Liam no dejaba de reír y eso me llenaba de orgullo; él no se había olvidado de mi. Hice una videollamada con mis tíos, así ellos podían ver a su sobrino y de paso le contaba un poco lo que habíamos hecho estos días —no había sido gran cosa pero bueno...—.
“Sabes, hace unos días me llamaron del hospital —un gran sonrisa se fue formando en su rostro, estaba a punto de interrumpirla pero mi hizo un gesto de aquellos que si me interrumpes no te diré nada— y me dijeron que han visto un gran avances”
Las lágrimas no tardaron en salir, Liam empezó a aplaudir con entusiasmo.
“Eso quiere decir que…”
“Sí, eso quiere decir que hay esperanzas”
Por la puerta del living apareció Logan y saludó a mi tía con un beso en la mejilla, para luego fijarse que estaba hablando conmigo.
“Holiss”
Fue lo único que pude articular, el miedo empezó a paralizarme, finalice la llamada antes de que empezara a hacerme preguntas.
«Ya decia yo que era muy raro que la suerte me durara tanto y que el destino no me hiciera una las suyas. ¿Por qué me odia tanto? ¿Tan mala he sido en otra vida? ¿Habré cometido algún crimen o algo por el estilo? Porque sino no le encuentro nada de lógica a todo lo que me a pasado desde que tengo uso de razón.»
—Sabes chiquitín él —dije señalando una foto donde estaba con Logan— es tu tío Logan, porque es un hermano para tu mami.
Después de estar charlando un buen ratón con Liam, se empezó a frotar sus ojitos y a quejarse, le preparé un biberón —por suerte había un termo con agua tibia—; pusé el agua en el biberón y después le añadí la leche en polvo, las misma cucharadas que tenía de agua.
No tardo nada en quedarse dormido, me quedé un buen rato contemplando sus facciones. Lo único que tenemos en común son los ojos azules o también puede ser por parte de ambos —lo único que recuerdo de él son sus ojos— por lo demás de seguro se parece a su padre.
¡Es muy indignante! ¡Estuvo nueve meses en mi vientre y todo los genes los a sacado de su padre!
El tiempo se me pasó muy en un abrir y cerrar de ojos, cuando menos espere mis abuelos ya estaban en el hotel. Liam seguía dormido, con temor a despertarlo lo cogí entre mis brazos con cuidado de no despertarlo, también tome su bolso y la tarjeta.
Esta vez con mucha paciencia me toco esperar el ascensor, las puertas se abrieron y dejaron ver a una pareja mayor, que de seguro rondaba entre los setenta años; a pesar de los años desprendían puro amor hacia su pareja, pero cuando me vieron con mi hijo, el semblante de la mujer cambió por completo dándome una mirada de reproche.
―Pobre chica, ha echado a perder su vida tan joven ―le dijo sin tapujos la mujer a su marido, me causo gracia que lo dijera en español pero algo que si me enojó fue el desprecio que había en su voz.
La rabia estaba invadiendo mi ser, pero me contuve e hice como si no entendiera nada de lo que estaba diciendo.
―Lorenza deja de decir estupideces, la joven tendrá su historia y no tiene que haber arruinado su vida por tener un hijo a temprana edad.