Lo que el destino unió

Capítulo 21

 Chelsy

 

Estaba decidida, hoy, sería el día en que lograría que me dejaran ver a mis padres. No sé porque motivo tengo la entrada restringida a su habitación, pero no es justo, llevo más de un mes sin verlos y lo poco que sé de ellos es gracias a mi tía.

Así lo primero que hice al despertar fue ir al hospital, en el auto de mi primo-hermano. 

«Sé que Logan se va a cabrear y parecerá que es la reencarnación del mismo Hades, pero todo se puede arreglar con helado y April, o eso espero.»

Estaba en la entrada del hospital cuando choqué con el cuerpo de alguien ―parte de mi torpeza nunca se ira de mi lado, ya es hora de que lo empiece a asumir―, la otra persona me ayudó a ponerme de pie. Alcé la vista y me encontré con la señora Gina, la madre de Emily y Asher.

―Lo siento Gina, estaba algo distraída ―me disculpe. No sé de quién había sido la culpa, pero de todas formas es mejor quedar coma una chica torpe que mal educada.

―No pasa nada cielo, ya sabes que la torpeza es algo que nos identifica a todas las E… ―dejo la frase incompleta. El bicho de la curiosidad me empezó a picar, quería saber lo que iba a decir pero por la forma en que se calló cuando se dio cuenta de que estaba hablando de más me decía que mi inquietud no la iba a saber―. 

Me despedí con amabilidad y me marché, sabía cuál era la habitación pero cuando estaba apunto de entrar una enfermera me impidió la entrada diciendo.

―Por órdenes del doctor, los pacientes Evans tienen restringidas las visitas ―le iba a decir un par de cosas pero se me ocurrió una idea brillante, en la que si me pillaban quizás podía pisar la cárcel pero al menos podría ver a mis padres.

Asentí, con la mirada baja en la cual se reflejaba la tristeza que sentía ―haber si al menos conseguía conmover a la enfermera y evitaba meterme en problemas legales―. Entré al ascensor y baje hasta la planta baja, donde suponía que estaría algún vestuario o algo para poder coger el uniforme de alguna enfermera.

Me había costado entrar y tomar prestado el uniforme de la enfermera Y. Harris, una vez ya estaba con el uniforme me hice una trenza y para contemplar mi look de enfermera me puse la cofia.

 

Con los dedos cruzados y con la esperanza de que ningún doctor me descubriera o me llamara para que atendiera a algún paciente ―las cosas se pondrían negras y ahí sí podría acabar entre rejas y no ver como crece mi pequeñín―, crucé los pasillos hasta llegar a la tercera planta y entré a la habitación. Mi mundo se quedó helado, la imagen que tenía enfrente era la mejor.

Mis padres ya no estaban conectados a esa máquinas, con las cuales los he visto durante todo este tiempo, sino que estaban sentados hablando entre ellos y con ¿Gina? ―me sorprendí de verla con mis padres, pero no le tomé importancia, quizás ellos se conocían de antes―. No habían, , palabras para que acabaran de describir la emoción que sentí al verlos de nuevo, sin la necesidad de que estén conectados a una máquina para poder seguir con vida.

Las lágrimas no tardaron en hacerse presentes ―soy una chica muy sensible, que puede llorara hasta con el más simple detalle―, esta vez tenía su justificación y no estaba llorando por la añoranza o por sentirme la causante de todo, sino porque al fin mi mayor deseo se había acumplido; al fin tenía de vuelta a mis padres.

―¿Por qué lloras, mi niña? ―la suave voz de mi madre me sacó del limbo, donde sin darme cuenta mi mente se había sumergido.

―Mami, dime que esto no es otro de mis sueños y que cuando despierte vais a estar ―le supliqué, mientras me sumergía en una abrazo.

―No lo es ―afirmó Gina―. ¿Qué haces vestida de enfermera?

―Es una larga historia, pero espero no meterme en un lío por pillarle prestado el uniforme a la enfermera; Harris ―le conteste con rapidez― ¿Y usted de que conoce a mis padres? ―por más que intenté que la pregunta no sonara tan descortés, ni entrometida. Solo era la simple curiosidad, que no me dejaba en paz, quizás ese era uno de mis mayores defectos; nunca paraba hasta conseguir saber lo que quería.

―Digamos, que soy tu tía por parte de padre―de no haber estado sentada en la cama, al lado de mi madre, de seguro me habría caído de bruces contra el suelo.

Mi tía Gina, que raro suena decre tía, me explicó toda la historia detrás del accidente. Ella junto a mi tía Tina, acordaron que por el bienestar de ambos ―sí, al final si tuve un hermano y nadie fue capaz de decirmelo. He pasado años atormentandome por la supuesta pérdida (lloré por él cada noche de mi infancia y en mi adolescencia)  de mi hermanito y nunca fueron capaces de confesarme la maldita verdad― era mejor que viviéramos separados y que yo no supiera de la existencia de Asher, mi hermano.

 

Ahora sabiendo toda la verdad, me sentí peor. Por decirlo de algún modo, me había perdido parte de su vida, apenas y lo conocí hace cuatro años, los mismo que llevo conociendo a Emily ―quien al parecer es mi prima―. Me despedí de todos en aquella habitación y me marché, necesitaba un tiempo a solas para poner mi mente en orden y empezar a tomar las riendas de mi vida. 

Mis planes estaban cambiando, ahora que mis padres habían despertado del coma y sabía que Asher era mi hermano, quería empezar a disfrutar de todo el  tiempo que no había compartido con ellos. Tenía que empezar a tomar decisiones y no sabía cuál iba a ser la correcta, pero lo que sí estaba claro era que mis elecciones iban a cambiar gran parte de mi vida  y la de mi hijo.



#48110 en Novela romántica
#31774 en Otros
#4543 en Acción

En el texto hay: destino, romance, carrerasilegales

Editado: 14.02.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.