Lo que el destino unió

Capítulo 23

Chelsy

 

¡Lo que me faltaba! Ser acosada por un idiota y luego que el mejor amigo de mi hermano me descubriera. El mejor plan que tenía se había ido a la mierda en el momento en que nuestras miradas se encontraron, y mi hermana junto con April habían desaparecido; ese fue un punto a nuestro favor, no quiero ni imaginar cuál hubiera sido la reacción de Austin ―bueno en realidad ya la estoy viendo ahora―.

―¿¡Como puedes ser tan irresponsable!? ―a pesar del ruido de la música, sus reproches se podían oír incluso en Júpiter.― ¡Te podía haber pasado algo!

―¡Pero no me pasó nada! ―espeté furiosa. No soporto que la gente me grite, por más que me  intente centrar en su cara mi vista se desvía a su abdomen  «¿Por qué se tiene que ver tan malditamente lindo sin camisa? Concéntrate Chelsy, recuerda que estas enojada.»― Me estas echando la bronca por estar aquí, pero tu tambien estas en este mundo y aún así nadie te dice nada.

―No me cambies de tema ―el tono de su voz fue disminuyendo, pero de igual forma en el aire se percibía la tensión―, sabes la decepción que se llevaría Logan si te viera o se enterara de lo que haces a escondidas.

―¡Por Dios! ―en serio, ya he llegado a mi limite― ¡Ni que me estuviera drogando o vendiendo mi cuerpo!

Austin empezó a examinarme de arriba abajo,  me tendría que sentir intimidada por la forma en que me estaba viendo, pero no, por alguna extraña razón me estaba llamando la atención la forma en que me divisaba; sentía que me estaba desnudando, mi enojo volvió y me marché dejándolo solo. 

«¿Quien se cree? Él no es nadie para venir y darme lecciones de moral, mucho menos para actuar como un hermano sobreprotector para eso tengo a Logan ―cabe decir que cumple muy bien su papel, solo tengo que recordar alguno de los últimos acontecimientos para ver la ira de mi hermano y su forma de lidiar con la situación―.»

Podía seguir escuchando como Austin pronunciaba mi nombre para que volviera con él, pero no lo iba a ser. Muy en el fondo tengo que reconocer que soy orgullosa y cuando algo no es de mi agrado prefiero ignorarlo hasta que me todo el cabreo desaparezca.

De tan distraída que iba no me dí cuenta de la presencia de un joven hasta que acabé encima de él ―por cierto la bebida que el pelinegro tenía en su vaso acabó encima de mi top―, me levanté lo más deprisa que pude y luego lo ayude a él. A pesar de la vergüenza que sentía me disculpe y me alejé lo más rápido que mis piernas me permitían.

 

Cuando estuve lo suficientemente lejos, aproveché y marque el numero de mi prima, Emma, no estaba segura si me iba a contestar pero no perdía nada por intentarlo. Ya llevaba tres pitidos y ella no contestaba.

De la nada sentí que me elevaba, mis pies habían dejado de tocar el suelo ―esto no podía ser a causa del alcohol, no había ingerido ni una gota―. La preocupación me empezó a invadir todo mi ser, empecé a gritar y patalear, el sujeto que me tenía colgando de su hombro ni se inmutaba.

―Chelsy, puedes parar de una vez ―el enojo que llevaba antes había disminuido, pero de todas formas estaba irritado―. Por más que me estés haciendo un masaje con tus golpes, es algo molesto.

―¡Bájame, puedo caminar por mis propios pies!

―No, lo siento. 

 

Aún en contra de mi voluntad me subió a su auto, el ambiente estaba tenso. Ninguno de los dos era capaz de emitir palabra alguna ―yo por mi parte me encontraba enfurruñada; no era el simple hecho de que me haya “raptado”, por decirlo de alguna forma, sino que se ha tomado atribuciones que no le corresponden―.

―¿Vas a decir alguna cosa? ―me preguntó sin despegar la vista de la carretera. No dije nada, pero él siguió hablando.― Sabes no es de buena educación dejar hablando a los demás solos, como si estuvieran locos.

―Tampoco es de buena educación llevarse a una persona a la fuerza y tu lo has hecho ―le reproche.

El auto se detuvo en medio de la nada, el miedo  se estaba haciendo presente, a pesar que solo lo conozco de vista y sé lo basico de él ―gracias a lo poco que hemos hablado―; no puedo confiar en cualquiera, eso lo aprendí a las malas. 

Su vista abandonó la carretera, nuestras miradas se volvieron a encontrar ―por alguna extraña razón mi cuerpo se estremeció, pero no podía apartar la mirada―, el mundo se detuvo y solo eramos él y yo.

―Dejemos este royo de niños pequeños, sé que estás enojada por haberte sacado de ese sitio pero debes entender que tuve mis motivos.

―¿Cuales? ―pregunté, el tono con el que salió mi pregunta fue más fuerte del que pretendía pero no lo iba a arreglar― ¿Qué es un sitio peligroso para una chica? ¿Qué ese mundo solo es para mafiosos o gente que está metida en grandes problemas? o espera mejor aún ¿Ese mundo es para mujeres que… ―sus labios se unieron a los míos, se complementaban tan bien que daba la sensación de que se conocían de antes. Ese beso demostraba la añoranza que habían sufrido nuestras bocas, lentamente, muy a nuestro pesar nos fuimos separando por la falta de oxígeno.

―Lo siento ―su disculpa era casi inaudible―, era la única forma que encontré para que dejaras de decir estupideces.

No dije nada y volví mi vista hacia la ventana, solo se podía contemplar la oscuridad de la noche pero era mejor eso a que me viera como un tomate.



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En el texto hay: destino, romance, carrerasilegales

Editado: 14.02.2023

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