Lo que el destino unió

Capítulo 24

Austin

 

Las súplicas de Chelsy se hicieron más intensas, que al final acabé aceptando su propuesta. Ahora solo me quedaba pensar dónde la llevaría, la mansión y mi departamento eran un rotundo no, Logan se podía presentar en cualquiera de ambas propiedades y de seguro mi cabeza iba a rodar por el piso. También estaba la opción de ir a un hotel, pero sabiendo que esta era la época alta de turismo los hoteles estarían a reventar, pero no perdíamos nada por intentarlo.

Conducí hasta el hotel más cercano, The Lodge at Torrey Pines, esperaba que tuviéramos suerte.

 

Habíamos llegado al hotel, era majestuoso tanto por dentro como por fuera. Chelsy estuvo todo el camino hacia la recepción abrazándome, no entendía el por qué, pero no me desagrada su acción. Le pedí una habitación a Robert, el recepcionista, pero para nuestra mala suerte todas se encontraban ocupadas. Con resignación empezamos a caminar hacia la salida, antes de abrir la puerta Robert llamó nuestra atención.

―Esperad un momento ―hicimos lo que nos pidió y se nos acercó―, estáis de suerte ―lo miramos confusos, así que prosiguió―. Acaban de llamar para cancelar la reserva que había la Suite nupcial; al parecer la novia dejó plantado a su prometido.

―Al menos no dormiremos en el coche ―le susurre a Chelsy―. Me siento un poco mal por el novio ―dije en voz alta, Robert me escuchó y soltó una carcajada.

―No tiene porque sentirse así joven, el señor Raffaele de Luca le era infiel a su novia. Así que él se lo merecía por jugar a dos bandos y más con la misma familia de la joven ―Robert parecía estar disfrutando de la desgracia de aquel hombre. El nombre de Raffaele de Luca me sonaba, pero de algún modo no sabía de qué― Al menos esa desgracia les ha servido para poder tener una de las mejores habitaciones y poder pasar un tiempo a solas ― lo último lo dio con un tono de complicidad, Chelsy se apartó de mi lado de manera brusca, dejando una sensación extraña.

―No somos nada ―afirme, mientras volvimos a la recepción. Una vez allí le dí mis datos para registrarnos.

―Lo lamento mucho jóvenes, pensaba que eran pareja ―Robert se disculpó, por último nos entregó las dos tarjetas de la Suite.

 

El camino a la que sería nuestra habitación por aquella noche, no cruzamos ninguna palabra. Abrí la puerta insertando la tarjeta en la cerradura y esta se abrió, la habitación estaba en las penumbras pero estaba iluminada con velas que te guiaban hasta la cama. Al parecer Raffaele lo tenía todo planeado para su luna de miel, Chelsy encendió las luces. En la cama había un corazón formado por petalos rojos.

―Wow, si que se lo había currado.

―Si, ojala y algún día pueda disfrutar de algo así ―soltó Chelsy admirado por el lugar.

Me acosté en el lado izquierdo de la amplia cama, Chelsy había salido al balcón, le dí sus espacio ya que no quería que se sintiera más incómoda de lo que ya estaba. Me quedé un buen rato mirando el techo, hasta que el recuerdo del beso que nos dimos se reproducía en mi mente, sería un completo idiota si negara que me había gustado.

 

Después de estar un buen rato sumergido en mis pensamientos y sin la presencia de la rubia, decidí que ya era hora de salir al balcón y hablar con ella. Miré a todos lados hasta que la vi dormida en posición fetal, me acerque más a ella e intenté despertarla para que se fuera a la cama.

―Déjame dormir ―dijo con pesadez. La cogí entre mis brazos y la conduje hasta la cama, Chelsy iba diciendo palabras incoherentes pero no les preste atención, la deposite en la cama con sumo cuidado de no despertarla.

Me senté un rato en el sofá de la habitación hasta que Chelsy acabó besando el suelo, me levanté rápido y la fui a ayudar.

―¡Auch! La cama es muy pequeña ―se quejó una vez estuvo sentada en el borde de la cama.

―Chelsy tenias toda la cama para ti solo, y aún así es pequeña para ti.

―Es que soy de las personas que se mueven mucho si no están abrazadas a algo, normalmente tengo un oso gigante y duermo abrazada él ―explicó, sus mejillas fueron adquiriendo un color carmesí―. ¿Puedes dormir conmigo? ―su propuesta me tomó de sorpresa pero de todos modos acepte― Gracias.

Me quite la camisa y la dejé en el sofá, normalmente duermo en boxer, pero esta vez haré la excepción por mi acompañante. No iba a hacer que se sintiera incómoda, suficiente ya habíamos pasado por aquella noche.

―¿No te sientes incomoda durmiendo con la ropa que llevas? ―le pregunté.

―Sí, pero no pienso dormir en bragas y sujetador con alguien  que ni conozco.

―Si te apetece puedes usar mi camiseta ―le propuse.

―Vale, gracias ―se levantó rápido y cogió mi camiseta, volvió a retomar su camino.

No tardó mucho en volver, como si de Flash se tratase se metió bajo las sábanas en un abrir y cerrar de ojos, imite su acción y me cubri con la sábana dejando mi torso al descubierto. Le di la espalda, no tardó nada en entrelazar nuestras piernas su cabeza queda recostada en mi espalda y sus brazos me rodean. 

Esto debería de ser incómodo, pero no lo es, apenas y nos conocemos ―quizás la conozco mejor de lo que ambos creemos, aún sigo sin descartar aquella disparatada idea de que ella es la chica que estoy buscando―.

Con la suave respiración de Chelsy chocando en mi espalda, cierro los ojos, dejando de lado cualquier pensamiento que nos involucre a ambos en un pasado y una historia algo difícil de contar.



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En el texto hay: destino, romance, carrerasilegales

Editado: 14.02.2023

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