Lo que ella piensa de mí

II: Sugerencia Cruzada

Centro Social "La Hondonada"

Tras ese encuentro desagradable con el conocido patán del pueblo, Emily terminó agobiándose aún más. Llegó al trabajo cargando un pésimo humor que se le notaba a kilómetros. Y todo era culpa de ese sujeto. No entendía por qué no podía sacárselo de la cabeza desde que lo vio. Admitía que era lindo, pero estaba demasiado ocupada para prestarse a sus jueguitos. Recordar que se le acercó solo por eso... la molestaba.

A lo mejor ese era justo el efecto que tenía ese mujeriego. Después de todo, esa era su fama, y al parecer ella también cayó, con solo oírlo. No podía negarlo: así empezó su mañana, con esa sonrisa y halagos modestos e incomodos...

Tal vez no debió ser grosera. Él se fijo en ella. Casi nadie lo hace. Aunque, claro tampoco fue muy cortés con Tasha, la cajera y eso no le gustó...

Si bien recodando lo lindo que era y con todo este estrés, seguro hubieran podido...

No, no, no. Ella no era así.

Debía de pensar mejor en otra cosa. Debía enfocarse.

Tenía demasiados documentos mezclados con muchas anotaciones que revisar en su despacho como para distraerse con alguien que ni conocía. A veces no entendía como podía ser tan distraída. Y eso que era buena en su trabajo como trabajadora social en el momento de relacionarse, pero si lo comparaba con organizarse y priorizar lo que debía hacer a corto, mediano y largo plazo... era otro tema, y últimamente la había estado afectando, especialmente con en el nuevo proyecto del que estaba a cargo.

Debía tener nuevos resultados pronto. Ya se acercaba la fecha de hablar de esos avances y no podía decirles los mismos de la otra vez, pues estos no fueron del agrado de sus supervisores.

Necesitaba asesoramiento, por lo cual fue con el único amigo en el que confiaba en este centro para darle animos como también un punto de vista más objetivo que le ayudara a mejorar.

Entró a su oficina, sin tocar. Solo lo saludó con mucho desanimo, esperando que le dedicara unos minutos de la mañana.

Tuvo suerte de que pudo darle un espacio. Emily se lo agradeció y le empezó a contar todo lo que había pasado desde la última vez que hubo la reunión pasada, como había evolucionado la situación del orfanato, los muchos nuevos niños que llegaban ahí y necesitaban un hogar... La manera en que lo decía sonaba tan agobiante.

No era de impresionarse que Emily se sintiera así.

Aún más si aquel hombre sabía que esa mujer necesitaba organizarse con urgencia. Su buen corazón era demasiado impulsivo como para hacer que ella se diera cuenta de que no siempre va a funcionar si no hay un poco de lógica que respalde esa acción.

Más en estos tiempos tan avanzados y desconfiados.

Él intentó darle varias ideas; sin embargo, ella las rechazaba por el simple hecho de que no tenía tiempo para hacerlo por sí misma y que necesitaba ser rápida.

Fue entonces cuando al colega de Emily se ocurrió proponerle esta idea:

—¿Por qué no llamas a la institución pública para que te manden a su mejor ingeniero o ingeniera en sistemas? —insinuó su amigo y encargado—. Por lo que me cuentas, han llegado demasiados casos.

—¿Para qué necesito a alguien más? —se opuso inmediatamente—. Yo tengo mi manera de hacerlo. Uno a la que nadie le gusta, pero es buena. En serio, aunque sean muchos ahora, los manejo bien. Solo debo archivarlos mejor, Jacobo.

—¿Y por qué viniste a hablarme? —cuestionó. Como respuesta la dejó pensando—. No lo digo porque lo hagas mal, pero, en verdad, sería bueno que probaras gestionar tus tareas con alguien que sepa del tema.

—¿Estás haciéndome una sugerencia cruzada, corazón de miel? Porque estás hablando de mezclar el ámbito social con el tecnológico... Dios, dime que no, porque me llevo muy mal con ese último.

—Sí. Te gusté o no. Tienes demasiados pendientes que hacer con tu trabajo en el orfanato —mencionó aquel hombre—. Tener una mano especialidad en el ámbito de la informática no estaría mal. Todo lo contrario, te ayudaría mucho en tener en orden todos los informes de esos adorables y revoltosos niños que esperan encontrar un hogar. Incluso podrías saber los datos básicos de los padres de una forma más dinámica que ayuden a evitar malentendidos.

—No lo necesito. Sé perfectamente que decir de ellos cuando es la entrevista y siempre recuerdo como son los posibles candidatos en el momento.

—Emilily, entiendo lo bien que haces tu trabajo cuando te lo propones. Pero si no te hubiera dicho lo de llevar una agenda, te habrían devuelto a tu antiguo trabajo todo obsoleto por lo despistada que eres —recordó obstinado—. Sería bueno que cambies un poco tu forma de trabajar. Créeme que te vendría bien tener una mano extra en el proyecto que haces. Sobre todo, ahora que viene la feria comunitaria, a la cual no has presentado tu propuesta para incluirla en el itinerario.

No podía creerlo. Había olvidado ese evento.

De tantos pendientes que tenía por hacer, no había tenido tiempo de pensar cómo integraría los avances de su trabajo. No tenía ideas, pero debía de tener una pronto, ya que sería dentro de unas pocas semanas, y no podía quedarse por fuera.

Para nada podía dejar pasar la oportunidad. Era la ocasión perfecta para que los niños y adolescentes del orfanato se despejaran como también de que se relacionaran y tuvieran, de forma indirecta, la atención de quienes buscaban darles un hogar.

—Bien. Llama por mí a la entidad estatal y que te manden al que esté disponible —pidió avergonzada—. Espero encuentren a alguien, si me dijiste que son muy solicitados y con la suerte que traigo, dudo que haya alguien.

—Ya verás que te darán al o la mejor —mantuvo con optimismo su compañero.

Ella esperaba eso.

La mañana ya había empezado muy mal con ese tipo que se quería burlar de ella como para que siguiera el mismo rumbo con trabajo. Mejor no pensaba en eso, suficiente tenía ya, incluso ahora que su estomago gruñó porque aún no había comido su desayuno.




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