Era mediodía cuando el teléfono de Noelí vibró sobre la mesa. Estaba en la cocina, preparando la comida para Tomás, cuando vio el número desconocido en la pantalla. Su corazón dio un vuelco, y aunque quiso mantener la calma, esperaba que fuera la respuesta que había estado aguardando.
—Hola, Noelí. Soy Sebastián Rivera —dijo la voz al otro lado, formal pero amigable.
—Hola, Sebastián —respondió Noelí, sintiendo cómo su pulso se aceleraba—. ¿Cómo estás?
—Muy bien, gracias —contestó con calidez—. Te llamo para darte una noticia: hemos decidido ofrecerte el puesto de coordinadora de artes.
Noelí sintió una oleada de alegría, y la sonrisa que brotó en su rostro fue espontánea.
—¡Qué buena noticia, Sebastián! Gracias por darme esta oportunidad.
Él rió suavemente, y ella imaginó su expresión de satisfacción al otro lado de la línea.
—Estoy seguro de que harás un gran trabajo. Además, tengo el presentimiento de que los niños te adorarán.
—Eso espero —dijo ella, sin poder contener más su entusiasmo. Pero más allá del logro profesional, tener un nuevo reto significaba reavivar su pasión por enseñar y sentir que su vida tomaba un rumbo genuino y renovador.
Sebastián la sacó de sus pensamientos.
—Hay algo más que me gustaría discutir contigo —continuó—. En la institución queremos un enfoque más integral para los niños. Por lo que el equipo pide que crees un proyecto nuevo, algo que no solo inspire a los niños, sino que también los motive a ver el arte como una herramienta para su vida. ¿Estás de acuerdo?
—¡Claro que sí! —Los ojos de Noelí brillaron al escuchar la propuesta.
—Entonces, en cuanto pueda, te enviaré los detalles de los pasos y los puntos claves del proyecto para que puedas empezar a planificarlo.
—Perfecto y gracias de nuevo —respondió animada, algo que no había sentido en mucho tiempo.
—No hay de qué, Noelí —concluyó con suavidad—. Solo mantente atenta a tu teléfono.
—Lo haré. Nos vemos pronto —dijo imaginando la sonrisa que la despedía desde el otro lado.
La llamada terminó, y Noelí pensó en un futuro de nuevos desafíos, donde podía crecer, compartir y hacer una diferencia en la vida de los niños y al mismo tiempo en la suya propia.
Esa noche, mientras Noelí y Martín cenaban, el clima estaba en silencio, solo se escuchaba el suave sonido de los cubiertos. Noelí observaba a Martín. El pensamiento de cómo reaccionaría si supiera que había aceptado un nuevo trabajo, uno que implicaba más horas fuera de casa, la había perseguido desde el día de la entrevista. Martín siempre se había mostrado inflexible sobre su rol en el hogar. "Para eso estoy yo, Noelí. No tienes que agotarte," le decía cada vez que ella insinuaba su deseo de expandir sus actividades profesionales. Y aunque lo decía con amabilidad, ella sentía que su lugar en la casa estaba predeterminado.
Por eso había guardado silencio. La posibilidad de que Martín no entendiera sus motivos le pesaba. Imaginaba su reacción al saber que había aceptado el trabajo sin consultárselo. Aunque en rl fondo quería creer que, tal vez, Martín podría entenderla, apoyarla y compartir su emoción. Pero también sabía que no quería arriesgarse a enfrentar el rechazo o la indiferencia de su esposo.
—¿Todo bien, Noelí? —preguntó Martín de pronto,.
Noelí se sobresaltó un poco y asintió.
—Sí, todo bien —dijo, forzando una sonrisa y desviando la mirada hacia Tomás, que estaba terminando su comida.
—Parece que estuvieras en otro lado —comentó Martín con tono neutro, antes de volver a concentrarse en su cena.
Ella bajó la mirada al plato. A fin de cuentas, le diría más adelante, cuando las cosas fueran seguras, cuando sintiera que él pudiera verlo como algo positivo para ella y no como una amenaza para el hogar que habían construido.
La cena continuó en silencio, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. Para Martín, el silencio de Noelí era natural, mientras que para ella era la manera de evitar el conflicto, de postergar el momento. Cuando la cena terminó, se dirigieron a la habitación en la misma calma que siempre, con Noelí sosteniendo la incertidumbre y la esperanza de que, algún día, las cosas cambiaran.