Lo que es para ti, te encuentra.

CAPÍTULO 10

Noelí conducía con el proyecto en mente, pero los pensamientos comenzaban a alejarla de su entusiasmo. La conversación con Martín esa mañana había dejado en ella una inquietud que no lograba ignorar. Mientras observaba la ciudad pasar a través de las ventanillas del auto, se dio cuenta de que las dudas sobre su relación ocupaban cada rincón de su mente.

¿Cuándo comenzó todo a cambiar?, se preguntó en silencio, sintiendo una mezcla de nostalgia y amargura.

Los primeros años de su matrimonio estaban llenos de momentos sencillos, pero significativos, en los que Martín y ella compartían sueños, se apoyaban en sus respectivos proyectos y hacían planes para un futuro juntos. Martín era cariñoso y atento, y ella confiaba plenamente en que ambos compartían un lazo inquebrantable.

Noelí volvió a revivir aquellos primeros días después del nacimiento de su hijo, momentos de una felicidad profunda pero también de agotamiento. Las noches sin dormir, las horas dedicadas al bebé, el cansancio que la inundaba hasta los huesos… Todo eso había cambiado su rutina, sus prioridades, incluso su relación con Martín. Mientras cuidaba de Tomás, ella no podía acompañarlo en sus viajes, ni asistir a los eventos de trabajo que él organizaba. Pasaba la mayor parte del día en casa, y a menudo se sentía sola y exhausta. Y Martín, en lugar de acercarse, pareció distanciarse. Estaba más enfocado en su trabajo, en expandir su negocio, y aunque se esforzaba en brindarles todo lo necesario, la atención y el cariño que solía mostrar parecían ir desvaneciéndose.

¿Habrá sido miculpa?, se preguntó con una punzada de tristeza. Quizá su agotamiento había contribuido a apagar la chispa de su relación. Quizá la energía que había perdido en esos días había alejado a Martín, haciendo que él ya no la viera como antes. Y, en parte, él mismo lo había expresado: quería que ella no se desgastara, que conservara su energía para cuidar a Tomás y ser una madre presente, por eso había llamado a Cora.

Se preguntó si él tenía razón. Quizás, su deseo de trabajar más horas y asumir el proyecto no era la mejor decisión. Quizás debía dejar de lado su ambición para evitar que su familia se desmoronara.

Sin embargo, una voz dentro de ella se negó a aceptar esa idea. Puedo con esto y más, pensó, apretando con fuerza el volante. No necesitaba que la protegieran de sus propios sueños. Sabía que podía cuidar de Tomás, ser una madre amorosa, pero también alguien capaz de cumplir sus propias metas.

Y más aún, si era posible, salvar su matrimonio.
Suspiró, sintiendo cómo la tristeza se mezclaba con una determinación renovada. Mientras conducía hacia la institución, entendió que parte de su motivación no era solo personal, sino una forma de reafirmarse, de decirle al mundo y a sí misma que era capaz de lograrlo.

Pronto llegó a su destino, y tras un último respiro, dejó atrás esos pensamientos. No era el momento de detenerse ni de dudar. Hoy, en esta reunión, demostraría que tenía todo lo que se necesitaba para llevar adelante el proyecto, y que también era capaz de ser la madre y la esposa que tanto anhelaba ser.



#6244 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, antiguoamor

Editado: 11.04.2025

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