Lo que es para ti, te encuentra.

CAPÍTULO 17

Las cuatro horas pasaron más rápido de lo que Noelí esperaba, entre risas infantiles, pinceles llenos de colores y el eco de pequeñas voces llamándola “profe”. Había sido un buen inicio, pero el cansancio comenzaba a aparecer. Decidió tomarse un momento para almorzar en el comedor antes de dirigirse a la otra escuela donde trabajaba los lunes. Se sentó en una de las mesas cerca de la ventana, abriendo la lonchera que Cora le había preparado esa mañana con un esmero que la hizo sonreír.

Mientras comía en silencio, escuchó pasos acercándose. Levantó la vista y se encontró con Sebastián, quien sostenía un vaso de agua y una ligera sonrisa.

—¿Puedo sentarme contigo?

—Claro, adelante —respondió Noelí, haciendo lugar en la mesa.

—¿Cómo te fue? —Sebastián se sentó frente a ella.

—Fue mejor de lo que esperaba. Los niños son maravillosos y creo que este lugar tiene un potencial increíble para lo que quiero hacer con ellos.

—Sabía que lo harías. Tienes esa facilidad para conectar con la gente, Noelí.

—Es solo el primer día. Vamos a ver si puedo mantener esa conexión -bajó la mirada hacia su plato, tratando de ocultar la forma en que su corazón pareció latir más rápido ante el comentario.

—Estoy seguro de que podrás. —Sebastián la miró con una intensidad que la hizo sentir como si él viera algo que ni siquiera ella misma reconocía.

—¿Quieres probar? -Para aliviar la tensión que comenzaba a notarse, Noelí señaló su comida.

—Gracias, pero ya almorcé. Aunque… déjame adivinar, ¿lo preparó tu marido?

El ambiente se tensó por un segundo, y Noelí bajó el tenedor lentamente antes de responder.

—Antes… sí lo hacía —respondió, su voz bajando un poco—. Era algo que solía disfrutar, pero ahora está muy ocupado. Su trabajo le consume casi todo el tiempo.

Su voz era tranquila, pero Sebastián notó como un velo de tristeza cubría su brillo habitual. Por un instante, sintió un deseo casi instintivo de tomarle la mano, de decirle que no estaba sola, pero sabía que no era su lugar.

Sebastián se inclinó ligeramente hacia atrás, dejando que una sonrisa suave adornara su rostro.

—¿Sabes? Hay una casa en este barrio con un pequeño dragón en la entrada.

Noelí levantó la mirada, sorprendida por el cambio repentino de tema. Sus labios se curvaron en una sonrisa curiosa.

—¿Un dragón? —repitió, como si intentara asegurarse de haber escuchado bien.

—Sí, un pequeño dragón tallado en piedra. Está justo en la entrada. -Sebastián asintió, disfrutando de su reacción.

—¿No me digas que es tu casa? -La risa de Noelí llenó el aire, ligera y melodiosa.

—Lo es. -inclinó la cabeza, como un niño que acaba de ser descubierto en un juego.

—Eso es tan… típico de ti. —Noelí negó suavemente con la cabeza, aún sonriendo—. Recuerdo que en la escuela te fascinaban esas cosas. Siempre hablabas de mitología y criaturas fantásticas.

—¿De verdad lo recuerdas? -Sebastián parpadeó, sorprendido.
—Claro que sí. —Lo miró con un brillo nostálgico en los ojos—. Era algo que te hacía único.

—Supongo que algunas cosas nunca cambian. Aún mantengo algo de esa pasión infantil. -Sebastián dejó escapar una risa baja, casi tímida, mientras pasaba una mano por su cabello.
La calidez en su tono fue lo que atrapó a Noelí, una calidez que parecía ir más allá de las palabras. Antes de que ella pudiera decir algo más, Sebastián continuó:

—Si alguna vez necesitas un lugar para desconectar, para hablar o simplemente tomar un café, ya sabes dónde estoy.
Noelí sintió cómo su pecho se llenaba de una calidez inesperada al escuchar esas palabras. No era solo la oferta, era la forma en que la decía: sencilla, sin presiones.

—¿Hablas en serio? —preguntó con suavidad, intentando ocultar el leve sonrojo que sentía subir a sus mejillas.

—Contigo siempre hablo en serio, Noelí. —Sebastián le sostuvo la mirada, transmitiendo algo que las palabras no podían expresar por completo.

Ella bajó la vista por un momento, como si necesitara procesar lo que acababa de escuchar. Cuando volvió a mirarlo, había una sonrisa tímida pero genuina en sus labios.

—Gracias, Sebastián. Es bueno saber que alguien está cerca.



#6244 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, antiguoamor

Editado: 11.04.2025

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