Lo que es para ti, te encuentra.

CAPÍTULO 25

EN plena madrugada la casa estaba en silencio. Mientras Tomás dormía profundamente en su cuna, Noelí estaba sentada en el pequeño sillón del cuarto de estar, con una taza de té entre las manos. A pesar de la calma nocturna, su mente era un torbellino. La visita a la casa de Sebastián seguía fresca en su memoria: su calidez, su mirada comprensiva, y esas palabras sobre el amor que aún resonaban en su corazón.

Cerró los ojos y dejó que el eco de su voz la envolviera. Sebastián no solo la veía, la entendía. No podía ignorar sus palabras, eran un recordatorio de que en el camino de la vida, alguien creía en ella de una manera que ni siquiera Martín parecía hacerlo. Sin decirlo directamente, Sebastián confesaba cuánto la admiraba, cuánto la valoraba. Noelí tomó un sorbo de té, sintiendo cómo el calor le llenaba el pecho, pero también notaba un leve temblor en sus manos.

Era como si Sebastián hubiese plantado una pequeña chispa en su interior, una que amenazaba con convertirse en una llama. ¿Es esto una señal? Se preguntó, luchando con los sentimientos encontrados que la asaltaban. Por un lado, estaba Martín, el padre de su hijo, el hombre con el que había construido una vida, aunque esa vida ahora se sentía vacía y rota. Por el otro, estaba Sebastián, alguien que parecía representar todo lo que ella había dejado de creer: un amor sincero, sin pretensiones, sin condiciones.

Se recostó en el respaldo del sillón y miró al techo, buscando respuestas en las sombras que la luz tenue del pasillo proyectaba.

"El verdadero amor no se pierde. Siempre encuentra la forma de volver."

Sebastián lo había dicho con una calma que la desconcertó en el momento, pero en la quietud de la noche, esas palabras tomaban un significado más profundo. ¿Era esto lo que quería decir? ¿Que, después de todo lo que había pasado, el amor verdadero no era el que se rompía con el tiempo, sino el que permanecía, esperando el momento adecuado para florecer?

Se llevó una mano al pecho, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Por primera vez en años, se permitió imaginarlo: una vida diferente, una donde no tuviera que luchar constantemente por ser vista, por ser amada. Una vida donde el amor no fuera una obligación, sino una elección.

Pero al mismo tiempo, un leve miedo la recorrió. ¿Y si estaba equivocada? ¿si lo que sentía por Sebastián no era más que un escape, una ilusión? Pero entonces recordó su sonrisa, su paciencia, la manera en que hablaba con Tomás, como si cada palabra estuviera cargada de cariño. ¿Era posible que algo tan real fuera solo una ilusión?

No tenía todas las respuestas, pero lo que sabía con certeza era que no podía ignorar lo que su corazón le estaba diciendo. Y, por primera vez en mucho tiempo, sentía que el camino hacia la felicidad podía no estar tan lejos. Tal vez estaba frente a ella, esperándola, como el dragón que guardaba la puerta de Sebastián.

El aroma del té aún llenaba la pequeña sala cuando Noelí escuchó el sonido de la cerradura girar. Miró hacia la puerta, y su corazón se aceleró levemente. Martín había llegado. Aunque antes su regreso habría sido un alivio, en ese momento solo significaba más preguntas sin respuestas.



#6244 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, antiguoamor

Editado: 11.04.2025

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