Lo que es para ti, te encuentra.

Capitulo 30

Sebastián estaba sentado en la sala, con la luz tenue de una lámpara que iluminaba los papeles que estaba revisando. Sin embargo, sus pensamientos no estaban en el trabajo. Desde que vio a Noelí irse esa tarde, con una sombra en sus ojos y un peso evidente en sus hombros, no había podido concentrarse.

- ¿Por qué no puedo sacarla de mi mente? -Se preguntaba, aunque en el fondo conocía la respuesta. La tristeza de Noelí lo inquietaba profundamente.

El recuerdo de la visita de Martín al instituto lo asaltó. Aunque había mantenido la compostura, no pudo evitar notar la actitud de su esposo. El tono de superioridad en su voz, el modo en que hablaba como si poseyera no solo la situación, sino también a Noelí. Y lo peor de todo: la forma en que la miró, como si ella le debiera algo.

Sebastián apretó los dientes al recordarlo. Le incomodaba profundamente, la mezcla de arrogancia y desprecio que no encajaba con la imagen de un esposo preocupado. Y aunque Sebastián no quería dejarse llevar por prejuicios, no podía ignorar la sensación de que ese hombre era el núcleo de la tristeza que habitaba en Noelí.

Se levantó del sillón y empezó a caminar de un lado a otro. Su mirada se desvió hacia su teléfono, que descansaba sobre la mesa. En varias oportunidades había sentido la tentación de escribirle a Noelí, de asegurarse de que estaba bien. Pero algo lo detenía. ¿Y si la incomodo? ¿o le complico más las cosas? Pensó, con la duda clavada en el pecho.

Pero otra parte no podía soportar quedarse de brazos cruzados. Recordó la conversación de esa tarde, cuando ella, con una sonrisa forzada, le había dicho que todo estaba bien, que no debía preocuparse. Sin embargo, Sebastián no era ingenuo. Esa sonrisa no era más que una máscara, y él lo sabía mejor que nadie. La había visto antes, en niños y adolescentes que intentaban aparentar fuerza mientras se desmoronaban por dentro.

—Ojalá pudiera protegerte de todo eso —murmuró para sí mismo.

Sabía que no podía irrumpir en la vida de Noelí, que debía respetar sus tiempos, sus decisiones, incluso si eso significaba quedarse a un lado. Pero también sabía que no era capaz de apartarse por completo. Ella había sido su refugio, su luz en los momentos más oscuros de su juventud, aunque quizás nunca lo supiera. Y ahora, en su propio dolor, no podía evitar desear ser lo mismo para ella: un lugar seguro donde descansar, donde sanar.

Se acercó a la ventana y apoyó la frente en el frío vidrio. La noche parecía serena, con un cielo despejado que mostraba una luna tímida. Pero en su interior, la calma estaba lejos de alcanzarlo. Su mirada se perdió en el horizonte, en punto donde imaginaba la casa de Noelí. ¿Qué estaría haciendo? ¿Cómo estaría enfrentando todo lo que cargaba sobre sus hombros?

El recuerdo de sus últimas palabras resonó en su mente: "No quiero que te preocupes por mí."

Sebastián cerró los ojos con un suspiro profundo. ¿Cómo podía no preocuparse e ignorar la tristeza en sus ojos, la fragilidad que trataba de ocultar tras cada sonrisa forzada? Ese peso no debía cargarlo sola.

Le invadió una mezcla de impotencia y determinación. Había límites que no podía cruzar, pero tampoco podía quedarse quieto mientras la veía hundirse. En ese instante, recordó la forma en que ella lo había mirado cuando prometió estar a su lado. Había un miedo profundo, un anhelo que tal vez ni siquiera Noelí se atrevía a nombrar.

Sebastián apretó los puños, buscando contener el torbellino de emociones. Noelí no solo necesitaba apoyo. Necesitaba un amor sincero, capaz de devolverle la esperanza, de recordarle que todavía existían luces que podían iluminar incluso los caminos más oscuros.

"Ella lo sabe," pensó, con el corazón latiendo con fuerza. "Sabe que la amo."

Por un instante, la idea de confesarlo se cruzó por su mente. Pero no. No era el momento. Noelí debía encontrar su propio camino, sanar sus heridas. Y Sebastián estaba dispuesto a esperar, porque el amor que sentía por ella era más fuerte que su necesidad de reclamar algo para sí mismo.



#6244 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, antiguoamor

Editado: 11.04.2025

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