Lo que es para ti, te encuentra.

capítulo 31

La atmósfera de la casa estaba cargada de una tensión casi tangible. Tomás, agotado después de un largo día en el instituto, ya estaba dormido en su cuarto, pero Noelí sabía que esa calma no duraría. Martín estaba en la sala, sentado en el sillón con un vaso de whisky en la mano, serio, como si estuviera esperando que ella apareciera.

Noelí entró lentamente, sin saber exactamente cómo empezar. Las palabras de Sebastián seguían frescas en su mente, dándole una mezcla de fortaleza y miedo. Sabía que la confrontación era inevitable, pero no estaba segura de si estaba lista para enfrentar lo que Martín pudiera decir.

—¿Por qué fuiste al instituto? —preguntó rompiendo el silencio.

—Quería verte. ¿No puedo hacerlo? -Martín levantó la mirada, dejando el vaso sobre la mesa con un golpe seco.

—No es eso —respondió Noelí—. Es la forma en que lo hiciste. Fue... inesperado.

Martín se levantó del sillón, caminando hacia ella con pasos lentos pero firmes.

—¿Inesperado? ¿Es eso lo que te molestó? ¿O fue que no te di tiempo para... preparar algo?

— ¿De qué estás hablando? -Noelí frunció el ceño, su incomodidad se estaba convirtiendo en irritación.

Él se detuvo a pocos pasos de ella, y la observó desafiante.
—Desde que empezaste ese trabajo, has cambiado. Estás más distante, más... quejosa. Y ahora veo que te llevas muy bien con tu jefe, ese Sebastián.

Noelí sintió cómo la ira comenzaba a burbujear en su interior.
—¿De verdad estás insinuando algo, Martín? Porque si tienes algo que decir, dilo de una vez.

Martín dejó escapar una risa seca.

—No estoy insinuando nada, Noelí. Pero no puedo ignorar lo que veo. Hay algo que no está bien aquí.

—¿No está bien? —repitió ella, incrédula—. Martín, lo único que no está bien es cómo intentas proyectar tus inseguridades sobre mí. ¿De verdad crees que este trabajo es el problema Porque déjame recordarte que fui yo quien intentó salvar esto, no tú.

Martín dio un paso más cerca, tensando la mandíbula.

—¿Crees que trabajar en ese lugar, rodeada de... ese tipo de personas, es la solución?

—¡Ese tipo de personas! —repitió Noelí alzando la voz—. ¿Te refieres a personas como Sebastián, que me valoran, que me hacen sentir capaz, que me tratan con respeto? Porque, si es así, entonces sí, tal vez ese sea el tipo de personas que necesito en mi vida.

Martín la miró con una mezcla de sorpresa e ira, claramente impactado por su respuesta. Pero en lugar de retroceder, optó por contraatacar.

—¿Eso es lo que quieres? ¿Alejarte de todo lo que construimos? ¿De mí? Porque si es así, vamos, dilo de una vez.

Ella lo miró, con una mezcla de lágrimas contenidas y determinación.

—Lo único que quiero es sentir que esto vale la pena. Pero tú... tú me haces dudar de eso todos los días.

Hubo un momento de silencio, pesado y cargado de emociones. Martín apartó la mirada, como si estuviera debatiéndose entre responder o guardar silencio. Finalmente, suspiró, cambiando su voz a algo más frío.

—¿Y qué pasa si no soy el único que está fallando aquí? —dijo, casi en un murmullo, pero sus palabras tenían un filo que no pasó desapercibido para Noelí.

—¿Qué estás intentando decir? - su pecho se oprimió, no porque ella sintiera que estuviera en falta, sino que Martín intentaba decir que escondía un secreto.

Él la miró fijo, con el rostro endurecido. Quería acusarla, culparla por el distanciamiento, pero sabía que era jugar peligrosamente.

—Nada —respondió retrocediendo un paso—. Solo que tal vez deberías pensar en qué parte de esto también es tu responsabilidad.

Noelí sintió cómo sus manos temblaban, pero no iba a dejar que él la manipulase más. Dio un paso hacia él, manteniendo su mirada fija en la de Martín.

—Martín, si hay algo que necesitas decirme, hazlo ahora. Porque, si no lo haces, yo voy a encontrar la verdad por mi cuenta.

Sus palabras lo dejaron paralizado por un momento, pero rápidamente recuperó su compostura, cruzando los brazos frente a su pecho.

—No sé de qué hablas. Pero si quieres buscar culpables, adelante. Solo recuerda que no siempre las respuestas son las que queremos escuchar.

Y con eso, se dio la vuelta, dejándola sola en la cocina, con el sonido del portazo resonando en la casa.

Noelí se quedó allí, mirando el lugar donde él había estado, sintiendo cómo la mezcla de ira, tristeza y determinación llenaba su pecho. Por primera vez, se dio cuenta de que Martín estaba tan atrapado en sus mentiras como ella en sus dudas. Y ese portazo había sido la culminación de semanas de comentarios hirientes y miradas de reproche. Pero, al repasar cada una de esas escenas, algo en su interior le gritaba que había más de lo que Martín estaba dispuesto a admitir.

"Es él quien guarda un secreto."

La idea llegó como un rayo, rápida y dolorosa. Se levantó de la silla y caminó hacia la ventana, mirando hacia afuera como si el jardín pudiera ofrecerle respuestas. Si Martín estaba guardando algo, ¿qué era? ¿Por qué no podía hablarle con sinceridad?

Entonces recordó cómo Martín había cambiado de repente, meses atrás. Cómo su atención, antes plena y constante, se había desvanecido gradualmente, sustituida por excusas, viajes más frecuentes y noches llenas de silencios incómodos. Había asumido que era el estrés, el trabajo, las responsabilidades. Pero esas piezas empezaban a encajar de una manera diferente.

"¿Es posible que él sea quien está en falta?"

Su pecho se apretó al considerar esa posibilidad. Martín había sido su todo durante años. El padre de su hijo, su compañero. Pero si él había roto su confianza… ¿Cómo podría enfrentarlo?
"Voy a descubrirlo. Voy a saber qué es lo que nos está destruyendo."



#6244 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, antiguoamor

Editado: 11.04.2025

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