Lo que es para ti, te encuentra.

Capitulo 39

Noelí estaba sentada en el borde de la cama del pequeño hotel donde había decidido quedarse con Tomás. La habitación era un lugar donde podía esconderse, y tratar de recomponer su alma rota.

En su interior, la tormenta seguía rugiendo. Las palabras de Martín se repetían una y otra vez en su cabeza, como un eco imposible de silenciar. Se llevó una mano al pecho, como si pudiera contener el dolor que amenazaba con consumirla.

“Todo fue mi culpa,” pensó, aunque una parte de ella sabía que no era verdad. Sin embargo, la duda había echado raíces, y ahora parecía imposible arrancarla.

Alargó la mano hacia su bolso y sacó el teléfono. Lo había apagado para evitar cualquier contacto con Martín. No quería escuchar sus disculpas vacías o, peor aún, más reproches. Pero al mirar la pantalla negra, un pensamiento atravesó su mente: Sebastián

Lo encendió con cierta vacilación, preguntándose si sería prudente. Apenas la pantalla cobró vida, vio las notificaciones de llamadas perdidas. Sebastián había intentado comunicarse con ella varias veces.

Noelí sintió una punzada de culpa. No había avisado que no iría al instituto. Sabía lo importante que era para él la responsabilidad en el trabajo, y la idea de haberle fallado la inquietó.

Sin pensarlo demasiado, pulsó su número. Llevó el teléfono al oído y esperó, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza mientras escuchaba los tonos de llamada.

—¡Noelí! —la voz de Sebastián sonó llena de preocupación, antes de que ella pudiera decir una palabra.

Noelí se sorprendió por la intensidad con la que pronunció su nombre.

—Sebastián… lo siento mucho. No pude ir al instituto hoy y ni siquiera avisé. No tengo excusa, fue un descuido…

—Noelí, no importa eso ahora. —Sebastián la interrumpió rápidamente con firmeza—. ¿Estás bien?

Ella sintió que las lágrimas se acumulaban en sus ojos. No esperaba que esa fuera su primera pregunta.

—Estoy… —titubeó, buscando la palabra adecuada—. Estoy tratando de estarlo.

Sebastián dejó escapar un suspiro.

—La señora que trabaja en tu casa me contó lo que pasó. Noelí, no tienes que enfrentar esto sola. Estoy aquí, y quiero ayudarte.

Ella cerró los ojos, dejando que su voz la envolviera como una caricia cálida, suave y segura. Cada palabra de Sebastián parecía arrancarle un poco del peso que llevaba encima, como si él pudiera sostener parte de su carga sin que tuviera que pedirlo.

—No sé qué decirte… —admitió. Sentía que cada palabra se quedaba atrapada en su garganta, incapaz de transmitir todo lo que había en su corazón.

-No necesitas decirme nada —respondió Sebastián, con ternura—. Solo dime dónde estás. Déjame estar contigo.

Noelí sabía que huir no iba a resolver nada, pero también sabía que, por primera vez, alguien quería alcanzarla no para juzgarla, sino para sostenerla.

—Estoy en un hotel, cerca del centro… —susurró.

Sebastián inhaló profundamente al otro lado de la línea, y cuando habló de nuevo, su voz fue una mezcla perfecta de firmeza y dulzura.

—Mándame la ubicación. Déjame ir por ti, Noelí.

Ella titubeó, mordiéndose el labio. No quería cargarlo con su dolor, pero al mismo tiempo, el simple sonido de su voz parecía construir un refugio que no sabía que necesitaba.

—Sebastián, de verdad, no es necesario que vengas… —intentó responder, pero él la interrumpió con una determinación que la dejó sin palabras.

—Noelí, quiero estar contigo. Por favor, confía en mí. Eres lo más importante ahora.

—Está bien… —murmuró con una mezcla de alivio y rendición.
Con manos temblorosas, envió la ubicación al teléfono de Sebastián. Apenas lo hizo, un suspiro escapó de sus labios, como si con ese simple gesto hubiera liberado algo que la oprimía desde hacía tiempo.

Sebastián no tardó en responder con un simple mensaje:

“Estoy en camino. Espérame.”

Noelí se llevó una mano al pecho, sintiendo cómo las lágrimas, contenidas durante días, comenzaban a brotar. Pero no eran de dolor, sino de alivio, de gratitud, y de esperanza.
Sabía que su mundo seguía siendo un rompecabezas desordenado. Pero también sabía que había alguien que estaba dispuesto a ayudarla a reconstruirlo.

Pequeños golpes irrumpieron en la habitación. Noelí se levantó, tratando de no despertar a Tomás, y al abrir la puerta, la figura de Sebastián apareció, reflejando una mezcla de preocupación, ternura y una determinación inquebrantable.
Antes de que pudiera decir algo, Sebastián dio un paso adelante y, sin pensarlo dos veces, la envolvió en un abrazo. Fue un gesto natural, sincero, como si hubiera estado esperando ese momento para demostrarle que no estaba sola.

Al principio, Noelí se quedó inmóvil, sorprendida por la calidez de su gesto. Pero la sensación de refugio, de seguridad, fue demasiado para contener sus emociones. Sintió cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos, y finalmente, como un dique que se rompe, el llanto la envolvió.

Sebastián no dijo nada. Solo la sostuvo con firmeza, arrimándola más a él como si pudiera protegerla de todo el dolor que cargaba. Una de sus manos subió suavemente a su cabello, mientras la otra descansaba en su espalda, transmitiéndole una calma que parecía imposible en ese momento..

—Estoy aquí, Noelí —murmuró.

Las palabras atravesaron el alma de Noelí, deshaciendo las barreras que había construido para mantenerse fuerte. En ese abrazo, Noelí sintió el consuelo de alguien que estaba dispuesto a sostenerla, a compartir su dolor sin juzgarla.

—No sé qué hacer —susurró entre sollozos, aferrándose a él como si fuera su última ancla.

Sebastián cerró los ojos, sintiendo el peso de sus palabras y el dolor que llevaba en su interior.

—No tienes que saberlo ahora —respondió, acariciando suavemente su cabello.

Para Sebastián, cada lágrima de Noelí era como un golpe al pecho. No soportaba verla tan rota, tan frágil, pero al mismo tiempo sentía la determinación de hacer todo lo que estuviera en su poder para ayudarla a sanar. Su aprecio, su amor por ella no eran solo palabras; era una fuerza que lo impulsaba, que lo hacía creer que había un propósito en este reencuentro.



#6244 en Novela romántica

En el texto hay: romance, amor, antiguoamor

Editado: 11.04.2025

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