Lo que esconde el campo

Capítulo N°1

-¡Hey, hey que diablos te pasa idiota!

Me adentro a la casa, sin importarme lo que me hayan dicho. Estoy furioso, no entiendo como se les pudo haber escapado las reses de sus corrales.

- ¡VALENTINO!

- ¿QUE? - devuelvo el grito.

Me giro para mirar a quien me había gritado y es donde me doy cuenta de que es mi hermana, de pronto todo el enojo que sentía se me bajó al ver sus brazos cruzados y mirada recriminatoria.

-Yo… lo siento pequeña - agacho la cabeza y paso mi mano por la nuca frustrado.

- La próxima vez que me hables en ese tonito, tu pequeño cerebro va a quedar con el recuerdo de mi zapato - dice algo más calmada, o eso espero - ahora dime, que te sucedió para que casi hagas girar la puerta.

- Uno de los trabajadores no ha cerrado las puertas de los corrales y se han escapado las reses - me siento bruscamente en la silla - en verdad lo siento, no debí hablarte de ese modo.

- Bien, solo porque has reconocido tu error voy a perdonarte - volteo los ojos - ahora prueba la salsa que he hecho.

Se dirige hasta donde se encuentra la olla, es entonces donde caigo en cuenta de que es ella quien cocina y no el personal; Alaia es una terca, siempre quitando a las personas de la cocina para intentar inventar nuevas recetas, porque se siente aburrida.

- Uno de estos me vas a envenenar Alaia.

- Calla y prueba - se acerca con una cuchara de madera y por poco me ahoga de lo bruta que es.

- Está buena esa cosa rara, solo espero no morir por tus inventos.

-Ya lo sabía, todo lo que cocino sabe genial - me da la espalda y mueve su cabello de forma presumida.

- Arrogante - susurro

Voy a mi oficina a realizar algunas llamadas a los campos vecinos, por si ven a mis reses sueltas. Espero encerrarlas antes de que alguien las asusten o peor aún, que se las roben.

Luego de varias horas puedo decir que terminé mi día, ya casi está anocheciendo y gracias al gran trabajo que hemos hecho encontramos todos los animales en sus lugares correspondientes.

-¿Tino nos vemos luego en el bar? - me pregunta Francesco, uno de los trabajadores y mi mejor amigo.

-No lo creo Checo

- Vamos amigo, tienes que relajar esa carita de aburrido que te cargas - bromea

- Idiota - resoplo - está bien, lo voy a pensar.

- Así me gusta, que seas sumiso y no el cabrón enojón de siempre.

- Ya vete o ahora ni tu vas a llegar a ir - amenazo para que cierre la maldita boca.

-¡Ay que dramático! - sale corriendo a su camioneta - ¡POBRE DE TU PEQUEÑA HERMANA! - grita antes de acelerar y llenarme de polvo.

-Insoportable - digo en voz alta.

Sinceramente no se que haría sin ese idiota, nos conocemos desde el vientre de nuestras madres. Siempre hemos estado juntos en casi todas nuestras andanzas, recuerdo que nos escapabamos a la colina en nuestros caballos haciendo carreras y no volvíamos a nuestros hogares hasta el anochecer, lo cual conllevaba el castigo de nuestros padres.

Es increible, como con el paso de los años seguimos igual de inseparables, sin importar las peleas que hemos tenido.

Muevo la cabeza despejando los pensamientos, me había perdido en ellos sin darme cuenta.

Me adentro a la casa para ir a mi habitación, creo que al final si me vendría bien salir a despejarme, más por el estrés que pasé hoy y qué mejor que con la buena compañía de mis amigos.

Una vez listo, agarro las llaves de mi camioneta y me encamino al bar donde cada viernes se juntan todos. Después de treinta minutos llego y puedo ver lo muy concurrido que está.

-¡Hey camarada! - grita Will, uno de los empleados.

Gracias a ese saludo voltearon todos y pude notar que ya había varios bastante tomados.

-Si viniste mi gran amigo - dice mi mejor amigo - ya te extrañaba lindura - él es al primero que saludo, esperando que con la palmada en la espalda que le doy se calle la boca.

-Ya cállate o me largo - le susurro al oído.

- Está bien, señor cascarrabias - bufa, dando un gran trago a su cerveza.

Así pasaron un par de horas, riendo con las burradas que dicen los muchachos. Me alegro de haber venido, hace varios meses que no tenía una noche como esta.

Veo mi bebida y me doy cuenta que se me había acabado, estoy por levantarme de mi asiento cuando miro para la barra y noto un comportamiento extraño entre dos personas; el hombre que se encuentra de espaldas ocultando a la otra persona, con la que supongo está discutiendo.

Cuando creo que la otra persona lo empuja, puedo visualizar a una chica de baja estatura, muy enojada por lo visto. Sigo tan atento a lo que está sucediendo no tan lejos de mi, que no presto atención a mis amigos.

Me decido por ir a pedir otro trago, casi llegando a la barra diviso que el extraño empuja a la mujer, no puedo creer lo que mis ojos alcanzan a ver.

Me estoy dirigiendo hacia donde se encuentran y es cuando sucede, noto un puño ser elevado para impactar sobre la cara del otro.




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