No puedo creer cómo tiene la cara de reprocharme, que por mí culpa a él le han sacado su mesada. Ni siquiera entiendo, porque aún se la dan, ni que fuera un niño.
- Ya deja de molestar Ryan, ¿no tienes nada bueno qué hacer?
- Ay, ya vamos linda, lo que pasó en otro día en el bar ya es tiempo pasado- me sigue por las calles- perdóname ¿Si?
- No es cosa del pasado, cuando me has culpado por como me miraban otros hombres, en mí lugar de trabajo -lo enfrento - al cual, por cierto me han echado.
Solo me mira, no entiendo cómo soporté tanto tiempo con una persona así. Lo peor, es que hoy en día me doy cuenta de que me molestan muchas cosas de él; como por ejemplo que no hable, ¿Por qué no habla?, ¿será que no tiene ni la mínima intención de defenderse?
-Sabes, mejor vete y olvídate de mí - ya estoy cansada de siempre la misma canción, con este tipo - tengo miles de cosas que hacer y tú solo me quitas mí tiempo.
-Lindura, si me perdonas te llevo a pasear en mí Lamborghini -dice el muy arrogante.
-Si, si lo que digas ahora lárgate.
Cómo me cansa escuchar sus idioteces, mentalmente doy palmaditas en mi espalda mentalmente, por haberle dicho que no quería más nada con él.
Ahora sí, respiro y entro al súper a hacer la compra semanal e intentar probar nuevas recetas.
Voy caminando por los pasillos al sector de las verduras, seleccionando las mejores.
- Haré una deliciosa pasta, solo me hace falta la salsa - pienso en voz alta.
Me encamino al pasillo correspondiente, para poder terminar con la lista de la compra. Voy agarrar el único frasco de salsa que queda, cuando se interpone una mano en mi camino y la tomamos al mismo tiempo.
-¡Oye! - protesto y giro para verle la cara a quien se atrevió a dejarme sin mi salsa, bueno no mia, todavia.
-¿Cómo te atreves a quitarme mi sal…
-Yo… lo siento -murmura una voz tímida - no sabía que era suya- intenta dármela.
No se que me indigna más, que me haya dicho señora o el estar enfadada con una jovencita.
-Está bien, quedatela yo intentaré cocinar otra cosa -intento no hacerla sentir mal.
-¿Estás segura?, no tenía intención de quitártela -agacha la mirada.
-Si, si no pasa nada -intento darme la vuelta, e ir a pagar las cosas que sí pude conseguir.
-Muchas gracias señ… -no la dejo terminar la frase.
-Mi nombre es Aurora, porfavor no me llames señora -ruego, mientras que a ella se le escapa una risita - muy lindo de su parte señorita, reírse de penas ajenas -le recrimino.
-Yo me llamo Alaia -se presenta extendiendo su mano, la tomo y nos saludamos.
-Muy bien Alaia, un gusto y solo espero que esa salsa valga la pena, nos vemos -me despido para caminar hacia la caja y pagar todo.
Ya estoy terminando de guardar todo en mi auto, cuando siento una mano en mi espalda.
-¡Ahh, mierda! - grito y salto al mismo tiempo.
-Perdón, perdón -se disculpa la misma chica que se robó mi salsa.
-Haber chiquilla, espero que no me hayas tomado como tu payaso personal; -me cruzo de brazos- porque te las verás conmigo.
- Yo solo… quería preguntarte o más bien invitarte a comer conmigo, ya que como sabes he robado tu salsa de tomates -okey, creo que esta chica le gusta mucho hablar- ¿sabes? a mi me encanta cocinar e inventar nuevas recetas…
Sigue hablando de su vida y sus gustos, mientras que yo me desconecté de su charla.
-¿Y qué dices? -pregunta, sacándome de mi nube de pensamientos.
-Sinceramente, me desconecté de lo que decías ¿me vuelves a repetir la pregunta?
-Eh si, ¿Quieres venir a comer conmigo? - ay me da penita rechazarla.
-Sabes tengo una mejor idea, si quieres puedes venir a mi casa y cocinamos juntas.
-En serio, me encantaría -salta para abrazarme- solo deja que aviso en casa y listo.
-Okey, guardo tus cosas en mi carro y nos vamos.
Veo como se aleja para sacar su celular del bolsillo y hace la llamada, por la que habla como por quince minutos.
-Si, si me cuidaré solo comeré con una amiga -escucho que dice - eres un pesado, adiós -voltea los ojos y se despide.
Viene hacía mí dando saltitos, por lo visto sí le dieron su permiso.
-Si me dejaron Aurora -comenta alegre.
Después de comer una deliciosa pasta hecha por Alaia, con alguna que otra ayudita mía; hemos organizado todo para un picnic en el patio. Aprovechando el hermoso sol que brilla hoy, debo confesar que el conocer hoy a esta chica me ha llenado de alegría, porque con su sola presencia hace iluminar todo; además transmite una linda energía.
Estoy aprovechando descansar de mis problemas, mientras escucho como lee Alis para las dos una novela romántica. Mucho no me gusta ese género, pero me relaja la voz de lectora y quién soy yo para romper ese corazoncito de pollo.
Una siesta bajo el calor el sol nunca viene mal, siempre y cuando te lo permitan. No como ahora, que escucho movimiento en la casa y es donde caigo en cuenta de quién puede ser.
No se si lo comenté antes o no, pero mí casa no es solo mía.
-Hola, hola hermosura - saluda antes de llegar a nosotras.
-¡Ey! -Saludo desde el piso.
-¡Te he extrañado muchísimo! -se me tira arriba y me aplasta.
-Pues yo también, pero no tanto a tus kilos sobre mí -me quejo.
Caigo en cuenta que mí nueva amiga o al menos así me llama ella, ha dejado la lectura para enfocarse en nosotros y no puedo sentirme más culpable, al olvidarme de su presencia por estar con el recién llegado.
-Que distraída -golpeo mí mano en mí frente- los presento, Alaia él es Louis la mascota de la casa y Louis ella Alaia mí nueva amiga.
En ese momento en que Louis se levanta de dónde estaba y aprovecha a darme una nalgada.
-¡Oye! - me quejo y soy ignorada olímpicamente.
-Un gusto señorita -se acerca a ella y toma su mano para dejar un beso en esta.
Veo como sus mejillas se convierten en un color rojizo, siempre es la misma historia con este hombre; coqueteando hasta con el aire de la naturaleza.