Ya han pasado más de dos semanas desde lo sucedido en el bar, muchos pensaran que no he dejado de pensar en la chica de ese día, pero no es tan así. Si bien he tenido mis momentos en los que la recuerdo, pero tengo tantas responsabilidades que muy pocas veces sucede.
Ahora me encuentro con Checo, en el campo arreglando unas cercas que han sido destrozadas por los animales vecinos.
-Amigo, te has puesto a pensar en que los vecinos tendrían que poner su parte para arreglar este desastre.
-Tienes toda la razón, no lo he pensado solo vine a arreglarlo y listo -suspiro limpiando la transpiración de mí frente.
-Lo que no entiendo es, ¿por qué no has mandado a unos de los empleados a arreglar este desmadre?
-Eso es fácil, por la simple razón de que ellos tienen un itinerario el cual respetar y modificarlo significa que ellos regresen a sus hogares más tarde de lo que esperaban.
- Ahora lo entiendo, claro y tú como nadie te espera en casa, no tienes problema en trabajar fuera del horario -sus palabras se sienten como una molestia en el pecho.
- Si que tengo a alguien que me espere, -lo miro serio- está Alaia.
- Hablando de Alis, ¿has notado cómo sonríe cuando está con el móvil?.
- No he prestado atención - contesto.
Ahora que lo pienso, es verdad cada que le llega un mensaje sonríe o se sonroja.
-Yo que tú, me ando con cuidado hermano.
- Si, luego voy a hablar con ella.
-Es lo mejor -termina por decir.
Termino de arreglar la última cerca, creo que después de tanto tiempo trabajando bajo el sol, es hora de volver a casa.
-Vamos amigo, ya terminamos por aquí.
-Que buena noticia es esa, ya me rugía la barriga de hambre, - nos encaminamos hacia los caballos, que se encontraban atados comiendo la hierba del campo - solo espero que si ha cocinado Alitas, no nos intoxique -se queja.
- Bien que comes todo lo que te ofrece o hace probar, unos de estos días vas a terminar en el hospital - le recuerdo.
- Es que puede conmigo esa pequeña -suspira.
- Te entiendo, estoy en la misma situación -digo y nos reímos de nuestro problemita al no poder negarle nada a mí hermana -¿una carrera hasta la casa?.
Es así como damos por culminado nuestro día de trabajo.
El reloj marcaba las cuatro de la tarde cuando marché a la estancia cercana, con la que había tenido problemas con las cercas por sus animales.
_______________
Dejo mí caballo atado en unos de los árboles que se encuentran en la entrada; avanzo hasta cerca de la puerta para golpear y esperar a que me reciban.
Después de casi diez minutos se digna a salir alguien, veo que es una mujer de baja estatura, tendrá cerca de unos 60 años; con un delantal puesto y por su aspecto puedo notar que debe ser una empleada.
-Hola señor, ¿en qué puedo ayudarle? - pregunta desde el marco de la puerta.
-Hola señora, mi nombre es Valentino Bosch soy el dueño de la hacienda vecina, -me presento - quería saber si puedo hablar con el dueño de casa -termino de explicar.
-Aguarde un momento, que enseguida lo llamo - dice y vuelve a adentrarse.
Solo deseo que no me alcance la noche esperando frente a la entrada; cuando me estoy por impacientar abren la puerta.
-Buenas tardes, soy Felipe Berglund dueño de todo lo que presencian sus ojos -abre sus brazos; no puedo creer que este mequetrefe sea estanciero.
-Mucho gusto, -en realidad no, pienso- soy Valentino Bos…
-Si, si ya me han dicho quien es, evite la introducción -¿este quien se cree para interrumpirme? - dígame ¿qué necesita? y sea rápido que no tengo tiempo.
Lo veo que cruza sus brazos, mientras golpea su pie contra el suelo.
-Vine hasta aquí, para informarle que sus animales han hecho destrozos en mis cercas -se asombra de lo que digo.
-¿Así? -pregunta y puedo notar que no cree mi versión.
-Si y si usted está de acuerdo, podemos llegar a un acuerdo con respecto a los gastos por los daños.
Se acerca a donde me encuentro de manera prepotente en su andar.
-Sabes, deberíamos ir a inspeccionar si lo que dices en cierto o no; ¿quien sabe y me estas engañando?.
-No quiero tener problemas, solo pensé que eras alguien con quien se podía hablar y ya veo que no.
Quedamos frente a frente, con los ojos fijos en el otro. Me parece que no le gustó lo que le dije, pero no es mi problema el ser sincero.
-Solo vine a hablar calmadamente, no tienes que ponerte así -volteo los ojos.
-¿Ponerme cómo? -pregunta ya enojado.
-Prefiero no decirlo.
-¡Ja! eres un gallina -provoca empujándome levemente con su mano.
-No me toques idiota -devuelvo el empujon.
-¡Idiota tú, que eres un gallina! -tira mi sombrero al suelo.
-Ni para insultar sirves, mejor me voy -me agacho a levantar mi sombrero, cuando siento una gran fuerza tirarme sobre la tierra.
Me volteo, y es cuando soy consciente de que quien me tiró fue el idiota con el que vine a solucionar los problemas.
Lo tomo por el cuello de su camisa y lo volteo bajo mío, para pegarle con mi puño en su cara de engreído.
-¿¡A dónde querías ir pedazo de escoria!? -me devuelve dos puñetazos y ahora él queda sobre mí.
Esto ya se nos fue de las manos literalmente, no quería esto, pero no me voy a dejar por un presumido.
Estuvimos durante quince minutos dándonos madrazos, cuando fuimos conscientes de los gritos de la empleada; pero ni así nos separamos.
Lo sostenía por el cuello para darle con mi cabeza en la suya, cuando nos llenan de polvo y escuchamos un portazo. Nos giramos a la misma vez, para ver qué pasaba y notamos una camioneta azul “Ford modelo 94´ “.
-¿¡QUE LES PASA PAR DE IMBÉCILES!? -grita una voz femenina y por su tono se nota muy molesta.
Nos quedamos como estatuas, sin querer hacer un solo movimiento o sonido siquiera.
-¡SE SEPARAN O LO HARÉ YO A TRANCAZOS! -exige, en este momento me siento como un niño regañado y mi acompañante de puños está en la misma situación.