En una silla que ya no usas,
Pero aún habla cuando pasa el viento,
hay un vacío que no entiendo,
Y un silencio que ya no quiero.
El mantel se arruga como entonces,
Cuando reías mientras doblabas esquinas,
Y las flores, por más lindas que sean,
No llenan el hueco de tu ausencia.
Aveces hablo, aún que ya no me escuches,
Digo cosas pero no hay respuesta,
Solo el eco de aquella taza que dejaste,
Y nunca te llevaste.
Si algún día vuelves aún que sea en mis sueños,
Déjame quedarme un rato allí,
Dónde tú silencio es menos,
Y tu ausencia no pesa en mi.