Uriel corre alegre con su amigo duque, un enorme perro labrador que ha sido su compañero desde hace unos años, desde que, lo encontró en un callejón siendo un cachorro, Uriel corría por el enorme campo riendo al ver su cometa elevarse cada vez mas y mas, aun y que el día no es soleado, aun y cuando el día despierta pequeñas nubes poniéndose en movimiento para unirse y así crear una gran tormenta. Era la primera vez en que Uriel pudo salir a divertirse desde hace casi una semana que tiene en ese lugar cuando llego con sus padres a vivir allí.
Sigue corriendo alegre hasta que tropieza haciéndolo soltar la cometa que se desliza hasta caer en un hoyo, o eso pensó Uriel, al ponerse de pie y acercarse descubre que, no es cualquier hoyo, es un pozo de agua y lo recuerda porque, en la granja de sus abuelos en Connecticut hay uno similar, las rocas son las mismas que rodean el pozo, se acerca tratando de no caerse estira su mano para sacar la cometa atascada entre una rejilla que cubre la entrada, con sus dedos casi toca la punta cuando algo lo hace retroceder – hola, ¿Hay alguien ahí?- una voz gruesa y rasposa sale desde la profundidad del pozo haciendo perder el equilibrio a Uriel pero que, a la vez, aumenta su curiosidad, característica de los niños por querer saber más de lo desconocido pero, en especial si puede hacer nuevos amigos – Hola- insiste la voz, la cometa que estaba atorada en la rejilla se desliza hacia abajo perdiéndose en la oscuridad – es bella, - ¿de quién es?- pregunta la voz de nuevo tratando de sonar amigable – es mía- al fin responde Uriel algo tímido – es muy bella- insiste la voz desde el pozo – me la regalo mi papa – de nuevo dice - ¿y cómo te llamas?- pregunta la voz – U, Uriel- responde titubeante – que bonito nombre Uriel, yo soy Jack- responde tratando de sonar amistoso
Uriel se muerde los labios algo le dice que debe irse, regresar a casa pero no es por lo que descubrió en el pozo es por la formación de nubes negras en el firmamento, el chocar de ambos vientos provocando truenos anuncian una enorme tormenta y eso es lo que más le aterra a Uriel, llegar empapado a su casa. - ¿me puedes dar mi cometa?- pregunta Uriel – no, lo siento se rasgo, ya no sirve- responde la voz, - ¿Por qué estás ahí? ¿Te caíste?- pregunta Uriel – me resbale hace tiempo, sabes Uriel unos niños malos me dejaron aquí, pero ¿tu no eres un niño malo verdad?- pregunta la voz, - no, no lo soy, no soy malo, de hecho voy a pedir ayuda para sacarte de aquí , tranquilo, ¿si? ahora regreso- espera Uriel, no es necesario si quieres puedo subir – dice la voz desde lo profundo del pozo, Uriel trata de enfocar sus ojos tratando de ver en la inmensa oscuridad para lograr verlo, - espera voy a llamar a mi mama para que nos ayude- replica – No, no llames a tu mama- nunca debes decirle a un niño que no llame a su mama, eso a cualquier persona los pone en alerta – debo irme, esta por llover – dice Uriel tratando de sonar relajado – pero no te preocupes regresare con ayuda- insiste. –Uriel. ¿Yo te agrado? Porque tú me agradas mucho – hay una breve pausa, Uriel respira agitadamente sus alertas se han encendido no tanto por la tormenta o los vientos que han comenzado, su temor es por los golpes que comienza a escuchar desde el pozo como si algo comenzara a subir - ¿quieres conocerme, Uriel?- la voz amistosa ahora parece amenazante –estoy bastante cercas de ti, tienes los ojos verdes, traes una capucha amarilla- Uriel retrocede asustado, en efecto sus ojos son verdes como los de su padre, trae una capucha amarilla regalo de su hermano Esteban, el si podía verlo y estaba trepando para subir – debo, debo irme, yo no- sus ojos se agrandan la enorme reja comienza a levantarse poco a poco, Uriel retrocede dos pasos – Uriel, estoy casi cercas, ven dame la mano para poder salir- el eco del pozo da una entonación rasposa, misteriosa, y aterradora, Uriel da otro paso hacia atrás y grita – NO, debo irme, si estás ahí es por algo malo que hiciste- la reja se abre completamente de manera violenta, Uriel se aterra quiere gritar obliga a sus pequeñas piernas a correr a alejarse de ahí, su fiel amigo ese enorme labrador tras de el comienza a ladrar de manera frenética – Uriel aquí estoy- de nuevo la voz – No, mama- Uriel da media vuelta corriendo con su perro tras de él, sigue ladrando, ese sonido queriendo llamar la atención ante un peligro, Uriel sigue corriendo, quiere volar, siente tras de, el que no solo su perro viene también esa cosa que estaba en el pozo, lo siente, siente que así lo toma, casi lo agarra por la espalda y lo arrastra de nuevo con él, pero Uriel acelera su correr, se aferra a llegar a su casa, al resguardo y seguridad de su mama, pero, un gemido de dolor lo hace girar de pronto no está su perro, no viene tras de el – DUQUE- grita asustado pero solo logra escuchar como el pobre perro gime de dolor de agonía hasta perderse en el viento, piensa dos veces antes de dar su siguiente paso, regresa a buscar a su amigo o pide ayuda en su casa, toma la segunda opción y sigue corriendo, corriendo, hasta llegar a su casa, entra sin detenerse, sin importarle que sus pies manchan el piso de fango húmedo, sin importarle que las gotas de lluvia que empaparon su ropa escurren por su cuerpo hasta el piso, los muebles, todo, comienza a llamar a su madre, a su papa, a su hermano, Uriel sube las escaleras pidiendo ayuda.