Harry
New York - 8:45 p.m.
Había pasado algunas horas desde que Adrick Donovan abandonó mi casa sin decir nada más.
¿Volvería?, no lo sé, pero estaba seguro de que no podía echarme atrás cuando hice el trato con ella sobre el cuidado de Asia.
Me había golpeado en el orgullo, pues era yo quien tendría que costear los gastos de mi hija y no la familia de la madre de mi hija o la mujer que es idéntica a Asia, como dos gotas de agua.
Había algo en ella que me había llamado la atención, una forma tan particular de responder y comportarse, la forma de su mirada y aquellos ojos que brillaban como el sol en primavera y aquellas facciones de su rostro que me decían que algo ocultaba.
No lo sé, solo lo percibo así en el poco tiempo que la observé en toda la conversación sobre Asia.
— ¿Hola?
— ¿Qué te dijo?, ¿se quieren llevar a Asia?, ¿le dijiste que no verdad?
— ¡Oye!, aguanta un poco, uno a la vez.
Había recibido una llamada de Matt, quien muy desesperadamente y algo chismoso quería saber qué había pasado luego que se fue.
—¡Pues dime!
— Su familia quiere estar en la vida de Asia.- le respondí.
La llamada se queda en silencio por unos segundos, hasta que Matt responde.
— ¿Solo eso?
— ¡Sí que eres un chismoso!
— ¡Sh... !, mi bebé puede estar durmiendo.- me reprocho.
Y tenía razón, Asia se encontraba plácidamente dormida en su coche lista para ser llevada hacia la casa de la señora Kim.
— Entonces no me saques de quicio.
— No soy chismoso, solo soy una persona informada.
— ¿En serio?
— O sea sí, pero no…
— Solo quieren cubrir los gastos para las terapias de Asia y hasta donde sé en algún momento sus padres de Adrick vendrán a conocer a Asia.
— ¿Quieres que la conozcan?
Ese era una muy buena pregunta, ¿lo quería?, era libre de no permitirlo, pero no quería que al pasar los años, Asia me reclame por ello si se da el caso.
Eso me dolería mucho, por qué Asia tenía derecho de tener una familia.
— Yo creo que primero tienes que tentar aquel terreno que estás pisando, eso no quiere decir que ellos hagan algo en contra, pero siempre es bueno tener ojos en todos lados.
— Lo sé, eso es lo que estoy haciendo.- respondí, moviendo el carrito de Asia de adelante hacia atrás para que no pueda despertarse y siga dormida.
— Bueno, te hablo después, dale un beso a mi bebé.
— Lo haré…
La llamada termina, notando la hora en la pared de mi casa, siendo 9:20 p.m.
— ¡M*£rd@!
Se me hacía tarde para alistarse por completo para llegar al trabajo lo antes posible.
Veo que Asia sigue durmiendo así que decido correr hacia mi habitación para terminar de alistarme.
Gracias a mamá tenía la camisa ya planchada aún lado de mi cama junto a la placa con mi nombre y la tarjeta de entrada hacia la puerta de los empleados.
Trabajaba en un hotel de más de cinco estrellas, gracias a un amigo de papá que era amigo del administrador del hotel que me había dado la oportunidad de mostrar mis habilidades como barista
En ese momento la puerta de mi casa es tocada, siendo seguramente la señora Kim, pues cuando tardaba un poco de más, ella siempre venía a ver si sucedía algo.
Teniendo la camisa a medio abrochar, saldo de inmediatamente a abrir la puerta.
— ¡Ya voy!
Al abrir la puerta mi cuerpo se congela al ver a la persona que tenía frente a mí.
Toda mi sangre se congela y mi cuerpo se paraliza de donde estoy, unos ojos verdes sin brillo me observa de manera sorpresiva.
— Eh... hola, otra vez.
— Señorita Adrick…
— Eh... ¿puedo pasar?.- pregunta ella, dirigiendo su mirada hacia el techo, ocultando su rostro en una gran caja que tenía entre sus manos.
— Sí... si pasé.
Ella, al oír mi respuesta, pasa rápidamente a mi departamento, entrando junto a su séquito que va detrás de ella con muchas bolsas.
¿Qué hacía ella de vuelta aquí?
— Yo, iba de salida.
— Está bien, eh... será rápido.
— ¿Ok...?
La mira rara, ¿qué le sucedía?, ¿había algo en el techo?, ¿una araña, un hueco?
— ¿Sucede algo?
— La... la... la camisa.
¡Oh por el amor de Dios!, ¡¿Cómo no me había dado cuenta de este detalle?!
— Oh, lo siento mucho... yo no quise.- dije, mientras me abroché la camisa.