Lo que la Oscuridad Oculta

Capítulo #8

Hay momentos en los que uno queda perdido en el tiempo y ve los segundos pasar en cámara lenta, las voces a tu alrededor se convierten en ruidos sordos, te hablan y no escuchas, todo da vueltas a tu alrededor sin sentido alguno. 
Como en este momento, solo puedo pensar en una sola cosa <<lo apuñaló>> mi abuela apuñaló a Adam.
-Sabrina, Sabrina- siento que me sacuden esperando a que reaccione pero no puedo, siento que mi alma abandonó mi cuerpo.
-Sabrina escúchame- me empujan y lo agradezco, ya que siento que desperté.
Estoy en el suelo y es mi madre la que está sobre mí agarrándome de la ropa.
-Tienes que sacar la daga- me explica alterada -cortar la palma de tu mano y echar tu sangre en su herida- asiento y en el intento de acercarme me voy a bruces contra el suelo por el desconcierto.
-Sabrina debes ser rápida- me ayuda a levantar Alan.
Me acerco con el rostro lleno de lágrimas e intento tomar la daga pero...
-No dejaré que lo hagas- la persona que dice ser mi abuela me detiene la mano volteándome para que la vea -ellos están muertos, solo son demonios que nos matarán a todos.
-No- grito -el único demonio aquí eres tú, al menos ellos si buscan lo mejor para los suyos.
Me le safo buscando el cuerpo de Adam pero intenta llevarme atrás para impedirlo.
-Suéltame maldita sea- le forzajeo y no me deja hasta que le pego con el codo logrando que me suelte y rápido saco la daga siguiendo las instrucciones, corto mi mano y aprieto el puño sobre la herida dejando que el líquido carmesí caiga en esta.
-Todos deben morir- grita la mujer que es sujetada por tres Darksiders -¿no ves que son unos engendros que matarán a todos?.
-Ya cállate- le grito con los ojos llenos de lágrimas en lo que abrazo a Adam que aún no despierta. 
-¿Qué hacemos con ella mi reina?- me pregunta uno de los que la sujeta.
-Por ahora traten de calmarla y lléventa a una de las habitaciones reforzadas- les digo -no permitan que salga.
Asienten y de inmediato entre forzajeos por parte de ella se  la llevan y los observo hasta que se pierden en la entrada del salón que da a los pasillos.
-¿Por qué no despierta?- miro a mi madre llorando. 
-Puede tardar un poco- explica -La herida fue profunda, no se lo esperaba y no pudo esquivarlo. 
-Llevemoslo a la enfermería- pido.
-La herida no cerrará sola, pero nuestra doctora está de viaje ahora, en busca de medicamentos- dice mamá.
-Aprendí a cerrar heridas, yo puedo hacerlo- le digo.
-Vamos ayuden a llevarlo a la enfermería- pide mi madre y de inmediato se acercan varios a ayudar.
-Con cuidado por favor- pido cuando lo levantan.
Se dirigen a la enfermería con él y no me separo, los sigo de cerca. La camilla está llena de cosas ya que al parecer hace tiempo no se usa y mando todo al suelo para que lo dejen ahí. Busco rápido aguja e hilo pero no encuentro anestesia. 
-¿Y la anestesia?- pregunto. 
-No tiene efecto en nostros- aclara uno de los que me ayuda a buscar el alcohol y me siento idiota ya que claramente la anestesia no sirve en alguien que ya está muerto.
Echo el alcohol en la herida con las manos temblorosas y desinfecto también la aguja antes de ensaltarla y comenzar a coser. Las manos y la frente me sudan y pido que me saquen el sudor que corre por mi sien. Termino de coser y les digo a los presentes que se pueden retirar y eso hacen dejándome sola. 
Mi madre me lleva algo para comer y no lo pruebo solo lo dejo sobre el estante y cuando regresa en busca de la bandeja no dice nada mientras lo recoge, al salir se detiene a mirarme en la puerta y continúa su camino sin más. Mis amigas también van a donde estoy para darme ánimos pero solo sujeto su mano esperando a que despierte.
Después de tres horas estoy sentada en un puf junto a la camilla sujetando su mano todavía,  el cansancio me vence y recuesto la frente en el borde de lo que tengo en frente y siento que me voy perdiendo,  la oscuridad avasalla mis ojos y dejo de saber de mí viajando al pasado.
-No me alcanzas- le grito riendo al niño que corre detrás de mí. 
-Ya verás que te voy a atrapar- sigue corriendo con el cabello azabache sobre las cejas.
-No lo harás- tropiezo y caigo, él aprovecha esto para voltearme en el suelo y subirse sobre mí.
-Te atrapé- ríe con la respiración agitada.
-Eso es trampa, me caí- intento quitarlo.
-Como siempre buscando escusas de niña débil- se burla.
-Ya te dije que las niñas no somos débiles- me defiendo. 
-También dices que serás más grande y poderosa de mayor y te pediré que te caces conmigo, pero nunca va a pasar.
El escenario de mi sueño pasa de ser el jardín frondoso a un bosque en tinieblas, pero ya no somos niños, estamos tal cual ahora y estamos corriendo huyendo de los que nos persiguen con antorchas encendidas.
-Rápido- me grita y toma mi mano para que pueda seguirle el paso.
-Ya no puedo ir más rápido- frente a nosotros se abre un gran acantilado y me empuja para que no caiga pero esto hace que aún tomados de la mano él resbale mandándome al suelo en lo que queda a orillas de la caída sin nada donde sujetarse más que mi mano.
-Suéltame y corre o te matarán- grita y me niego a soltarlo -Sabrina tienes que correr.
-Si te vas me voy contigo- le grito llorando. 
No se cuento tiempo llevo dormida, pero comienzo a sentir que llaman mi nombre entre quejidos y rápido me incorporo viendo que el chico al cual sigo sujetándole la mano ya despertó.
-Me apretabas la mano- sonríe y comienzo a llorar otra vez yéndome sobre él a abrazarlo -¿Qué pasa?
-Creí que te irías para siempre- digo escondiendo mi cara en su cuello y ahora él también me abraza.
-No me iré nunca Sabrina- me asegura. 
-Sab...- entra mamá -Oh ya despertaste- dice con un tiente de alegría. 
-Sí, Sabrina la herida aún duele- me dice consiguiendo que me aparte.
-Perdón- me disculpo. 
-Creo que sanará pronto- mira a la herida -pero creí que la doctora estaba de viaje en busca de nuevos medicamentos. 
-Sabrina fue quien la cosió- le explica. 
-¿En serio?-
-Aprendí muchas cosas en mi tiempo en los hospitales psiquiátricos- aclaro -en uno de ellos una chica se cortaba a tal punto de llegar al hueso y tener que coserle la herida.
-De seguro era muy dolorosa para ella- habla con lástima mi madre.
-Decía que disfrutaba el dolor, incluso pedía que la cosieran a sangre fría.
-Fingiré no haber escuchado eso- exagera los gestos mi madre haciendo reír a Adam -bien, iré a traerles algo de comer- se despide saliendo de la enfermería. 
-¿Te sientes mejor?- le pregunto. 
-Creo que sí, pero tengo hambre- bromea sacándome una carcajada. 
-Yo también tengo hambre- toma mi mano acercándola a sus labios dejando un beso en el dorso.
-Te quiero Sabrina- hace que los ojos se me llenen de lágrimas. 
-También yo- lo vuelvo a abrazar. 
-¿Por qué lloras?
-No lo se- digo y se ríe. 
-Eres tonta.
...
-Bien, mañana es el Darkblood y perdimos a un cazador- habla mi padre -necesitamos que se elija por votación a un nuevo elegido, ¿alguien propone a alguno de sus compañeros?- 
-Yo- un chico levanta la mano captando la atención de todos -propongo a nuestra reina- habla helándome por dentro.
-Si, que nuestra reina dirija el Darkblood- grita otro y todos lo siguen.
-Queda decidido- avisa mi progenitor -¿Puedes hacerlo?- me pregunta solo para los dos.
No estoy segura de que debo hacer, pero ahora soy parte de ellos y supongo que debo actuar como ellos y esto es una oportunidad para demostrar que no soy débil, porque sé que algunos aquí lo creen aunque me rindan respeto.
-Si- confirmo -ahí estaré- se desocupa el lugar y voy donde mis amigas pero no están en su habitación. 
-Ey!...  -encuentro a Natasha -¿Sabes donde están las chicas?
-Fueron a ver a Adam- me indica, le agradezco y me dirijo allá.
-Y entonces se resbaló con el jabón y cayó sobre el muñeco inflable- escucho las carcajadas desde el pasillo.
-¿Por qué le cuentas la tragedia de nieve?- pregunto desde la puerta logrando que fijen la mirada en mí.
La tragedia de nieve le llamamos al día en que celebramos en el enorme baño de Tiffany el día de la espuma, nos vestimos con trajes de baño que tenían estampados de pompas de jabón y quisimos comprar un muñeco inflable en forma de sirena, pero los ahorros no alcanzaron y terminamos usando el que habíamos comprado para navidad.
Con jabón líquido llenamos el baño de espuma pero un pomo se derramó en el suelo y terminé resbalando con él y por suerte cayendo sobre el muñeco. 
-Es que es muy gracioso- dice riendo Tiffany. 
-Sí que lo es- ríe también Adam.
-No vengo a hablar de eso- informo  -me eligieron para sustituir a Adam en el Darkblood y necesito una presa.
-Supongo que no aceptaras a la mía así que no te la ofrezco- dice él.
-Ella se quedará ahí hasta que decida que hacer-
-¿Qué tienes en mente?- preguntó Adam.
-Necesito un buena presa- explico  -para poder demostrar que no tengo este lugar por nacer el día de su muerte, que se den cuanta de que lo tengo porque me lo merezco. 
-Entiendo- asiente el chico. 
-Pero también hay que considerar que nunca he matado a nadie, solo gatos y no daban mucha pelea- recuerdo cuando acababa a los felinos que intentaban comerse a mis hámsters. 
-Podemos ayudarte- se ofrecen mis amigas.
-Claro que no- exclamo -no las meteré en esto.
-No aceptamos un no como respuesta- contestan al unísono. 
-Chicas no quiero que se involucren más en todo esto, ya bastante hay con que las trajera a la cueva- explico y niegan con la cabeza. 
-Estamos contigo Sab- me abrazan. 
-Ok, pero solo me ayudarán a encontrar a alguien, nada más- aclaro.
-Oki Doki- se paran en firme haciendo un saludo militar y sacándome una carcajada.
-Bien, vayan a comer algo, luego nos vemos- las despido y las veo desaparecer en el umbral. 
-¿Las quieres verdad?- me pregunta Adam haciéndome espacio en la cama dejando que me acueste junto a él. 
-Más de lo que crees- contesto mientras besa mi frente abrazándome. 
-¿Cómo las conociste?- indaga. 
-Leah era atendida en el primer hospital psiquiátrico que estuve internada- le cuento  -a causa de la muerte de su padre en la travesía de la emigración desde Las Filipinas sufrió un gran trauma aunque solo iba a las consultas sin necesidad se quedarse en el hospital, coincidimos en algunas consultas y ella intentó acercarse, al principio me negué como hacía con todos pero por su insistencia terminé escuchando sus relatos sin ofrecer nada de mi parte.
-¿Y Tiffany?
-Su abuelo trabajaba en el hospital, era mi psiquiatra, al parecer él le contó de mí y ella quiso conocerme, al igual que con Leah me negué a socializar, pero ya sabes lo insistente que son, terminé jugando con ellas pero por separado- continúo  -tres meses después ellas coincidieron en una visita que me hicieron y se conocieron, y bueno, desde ese entonces somos inseparables. 
-¿Estuvieron contigo en todo el proceso?- sigue preguntando. 
-Sí, cuando tenía ataques me ponía violenta y me encerraban, no las dejaban verme pero aún así iban a hablarme por notas a través del cristal, y cuando me veían con la camisa de fuerza lloraban- sonrío recordándolas aunque por dentro quiera llorar  -mientras fuí mejorando, me dejaban salir del hospital y quedábamos para que sus familias y mi abuela nos llevaran a algún parque de diversiones. 
-Qué bien- exclama  -me alegra saber que no estuviste sola- vuelve a besarme la frente dejando que me acucurre entre sus brazos. 
-!!SABRINA!!- nos hacen sobresaltar mis amigas y caigo no se ni como de pié junto a la cama.
-¿Qué demonios pasa?- pregunto alterada.
-No lo vas a creer- dicen fatigadas como si hubiesen llegado corriendo -no lo vas a creer- repiten.
-Díganme y luego les digo si lo creo o no- me exalto-
-Tenemos una presa perfecta- gritan de emoción. 
-Me van a matar del corazón maldita sea- exagero.
-No te puedes morir- me recuerdan -no hay tiempo para dramas- me agarran por los brazos y me arrastran al pasillo.
-Espérenme- grita Adam.
-Tú te quedas ahí- le gritamos las tres.
Me llevan al salón donde están todos viendo la televisión. 
-El hijo del alcalde- me señala Tiffany al chico fornido que se encuentra hablando en la televisión. 
-Es perfecto- no se ni por qué razón se me escapa una sonrisa. 
 




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