Lo que las apariencias esconden

XXIX

¿QUÉ HABÍA HECHO?- Pensé cerrando el cuaderno, que había resultado ser el lugar en el que Luis anotaba sus pensamientos y reflexiones.-Yo solita, sin ayuda de nadie había arruinado mi matrimonio, maltratado a un esposo maravilloso y despreciado a gente estupenda.

Poco a poco fui procesando el contenido del cuaderno…-¡LUIS ESTA ENAMORADO DE MI! Me QUERIA- Exclamé sin poder controlar mi emoción. Me quería desde hacía mucho tiempo y yo… yo había sido una mercenaria con él. Era tan dulce, tan bueno, tan considerado… era todo un caballero y yo lo había estado destruyendo poco a poco. ¿Qué iba a hacer si él ya no sentía lo mismo? ¿Y si se había cansado de mí?

Estaba alteradísima, Luis pensaba que yo lo odiaba, y era totalmente mi culpa. Cómo iba a imaginarse que yo que le había dicho lo que pensaba de él desde que lo conocí, que nunca me había mordido la lengua ante su presencia, pudiera sentir algo por él y no habérselo contado. No obstante, las cosas eran más complicadas, yo, yo no podía decirle lo que sentía, revelarle lo que había en mi corazón era mostrarme a él tal y como era y no podía permitirme ser rechazada, no cuando nuestras vidas estaban unidas para siempre. Que cobarde había sido, todo por ser una cabezota, bueno ambos lo habíamos sido. Siempre me había considerado una persona inteligente, pero era cierto eso que se decía sobre que el amor traía consigo la ceguera. Yo había vivido a oscuras, en una prisión de la que solo yo poseía la llave para escapar.

Era cierto que los Cigar, sobre todo Luís, me habían ocultado cosas, lo que me había llevado a pensar lo peor de la pobre Laura y no ser capaz de preguntar sobre ello. A pesar de todo, pasara lo que pasara, tenía clara una cosa, ¡Yo iba a luchar! no dejaría que nada nos separara de nuevo. Esta vez todo sería diferente.

Paramos en varias posadas hasta encontrar aquella en la que Luis se hospedaría. Una vez en ella exigí saber cuál era la habitación de mi marido y pedí al gerente que no le avisara de mi presencia, alegué que era una sorpresa, pero la realidad era que no deseaba que se marchara de aquí al saber que estaba yo, no podía perder esta oportunidad.

Dos horas estuve dando vueltas por la habitación, intentando estructurar un discurso convincente, pero todo lo que pretendía decir sonaba horrible… Iba a perderlo…

Alguien introdujo una llave en la cerradura de la puerta y yo me tensé. Cuando la puerta se abrió la imagen de Luis apareció al otro lado.

-¿Camille?.- Preguntó incrédulo.- ¿Qué haces aquí?

-Pe-perdón.- Estaba tan nerviosa que no paraba de tartamudear.- Yo-yo no quería invadir tu espacio…

-Me refiero a qué haces que no estás en casa.-Intentó sonar frio, pero la preocupación era evidente.

-Yo no podía quedarme allí… Yo no puedo seguir así… - Luis debió interpretar mis palabras de una manera totalmente diferente a la intención con las que yo las pronuncié.

-Ya…- dijo con pesar.- Yo pensé que tendría toda la vida para conquistarte, que quizás poco a poco comenzarías a tenerme aprecio... pero yo, yo tampoco puedo más. - Intenté interrumpir su discurso para mostrarle lo equivocado que estaba, pero no me dejó y continuó hablando.- No hace falta que digas nada Camille, sé que es mi culpa todo este matrimonio... sé que intentaste que no se llevara a término, pero yo estaba cegado, solo pensar que podías pasar tu vida con otro que no fuera yo me destrozaba, me habría vuelto loco.-Dijo sin dejar de mirarme.- Pero... he sido egoísta, muy egoísta, solo pensaba en mí y lo que yo deseaba. Por eso, quiero que sepas que eres libre de hacer... -se le quebró la voz.- De hacer lo que gustes, solo te pido que yo no me entere… No podría soportar…

No pude seguir aguantando aquel discurso, con cada palabra que pronunciaba Luis parecía alejarse más de mí. Por eso, lo cogí de las solapas y lo atraje hacia mí y antes de que nuestras bocas se juntaran dije algo que jamás pensé que fuera a decirle a Luis.

- Te quiero.- Luis estaba tan sorprendido ante mis palabras que volví a sentir que besaba una piedra.- Cariño si no colaboras voy a pensar que te estoy forzando. - Dije entre risas, pero Luis continuaba estático. - ¿Luis estás bien? - pregunte preocupada.- Quizás sea tarde, sé que te he tratado injustamente mientras que tú me cuidabas como a una princesa... yo pienso compensarte pienso hacerlo el resto de mi vida, no volveré a dudar de ti y seré siempre sincera contigo. Y también espero que no existan secretos entre nosotros.- Él seguía sin responder.- Ya... supongo que es tarde... si cambias de opinión o necesitas algo... estaré en otra habitación. -Dije girándome y abriendo la puerta. Había perdido la oportunidad de ser feliz, de estar con el mejor hombre del mundo... Antes de salir de la habitación sentí como las fuertes manos de Luis se posaban en mis caderas y me obligaban a girar con brusquedad.


-¿¡Me quieres!?- apenas hablaba en un susurro y sus ojos delataban la emoción que embriagaba todo su cuerpo.



#26123 en Otros
#1786 en Novela histórica
#3610 en Aventura

En el texto hay: caballeros, epoca victoriana, aventuras

Editado: 29.11.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.